Diego Caldentey
El proyecto ‘Dancing Embryo’ de este joven de 30 años y sus investigaciones pioneras sobre la creación de danza a través de la colaboración entre la inteligencia artificial y la humana causan admiración en el mundo.
A veces, el cuerpo puede resultar el mejor instrumento para contar historias o transmitir sentimientos. No hacen falta medios materiales y equipos técnicos, teleobjetivos o grúas para filmaciones… Alcanza solamente con la pasión, la energía y las ganas de moverse y danzar para construir una storytelling de vida que emocione e impacte.
Esa fue la certeza que Diego Marín tuvo cuando miraba la vida desde el balcón de su adolescencia, en su casa natal de la localidad mexicana de Ciudad Hidalgo. A pesar de ser tan joven, comprendió que en el hogar no sobraban los recursos económicos para “narrar historias con cámaras” y así dar rienda suelta a sus prematuros sueños de cineasta.
Marín empezó a bailar y a improvisar coreografías “para expresar mensajes, emociones y sensaciones con el cuerpo”.
Entonces empezó a bailar y a improvisar coreografías, y a adentrarse en un mundo en el que solo necesitaba su silueta y ritmos “para expresar mensajes, emociones y sensaciones. Desde que era niño quería dedicarme a las industrias creativas”, cuenta ahora quien se ha convertido en toda una referencia internacional de la danza y la coreografía combinada con la inteligencia artificial. Este artista único mantiene inalterable la premisa del cuerpo como transmisor más certero del mensaje, pero le ha sumado la singularidad de las nuevas tecnologías digitales para desarrollar todo su talento y elevar de paso esta disciplina sublime.
‘Dancing Embryo’ en los One Dance UK Awards: bailando con máquinas
Marín, egresado de la Maestría en Teatro y Artes Escénicas de UNIR México, fue reconocido a finales de octubre pasado en los prestigiosos One Dance UK Awards, otorgados nada menos que por el organismo nacional de la danza británico. Como cada año, este galardón reconoció la excelencia de los mejores artistas de la danza que tuvieron impacto en el Reino Unido en 2022.
El joven mexicano, de 30 años, fue distinguido por una increíble propuesta que carecía de antecedentes en el mundo: es pionero en la creación de danza Humano-IA con el proyecto ‘Dancing Embryo’, por el que fue premiado en la categoría Science and Research in Dance. Su propuesta consiste en un proceso de colaboración entre el hombre y la máquina, entre el autor y un bailarín basado en la inteligencia artificial, donde ambos transforman mutuamente sus movimientos para ir creando danza en tiempo real, en una suerte de diálogo que transforma el propio escenario y las bases de este arte.
Pero antes de contar este exitoso presente, conviene mirar atrás a aquel joven que vivía en un barrio sin estridencias del Estado de Michoacán del país latinoamericano. Sus primeros pasos en la danza también explican gran parte de lo que llegó tiempo después. Es una historia que inspira y conmueve.
Diego Marín, durante la entrega de los One Dance UK Awards en octubre del pasado año.
“Me fascinaba la música, el teatro, el cine… pero aún no imaginaba que me iba a dedicar a la danza”, explica. Pero a los 17 años se empezó a involucrar de lleno en las artes escénicas, por más que sus padres no estuviesen muy convencidos de esa vocación incipiente: “En el fondo, ellos no querían que yo siguiera este camino, porque pensaban lo típico, que un artista tiene enormes dificultades económicas. Soñaban con una profesión que me aportara más estabilidad”.
El punto de inflexión y una pasión irrefrenable
Pero las ganas de Marín pudieron más. Su primera estación camino del éxito fue la danza en la universidad: “Me ofrecieron una beca para estudiar Ciencias de la Comunicación, y allí formé parte del grupo de danza representativo de mi universidad”, afirma. Ese momento supuso un punto de inflexión: “Descubrí mi verdadera pasión, una forma de expresión que me permitía hacer lo que yo quisiese. Entonces también me puse a estudiar danza”, confiesa.
En efecto, Diego cursó dos licenciaturas, pero focalizó su talento en las artes escénicas. Poco a poco, fue realizando diversas propuestas coreográficas en espectáculos que llamaron la atención de teatros de su región y otras cercanos. Después le concedieron otra beca que permitió trasladar esas presentaciones artísticas a distintos puntos de México, y también del exterior, como la India y Francia. En paralelo, a medida que iba dando pasos sólidos en su carrera profesional, los padres de este artista, ya ganados para la causa, comenzaron a apoyarle sin reservas para que siguiera creciendo en su vocación.
“Lo que aprendía en la maestría de UNIR México lo aplicaba inmediatamente en mi trabajo”
Posteriormente, además de sus destrezas naturales y las técnicas que fue adquiriendo, Diego Marín decidió estudiar la Maestría en Teatro y Artes Escénicas de UNIR México para completar su formación teórico-práctica. “UNIR llegó a mi vida poco antes de la pandemia, casi por casualidad. Vi una publicidad y me sedujo la propuesta. Así que me presenté a una beca de UNIR y ANUIES-TIC, y me la concedieron”, recuerda.
El artista, durante el Congreso Mundial de la Danza organizado por la UNESCO antes de la pandemia.
Ya era un artista interdisciplinar -como él mismo se define-, que se movía frecuentemente por diversos países. La metodología “tan flexible” de UNIR México es uno de los aspectos que más pondera de su paso por esta institución. “Podía organizar mis estudios acordes a mi vida, viajes y trabajo. Eso me permitió finalizar la maestría”, asegura.
