Alumnos sobresalientes del Máster en Dirección e Intervención Sociosanitaria de UNIR han desarrollado interesantes Trabajos de Fin de Máster, con los que ofrecer una atención más humana y de mayor calidad
“Me ha ayudado a ser más humano, más profesional, con más conciencia de que la calidad es saber ayudar y cuidar mejor de las personas”, resalta el granadino afincado en Málaga David Delgado. “Ahora me siento capaz de poder emprender nuevos proyectos a partir de los conocimientos científicos y técnicos que he adquirido”, destaca Johanna Romero, de Guayaquil en Ecuador. Y desde Logroño, Sara Sagredo enfatiza que le ha proporcionado “herramientas necesarias en la intervención”.
El Máster en Dirección e Intervención Sociosanitaria de UNIR ha cosechado un alto grado de satisfacción entre alumnos tan brillantes como Sara, Johanna y David. Los tres firman algunos de los mejores Trabajos de Fin de Máster (TFM) en este postgrado que especializa a los estudiantes en la dirección y gestión de centros y espacios sociosanitarios (centros de día, sanitarios, de atención primaria, de servicios sociales,…).
“Como trabajadora social y directora de equipo, este máster me ha dotado de estrategias viables y esenciales con las que mejorar mi valía profesional y mis capacidades”, reseña Sara Sagredo. Para la riojana, “el postgrado me ha abierto a otros puntos de vista y matices, como los que aporta el trabajo en equipo”.
Johanna Romero es de Tarqui, la parroquia más poblada de la ciudad de Guayaquil. Psicóloga clínica, trabaja en una clínica de tratamiento de diálisis. En este centro pretende implantar de forma experimental su TFM, con la idea en mente de extender la iniciativa por su país. “Mi trabajo se basa en la gestión de casos en una unidad de diálisis”, explica. Esto se traduce en que “habrá un profesional encargado de realizar un diagnóstico amplio y global de las necesidades individuales de los pacientes, en el que se recoja el sentir del paciente y de su familia”. Y en ese análisis subraya que no pueden faltar “sus deseos, sus necesidades y las atenciones prioritarias que requiere”. Esto es, “se trata de una construcción conjunta para contribuir a mejorar su calidad de vida”, resume.
“La gestión de casos podría aumentar la satisfacción del usuario en cuanto al servicio recibido, ya que contará con un profesional de referencia en la unidad, con un enfoque centrado en la persona”, señala. Este se basará en las necesidades del paciente, con lo que Johanna incide en que se evitarán cuestiones frecuentes como “la duplicidad de servicios, las derivaciones innecesarias, las largas esperas y las hospitalizaciones repetitivas, entre otras”.
Por un nuevo modelo asistencial
La trabajadora social Sara Sagredo también ha puesto su mirada en las necesidades de las personas a las que ayuda, en este caso con discapacidad intelectual sobrevenida. “Con este TFM busco la puesta en marcha de un modelo de atención en Daño Cerebral Adquirido en La Rioja. Para ello, parto de las experiencias de otros profesionales, de la documentación de la Federación de Daño Cerebral Adquirido y del Centro de Referencia Estatal de Atención al Daño Cerebral”, concreta. Del postgrado en UNIR ha extraído importantes recursos. “He descubierto conceptos como la gestión de la calidad y la intervención desde la gestión casos, que me parecen imprescindibles dentro de este área profesional”, comenta.
David Delgado es enfermero y no para de sumar títulos a su currículum. Ahora quiere iniciar los estudios de Trabajo Social. Por lo pronto, el máster que cursó en UNIR le ha dejado un inmejorable sabor de boca (“sinceramente, lo calificaría de diez”, dice) y el propósito de poner coto al ‘burnout’ en el sector de la enfermería. “Recientemente, la OMS y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), tras más de medio siglo investigando la situación por la que atraviesan muchos trabajadores del ámbito del cuidado de las personas, ha reconocido el síndrome de estar quemado o ‘burnout’ como enfermedad profesional”, contextualiza.
“Podríamos decir que esto supone un pequeño paso para los trabajadores y un gran paso para la calidad de la atención social y sanitaria”, apunta. David ha estado estudiando e investigando sobre ‘burnout’ durante cuatro años. “Considero que el resultado de mi trabajo constituye una profunda revisión del recorrido que nos ha conducido a este reconocimiento mundial, al tiempo que aporta datos relevantes sobre estudios recientes en el sector sociosanitario”, detalla.
Dado este primer paso, queda un camino por seguir, que el andaluz emprende con este trabajo bajo el brazo. “No podríamos solventar un problema sin ser conscientes de que lo tenemos”, razona. Ahora, “debemos implementar en nuestras organizaciones cuantas medidas resulten necesarias para prevenirlo, detectarlo y erradicarlo”. Y pone énfasis en que “esto no debe causar miedo alguno en nuestros centros”. “Todo lo contrario, debe constituir la solución para tener a los equipos de cuidadores más felices con su trabajo; lo que sin duda conllevará una mejora en la calidad asistencial, no sólo que se presta, sino que percibe la persona de quienes le cuidan”, abunda.
Por eso, su lema es que “siempre se pueden hacer las cosas mejor”.