Esta alumna destaca el "acompañamiento continuo" de las docentes del Experto Universitario de UNIR, cuyos conocimientos ya pone en práctica en proyectos educativos y en su labor con padres, profesores y emprendedores
En el colegio, en las familias, en las empresas y, en general, en nuestro día a día. La Inteligencia Emocional está cobrando cada vez mayor relevancia y convirtiéndose en algo indispensable para gestionar el devenir cotidiano. Y así lo consideró Julia de Miguel cuando decidió apuntarse al Experto Universitario en Inteligencia Emocional de la Universidad Internacional de La Rioja. Tras estudiar Derecho y Ciencias Políticas, se formó en el Instituto Europeo de Coaching donde descubrió que “lo que me gustaban eran las emociones”.
Un camino al que ya apuntaba tras concluir la carrera, puesto que enfocó su vida laboral a trabajar con organizaciones sociales en temas de igualdad de género y violencia de género. Sin embargo, el nacimiento de sus hijos le despertó el deseo de continuar formándose. “Debía ser cómodo, que me aportara valor y me facilitara no tener que desplazarme mucho, era muy importante”, enumera. Fue entonces cuando conoció UNIR. “Me pareció un título muy completo y me gustaron las personas que lo impartían, siempre suelo investigar un poco y conocía a Olga y a Carmen a través de las redes y el trabajo que estaban haciendo y me animé”, explica.
Sus buenas primeras impresiones se corroboraron enseguida. “Me sentí muy acompañada durante todo el curso y me encantaba que, tras cada tema, se centraran tanto en la parte práctica, se ponía el foco en la respiración, en el cuerpo, en observarse a uno mismo, conocerse, porque las emociones no se piensan, se sienten”, destaca. También la rápida respuesta de las profesoras la satisfizo. “Me hacía estar activa y formar parte del curso, era un apoyo muy importante”, constata. Además, valora de forma muy positiva el que, ya desde la mitad del curso empezaran a trabajar en el proyecto final. En su caso, ‘El viaje a Ítaca’, una metáfora para trabajar el desarrollo personal de un grupo de personas durante un año. “El foco no era el final del viaje sino todo lo que íbamos aprendiendo por el camino”, explica de Miguel.
El resultado le ha permitido poner en práctica lo aprendido y, tanto por medio de su blog como a través de la Escuela de Liderazgo Emocional que dirige, colaborar con otros proyectos educativos, además de trabajar con profesores, padres y emprendedores. Algo, a su juicio, fundamental, porque la Inteligencia Emocional “es la base para el bienestar y poder vivir de forma mucho más serena, conectar contigo y con el otro”.
En la educación, resulta vital “por cómo los padres y madres comenzamos una conexión y vínculo con nuestros hijos mucho más verdadero y, en las aulas, porque una buena gestión emocional es la base del aprendizaje”. También para el ámbito empresarial “representa un área esencial porque cuando aprendes una buena gestión emocional, empieza a aparecer la coherencia, comienzas a creer en ti y a ser líder, porque el liderazgo es esencial, no solo para los jefes; que un trabajador tenga un liderazgo emocional es muy potente para una empresa”.
Y todo ello redunda en la persona. “Si sabemos gestionar nuestro mundo emocional, las emociones son la llave que abre y nos lleva a nuestro autoconocimiento”, concluye.
