Diego Caldentey
Ambos residen en aldeas de Frontino, en el departamento de Antioquía, situado al noroeste de Colombia, principalmente dentro de la cordillera de los Andes, y cursan la Licenciatura en Educación Infantil para crecer como personas y seguir ayudando a sus comunidades.
Determinación, ansias de progreso, tesón y fuerzas para sortear adversidades son aspectos que Lemy Pernia Domico y Yeinson Domico Bailarin comparten en sus vidas. También, sus raíces. Son estudiantes indígenas colombianos que residen en poblaciones alejadas de las grandes urbes del país. Ambos habitan aldeas o resguardos correspondientes -por jurisdicción territorial- al municipio de Frontino, perteneciente al departamento de Antioquia.
Lemy pertenece a la Comunidad de Atausi Resguardo Murrí Pantano, y Yeinson, a la etnia embera Eyabida del resguardo indígena de Jaikerazabi (en el municipio de Mutatá Antioquia).
Un buen día, la vida entrelazó sus sueños, más allá de compartir raíces, culturas e idiosincrasias similares. Decidieron superarse una vez más trazando un enorme objetivo en sus vidas: estudiar la Licenciatura en Educación Infantil en la Fundación Universitaria Internacional de La Rioja de Colombia para seguir creciendo como personas y ampliar horizontes, además de poder ayudar -gracias a la formación recibida- a sus respectivas comunidades.
La historia de Yeinson, un sueño de progreso y de ayuda a su comunidad
La historia del momento más reciente de sus vidas es digna de admiración y merece aplausos. Hay que comenzar por la de Yeinson, quien desde 2019 se desempeña como docente de educación básica primaria en la comunidad indígena colombiana de Cañaduzales del Mutatá Antioquia.
Allí viene compartiendo sus aprendizajes y vivencias con sus estudiantes, a quienes ha acompañado permanentemente en su formación. “Sin embargo, siempre he sentido que -de una u otra manera- me faltaba un poco más para orientarlos de una forma adecuada. Necesitaba que ellos pudiesen comprender mis enseñanzas con mayor facilidad. Así se me presentó la oportunidad de conocer esta institución, gracias a los comentarios de un compañero de trabajo”, asegura.
Por ello, decidió estudiar en de la Fundación Universitaria Internacional de La Rioja. Para poder hacerlo, tras ejercer sus labores como docente, un fin de semana al mes parte en moto desde la comunidad indígena de Cañaduzales sobre la una del mediodía. El destino es llegar –cuatro horas después, en un viaje por angostas rutas comarcales- al municipio de Frontino, donde recibe apoyo y acompañamiento a su formación, y asiste a las clases.
Yeinson destaca que la experiencia académica vivida hasta la fecha es “muy gratificante”, ya que comparte “vivencias con compañeros de diferentes zonas geográficas. Ellos también cuentan todo lo que hacen y las distancias que deben afrontar para asistir a este espacio de la universidad. La Fundación ha puesto en práctica diversas estrategias para que nosotros, como estudiantes, podamos siempre recibir la orientación oportuna de docentes de la zona y de la universidad. Asimismo, he conseguido -al igual que muchos otros compañeros- el subsidio del 80% en el pago de la matricula del semestre. Esto ha sido de gran ayuda para poder estudiar en la universidad”, afirma.
Cuando finalice sus estudios, tiene claras sus metas: “Con la ayuda de Dios, quiero seguir ejerciendo mi labor como docente en la sede educativa de mi comunidad, y compartir mi conocimiento con sus integrantes y con los estudiantes. También deseo seguir formándome profesionalmente y aplicar a una nueva maestría, si es posible, en esta misma institución”, asegura.
El caso de Lemy, que asiste a clase tras caminar un día entero y 7 horas en un vehículo
Si uno pudiese observar desde un dron imaginario el recorrido que realiza Lemy Pernia Domico para poder estudiar la Licenciatura en Educación Infantil en esta universidad, realmente se conmovería.
Este hombre, que actualmente trabaja como concejal en el municipio de Murrí, sale de su tierra de madrugada y camina -una vez al mes- durante ¡un día entero! por senderos complejos hasta llegar a una carretera, en la que después coge un vehículo (carro o autobús) y viaja durante otras 7 horas rumbo a Frontino. Allí es donde también recibe apoyo académico para su formación.
“La carretera hasta coger el carro que me lleva a Frontino no es nada sencilla, por sus características y por el tiempo que demanda: no menos de un día a pie. Se la conoce como ‘La Blanquita’. Así comienza mi trayecto hasta Frontino, donde tomo mis clases”, relata.
Como en el caso de Yeinson, revela que decidió matricularse en la Licenciatura en Educación Infantil para “poder obtener un título y, más adelante, poder servir a mi comunidad como profesional”.
Subraya que su experiencia académica en la universidad ha sido muy importante. “En cada uno de los encuentros logro aprender muchas cosas. Hay profesores y personas muy valiosas que nos ayudan a sacar nuestros estudios adelante. También, gracias a la formación recibida, he logrado crecer como profesional. Esto me permite tener una visión muy diferente a la que tenía antes”.
Lemy espera graduarse de su licenciatura “para intentar conseguir un trabajo y así continuar con el estudio de una maestría. Para mi es fundamental poder apoyar a mi comunidad de la mejor forma posible. Por eso me hice concejal. Y también, por eso decidí estudiar aquí. Deseo además ir un poco más allá”, manifiesta.
Ambas historias de superación serán sin duda fuente de inspiración para quienes conozcan mejor sus semblanzas. Ellos sintetizan como nadie, a la perfección, la misión que tiene la Fundación Universitaria Internacional de La Rioja de derribar barreras geográficas, culturales y de todo tipo para acercar la educación superior de excelencia a todos los territorios colombianos, apostando por la inclusión y la tecnología que abre caminos hacia enormes perspectivas de progreso de sus habitantes.
- universidad-internacional-de-la-rioja