La famosa obra de Saint-Exupery, convertida en un cuento visual, subirá a las tablas los días 10 y 17 de diciembre, a las 12 y 17 horas, y los días 26, 27 y 28 en una sesión a las seis de la tarde.
Lo esencial es invisible para los ojos. Esta famosa frase representa a la perfección la esencia de El Principito. Una obra conocida mundialmente y en cuyo interior, pese a su apariencia infantil, guarda profundas reflexiones sobre la vida y el ser humano. Y, pese a haber cumplido ya 74 años de existencia, las palabras de Antoine de Saint-Exupery conservan intactas su frescura y atractivo, convertidas en imprescindible manual para la vida. Leída por millones de personas en todo el mundo y traducido a múltiples idiomas, la obra cuenta con numerosas adaptaciones al cine, ballets, series animadas y, por supuesto, teatro.
Y precisamente esta versión escénica es la que llega a las tablas de la sala Arapiles, 16. El céntrico recinto que gestiona UNIR Teatro acoge durante cinco días las peripecias del rubio ser que, tras abandonar su diminuto planeta, viaja por otros mundos. En concreto, El Principito aterrizará en dicho teatro los domingos 10 y 17 de diciembre en sesión doble, a las 12 y a las 17 horas. También lo hará el 26, 27 y 28 de diciembre, si bien estas funciones comenzarán a las 18 horas. Un espectáculo para disfrutar en familia, ideal para estas entrañable fiestas, cuyo coste es de 8 euros la entrada. Las localidades pueden adquirirse bien en taquilla o bien en Atrapalo.
Los actores Ada Fernández y Rafa Molina dan vida a los diferentes personajes en una producción de Coart+E y Jesús Soriano en la que Diana I. Luque es la responsable de la adaptación y dramaturgia y Paula Castellano la artífice del diseño de escenografía y de vestuario.
El aviador, el farolero, el rey, el geógrafo, el vanidoso y el borracho no se perderán su cita con el principito, a la que no podían faltar el zorro, la serpiente y, por supuesto, la flor. Todos juntos dan vida a un cuento visual que recrea esta maravillosa historia -repleta de simbolismos- que habla de un viaje, de la amistad, de la necesidad que tenemos de los otros y de lo bueno que tiene ser diferente.
Pero, sobre todo, ensalza-con un lenguaje entendible para todos los públicos- la libertad del ser humano para elegir su propio camino, de la inocencia y, por supuesto, de la infancia como un valor que jamás se debería perder. Para ellos, para los más pequeños y también para los que aún mantienen vivo al niño en su interior, se dirige esta obra, que busca transmitir un claro mensaje: que la vida es un viaje del que hay que disfrutar y que, a lo largo del camino, hallaremos compañeros en los que apoyarnos y que nos facilitarán el trayecto. Aunque sea desde las estrellas.