Dos alumnos del Máster Universitario en Dirección e Ingeniería en Sitios Web cumplen su primer aniversario al frente de Tenere Technology, una firma dedicada al desarrollo de software para cubrir necesidades médicas
Todo comenzó con un café entre exámenes y concluyó con el nacimiento de su propia empresa. Cristina de la Fuente y Guzmán Arce, ambos estudiantes del Máster Universitario en Dirección e Ingeniería en Sitios Web de UNIR, celebran con satisfacción su primer aniversario al frente de su retoño, Tenere Technology, una startup especializada en eHealth. Esto es, en el desarrollo de productos de software que se adapten a las necesidades médicas y, en última instancia, repercutan en beneficio del paciente.
Para descubrir el origen de esta empresa hay que remontarse al Trabajo de Fin de Máster (TFM) de Cristina. “No sabía qué hacer, pero mi marido es traumatólogo y quería desarrollar algo relacionado con la salud, porque tenía mucha curiosidad por ese sector; Guzmán estaba en ese mundillo y, hablando con él, me sugirió un proyecto que me gustó”, rememora de la Fuente desde su lugar de trabajo, un coworking denominado CowUp y ubicado en la madrileña localidad de Majadahonda.
“Yo estaba trabajando de autónomo en el mundo sanitario cuando empecé el Máster, pero luego me dijeron que debía constituirme en empresa, por lo que pensé en buscar socios. Tras este proyecto, hablé con Cris, le interesó y nació la startup”, aporta Arce, ingeniero técnico desde hace doce años que decidió estudiar el Máster Universitario en Dirección e Ingeniería en Sitios Web “para no quedarme desfasado y, como trabajaba en algo parecido, me resultaba más cómodo”. Si bien trabajar y estudiar a la vez resultó “un poco complicado” y al principio tuvo que acostumbrarse “a hacer los deberes de otra forma”, al final “te integras y en los exámenes conoces a los compañeros de los foros y todo es mejor”.
De esa manera fue como tuvieron la primera toma de contacto las que luego serían las dos caras visibles de Tenere Technology. Junto a ellos también se esfuerzan a diario Gonzalo de la Fuente como Product Manager y Roberto Alonso, desarrollador que trabaja en remoto. Juntos son los artífices, entre otras, de aplicaciones como Imago, un catálogo de imagen dermatológica pensado para cubrir carencias en algunos sistemas de información de los hospitales, o LMC, ideada para realizar un seguimiento automatizado de pacientes con Leucemia Mieloide Crónica. Dotada de una interfaz clara y simplificada, recupera de forma automática los análisis de laboratorio, procesa los valores obtenidos y muestra gráficamente la evolución analítica del paciente y su respuesta al tratamiento suministrado.
Solución a cosas concretas
“Nosotros no vamos a hacer los grandes sistemas que usan los hospitales, sino que queremos ser los que completan la funcionalidad que esos servicios tan grandes no llegan a cubrir, cada área intra hospitalaria tiene sus propias necesidades y es a lo que queremos dar solución, a cosas muy concretas”, incide Cristina ante el gesto de asentimiento de Guzmán. Los dos tienen claro que, en esta labor, el trabajo conjunto con los médicos resulta clave. “Hay algunos que no son muy cercanos a la tecnología, aunque otros están encantados y son un apoyo clave”, reconoce Arce, antes de recalcar que el sector de la salud está “atrasadísimo en comparación con otros como la banca o las telecomunicaciones, hay hospitales que aún trabajan con papel”.
Por eso, se trata de desarrollar aplicaciones que no roben mucho tiempo a los facultativos y que estos se hallen a gusto con su manejo. También a veces los datos que se utilizan pueden ser muy sensibles al referirse a cuestiones de salud. Pero, con la precaución y los conocimientos apropiados, una vez que se unen la tecnología y la medicina y con toda la información existente actualmente, los resultados pueden ser de suma importancia. Por ejemplo, “un prototipo para analizar ciertas enfermedades y calcular probabilidades en base a unos parámetros sencillos. Un caso sería el de la sepsis, hacen falta tres o cuatro parámetros que te toman en Urgencias y te vienen del laboratorio. Si no se trata en un tiempo muy corto, es mortal y para que un médico la detecte, debe estar vigilando específicamente esos parámetros pero para un ordenador es muy sencillo”, desarrolla Arce.
O como la iniciativa que constituyó el TFM de Cristina: una arquitectura orientada a servicios para el desarrollo de aplicaciones modulares de propósito específico que se adapten a sistemas de información de hospitales. Para ilustrarla, la aplicó a un caso real como es la recogida de datos quirúrgicos en el área de Traumatología. Y, como estos datos se pueden explotar con diferentes fines, han retomado esta idea como base para un proyecto al que ven “mucho potencial” y para el que recaban apoyo.
El de implantar un registro nacional de artroplastias donde se incluyan los análisis sobre su funcionamiento, los problemas generados a corto, medio o largo plazo, los materiales utilizados, etc. “En otros países ya se usa y repercute en la salud de los pacientes porque se les eligen mejor las prótesis y se ahorra dinero ya que, si se acierta a la primera, no hay que cambiarlas tantas veces”, apostilla convencida de que, “con toda la información que hay, únicamente con este tipo de proyectos de alarmas se solucionarían muchos problemas sanitarios”.
Online, la modalidad ideal
Y por ese futuro se esfuerza con denuedo esta ingeniera informática que, tras trabajar previamente en un laboratorio de I+D y en otra startup de wifi se decantó por el Máster Universitario en Dirección e Ingeniería en Sitios Web “para terminar de formarme en web y tener todas las piezas del puzle, porque hasta entonces solo conocía la parte que me tocaba desarrollar a mí”. La metodología online de UNIR fue la que la terminó de convencer. “Vivía fuera de Madrid, trabajaba en remoto, tenía un niño pequeño y, a mitad de los estudios me mudé de vuelta a la capital; para mí era la única opción porque podía compaginar todo perfectamente y seguir formándome para no quedarme atrasada en este mundo que cambia día a día”.
Tras aprobar con sobresaliente y superar el vértigo de convertirse en empresaria, De la Fuente no se arrepiente. “Tenía el gusanillo de probar algo por mi cuenta y en el sector salud hay mucho por hacer, es un campo muy interesante y hay muchas herramientas tecnológicas que pueden ser de gran ayuda”. Por eso, persisten con ahínco en su proyecto, cual acacia del Teneré, si bien confían en que las raíces de su startup hallen un arraigo fuerte y perdurable por mucho tiempo.