José Luis Gil Soto, inmerso en su gira de promoción de su cuarta y aplaudida novela, 'Madera de savia azul', destaca los conocimientos y el enriquecimiento que le aportan los estudios del Grado en Humanidades de UNIR
“Eran tiempos de paz en el país de la guerra. Los súbditos del rey Magmalión I no éramos ni pobres ni ricos, subsistíamos con el esfuerzo de nuestro trabajo y nos alimentábamos con lo poco que daba la tierra”. Con estas palabras, con las que una anciana aya inicia la narración a la joven Ishalmha para desvelarle sus orígenes, comienza ‘Madera de savia azul’. Una laureada novela repleta de aventuras y hazañas en un imaginario reino de la Edad Media. Y la cuarta obra de José Luis Gil Soto. Ingeniero agrónomo, funcionario de carrera y aficionado a la lectura que, hace poco más de una década, decidió seguir su instinto y plasmar en papel las historias que contaba oralmente.
Su inexperiencia en el mundo editorial jugó a favor de este extremeño de 46 años, natural de Oliva de la Frontera y residente en Badajoz, quien vivió aquella primera publicación como una apasionante experiencia. “Pensé que sería tremendamente difícil y no lo fue, si gusta al editor todo viene rodado. Cuando la escribí no esperaba nada, quizá por eso la disfruté tanto, no tenía ninguna meta y todo me supo a éxito“, rememora con la perspectiva que otorga el tiempo y desde la que reconoce que “tuve mucha suerte, me abrió las puertas de una nueva forma de entender la vida”.
Alumno del Grado en Humanidades de UNIR e inspector de sanidad vegetal en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la curiosidad y casualidad fueron las motivadoras de este escritor, que hasta entonces solo había elaborado algunos guiones audiovisuales. Pero un viaje a París y una visita al cementerio de Père Lachaise lo cambiarían todo. “Entre las sepulturas de personajes famosos quise ver la de Godoy porque se me había cruzado información sobre uno de sus preceptores y me había podido la curiosidad”, reconoce. Con el interés ya despertado, comenzó a leer ensayos sobre este personaje y concluyó que tuvo una vida “de novela, y ahí empezó todo”.
Críticas favorables
Así, tras la buena acogida de ‘La traición del rey’ -reeditada años después con una carta inédita de Manuel Godoy-, llegarían ‘La colina de las piedras blancas’ -finalista del premio CajaGranada de novela histórica-, ‘La dama de Saigón’ y la actual ‘Madera de savia azul’. Y con todas ellas ha disfrutado “de forma diferente y, cada vez que he publicado una nueva, ha sido maravilloso, ahora estoy disfrutando con la última por la reacción de todo aquel que la lee”.
Un relato que difiere del estilo de sus antecesoras, novelas históricas al uso. Y eso que al principio quiso enmarcarla en un contexto histórico, “pero enseguida me convencí de que era una aventura tan potente y bonita que quedaría desvirtuada, así que la deslocalicé y conté tal cual, para que brillara por sí misma”, razona. Las favorables críticas le dan la razón a este aficionado de la historia.
Fue precisamente esta pasión, junto con sus “tremendas ganas de llenar las lagunas” en el campo de las Letras, lo que le hicieron decantarse por estudiar el Grado en Humanidades. “Elegí UNIR porque al indagar para matricularme fue la que más me gustó, con la mejor plataforma en Internet y las explicaciones más claras para un nuevo alumno; y el plan de estudios me pareció fabuloso”, esgrime recién llegado de Londres, una de las escalas de su gira promocional. Filosofía, historia del arte o literatura son algunas de las materias que estudia y que le aportan una “gran dosis” de cultura general, una apertura de mente en muchos casos y una perspectiva “magnífica de lo que somos y de cómo han evolucionado tanto la Humanidad, en general, y las letras en particular”.
Enriquecimiento humilde
Todo un enriquecimiento que le completa a la par que le aporta humildad. “A medida que uno recibe conocimiento se da cuenta de hasta qué punto es ignorante y, aunque parezca paradójico, eso ayuda mucho en la propia formación como persona“, destaca. Pero también contribuye a su faceta de escritor, gracias sobre todo a la cantidad de información y material proporcionado en los materiales y durante las clases.
A medida que uno recibe conocimiento se da cuenta de hasta qué punto es ignorante
“Aunque lo intuía antes de empezar el curso, no podía saber hasta qué punto iba a acertar”, confiesa entusiasmado. Dicha convicción es la que contribuye a que los equilibrios entre trabajo, estudios y escritura le generen satisfacción. La misma que siente mientras redacta sus novelas, cuando imagina las reacciones que tendrán sus lectores. “Antes que escritor soy lector y sé qué me hace sentir ciertas emociones. Lo más parecido sería esa emoción que sentimos al saber que le vamos a dar una sorpresa a alguien”, equipara.
Ni siquiera la investigación y documentación necesarios para construir sus historias le borran la sonrisa. Ni aunque el proceso resulte “muy tedioso y profundo, a veces hasta límites insospechados”. “Pero también disfruto pensando en el lector que se introducirá más fácilmente en las páginas cuanto mejor recreada esté la época y mejor caracterizados los personajes”, constata.
Y es por eso que, qué duda cabe, además de estudiando y aprendiendo, continuará escribiendo. Y entre unos y otros planes, no se olvida de ayudar a fomentar la lectura -“especialmente entre los jóvenes”- y apoyar a aquellos que quieran escribir “y no se atrevan”. Porque nunca se sabe cuándo tus letras pueden hacerse famosas.