Asimismo, confiesa que le sorprendió la elevada exigencia y alta calidad del programa académico: “Antes de comenzar creía que sería más sencillo, pero realmente el contenido es muy bueno y eso hizo que me gustara mucho más la propuesta”, subraya.
Otro de los aspectos que más elogia de UNIR es el nivel tan ajustado de las materias a la vida real y al trabajo de un artista. “Lo que aprendía en la maestría lo aplicaba inmediatamente en mi trabajo. Las clases combinaban muy bien con el enfoque práctico. Adquirí muchos conocimientos en materia de escenografía o de iluminación, por ejemplo, que pude aplicar a mis performances. La maestría no es solo teórica”, subraya.
La interacción humano-máquina e IA adaptada a la danza
Hace algunos años, Marín comenzó a investigar cómo la inteligencia artificial y la humana pueden interactuar y colaborar para crear y transformar la danza. En otras palabras, cómo pueden retroalimentarse para hacer evolucionar esta disciplina artística. “Mi investigación se centra mucho en la interacción humano-máquina, en las estructuras de las ciencias cognitivas, y también se sostiene desde el plano de la antropología y de ciertos estudios filosóficos como el post-humanismo”, afirma.
El artista, nacido en la ciudad mexicana de Ciudad Hidalgo, es egresado de la Maestría en Teatro y Artes Escénicas de UNIR México.
“Siempre se interpretó a la IA como una herramienta para potenciar la creatividad humana, pero yo quería entender si podíamos colaborar con ella en lugar de utilizarla, es decir entablar una comunicación que afectara mutua y simultáneamente a la creatividad humana y la artificial. En el mundo de la danza, a pesar de haber escasos coreógrafos que experimentaron con la IA de su tiempo, no había registro de artistas que se cuestionaran con seriedad la colaboración kinestésica humano-máquina para coproducir arte. Entonces, tuve la fortuna de encontrar los medios necesarios para hacer experimentos muy específicos que al final confirmaron mi hipótesis”, asegura. Esos trabajos que menciona constituyeron su trabajo de fin de maestría, por el que después fue aceptado para llevar a cabo una estancia de investigación por algunos meses en la Universidad de Cambridge.
“Mientras investigaba, leí un libro de Stephen Hawking en el que cuestionaba si la inteligencia artificial va a suplir en un futuro la creatividad de los seres humanos. Al final de unos de los capítulos aseguraba que iba a poner en marcha un centro para la inteligencia del futuro en Cambridge. Se me ocurrió buscar ese centro en internet y mandarle mi propuesta de investigación. Al principio no podía creer que me aceptaran para estar allí, fue insólito que eligieran un proyecto de ciencia y arte”.
Clase magistral en Cambridge
En Cambridge impartió una clase magistral y ejecutó danza de improvisación con un bailarín de inteligencia artificial, lo que le catapultó a los One Dance UK Awards. Fue el único latinoamericano nominado en el evento entre mil participantes. “No imaginaba que iba a llegar tan lejos, aunque confiaba bastante en mi proyecto. Este reconocimiento me emocionó mucho, pero sobre todo el hecho de poder avanzar en un terreno de investigación-creación que no estaba explorado. Los organizadores del certamen reconocieron mi proyecto Dancing Embryo, donde además de la interpretación del baile y la exploración de distintas creatividades, propongo traer a discusión la ética en el desarrollo de la IA con respecto a las industrias culturales”, destaca.
Marín publicará dos libros este año que plasmarán sus investigaciones. “Serán los primeros que abordan la interacción de la inteligencia artificial y la humana para la creación de la danza. La IA en el campo creativo evolucionó y dio un salto muy grande en los últimos dos años. Pero hasta ahora, los estudios y bibliografía existentes estaban limitados por la perspectiva con la que la mayoría de los artistas escénicos miran la inteligencia artificial”, afirma.
La metodología “tan flexible” de UNIR México es uno de los aspectos que más elogia este artista tras su paso por la universidad.
Para Marín, “aún hay mucha tecnofobia cuando hablamos de IA en las artes. Existe un rechazo inmediato de muchos al pensar que la inteligencia artificial va a suplir la capacidad artística de un ser humano. Yo, en lugar de rechazar la IA, quise interpretar cómo funciona aplicada al arte. Uno de los libros representa el sustento teórico de la colaboración Humano-IA. El otro es sobre cómo la cultura digital afectará en el futuro a la forma en la que bailamos y nos movemos, y sobre cómo la IA revolucionará las habilidades psicomotrices de las personas”.
Además, Marín fue nombrado delegado de la Cátedra de Diplomacia Cultural del Mexican Cultural Centre (MCC) de Inglaterra, entidad que, junto al consorcio Choreomundus y la UNAM Reino Unido, respaldó la candidatura del artista a los One Dance UK Awards.
Antes de despedirse, quien hoy también da clases en la Rambert School of Ballet and Contemporary Dance de Londres, admite que aquel sueño de cineasta cuando era joven no está erradicado de su vida ni mucho menos: “Presenté mi cortometraje ‘The Secret of the Blessed’ el pasado año en Francia. Es un corto mudo que da rienda suelta a una pasión que no he abandonado”, concluye.
El cortometraje ‘The Secret of the Blessed’, el día que fue estrenado en Francia el pasado año.
Al final, Marín ha conseguido contar historias con unos medios técnicos y materiales que no tenía cuando era pequeño, aunque su cuerpo -como poderoso instrumento para expresar emociones- sigue siendo el pilar de su vida.
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