El coordinador académico del Grado de Música, Alfonso Elorriaga, recomienda "aprender a escuchar música clásica sin complejos" con sugerencias de Brahms, Grieg, Faure o Puccini, entre otros
Se ha convertido en algo habitual que cada verano nos bombardeen con los ritmos estridentes, machacones y, mal que nos pese, pegadizos, de melodías de calidad dudosa pero que, a fuerza de oírlas una y otra vez, se hace difícil resistirse a ellas. Porque, que levante la mano quien nunca haya bailado o tarareado algún acorde, aunque sea en una sola ocasión.
Y si bien es cierto que cada cual oye, baila y canta lo que guste, también lo es que estos sones, de brillantes y originales, tienen más bien poco. Puestos a ser diferentes, desde la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) te proponemos una serie de ritmos con los que disfrutar los diversos momentos que vivirás este verano. ¿Sus autores? Seguro que te suenan. Brahms, Beethoven, Verdi, Falla o Debussy. Sí, son clásicos. ¿Y qué? Sus creaciones son inmortales y, pese a menudo resultar desconocidas, nada les impide convertirse en la música de moda que logre que el verano suene y se mueva a ritmo de clásico.
“Tenemos que aprender a escuchar música clásica sin complejos, junto con toda la demás, como un repertorio más, sin despreciar al resto, y escuchando lo que te vaya gustando, lo que vayas descubriendo, poco a poco pero con naturalidad”, explica Alfonso Elorriaga, coordinador académico del Grado de Música de UNIR. En su libro ‘¡Música, maestro!’, recoge una serie de sugerencias que, a modo de introducción, pueden ser la banda sonora de tus vacaciones. Luego quedará en tu mano bucear con mayor profundidad y crear tu propia lista de reproducción.
Tras decir adiós a los apuntes, apagar ordenadores y cerrar los libros, iniciemos el viaje, en todos los sentidos. Porque para amenizar el trayecto, ya sea en coche, autobús, tren, avión o barco, recurre al prolífico Mozart y, por ejemplo, su ‘Dies Irae’, repleto de sonoridad y solemnidad, con contrastes entre forte y piano y cierta agresividad en las cuerdas y percusión que reflejan tensión, miedo y esperanza. Algo dramática, pero perfecta para combinarla con cualquiera de las vibrantes interpretaciones que con sus guitarras eléctricas realiza la orquesta Sinfonity, si bien resulta especialmente motivadora su versión de ‘La tormenta’ de Vivaldi.
Después de un largo trayecto, y si has sufrido atascos o retrasos con más razón aún, poner un pie en tu destino se merece todo “un patrimonio cultural de la Humanidad”, el ‘Hallelujah’ de Händel. Ya en el lugar de destino, empieza la verdadera diversión. Un recorrido intenso por la ciudad o localidad en cuestión es mejor realizarlo a ritmo de ‘La danza húngara’ de Bramhs o de ‘La cabalgata de las valkirias’ de Wagner. Dinámicas, excitantes y exaltantes, te incitarán a un paso ligero y animado y, en caso de que el tiempo no acompañe, seguro que evitan que el ánimo decaiga. En cambio, si prefieres el campo y has optado por una casa rural, un paseo campestre bien merece la suite sinfónica ‘Peer Gynt’ de Edvar Grieg.
‘Pictures at an exhibition’, de Mussorgsky y versionada por Ravel, resulta idónea para la, por lo general, usual visita museística. Eso sí, procura organizar previamente el recorrido por los diversos lienzos y esculturas, para que coincida con los diferentes estados de ánimo a los que te transportan sus acordes.
Niños, puestas de sol y Perseidas
Los amantes del firmamento no pueden faltar a su habitual cita veraniega con las Perseidas con ‘In paradisum’, de Faure, de fondo. “Su música es transparente, carente de complicaciones técnicas y estéticas”, apunta el coordinador académico de UNIR. Una tarde de helados, piscina y columpios con los más pequeños de la casa se disfruta más si es con ‘Escenas de niños’ de Schumann, cuyo piano evocador recuerda la infancia del compositor. La divertida ‘El carnaval de los animales’, de Saint Saëns, es perfecta para una vista al zoo mientras que ‘La sinfonía de los juguetes’ hará las delicias infantiles con sus sonidos de cuclillo, ruiseñor, carraca, trompetas de juguete, glockenspiel, reclamos para pájaros y flautas de pico. Por último, el ‘Cascanueces’ de Tchaikosvky os trasladará a un mundo de inocencia y magia.
Tras tanta actividad, el ‘Nessun Dorma’ o ‘Que nadie duerma’ de Puccini pone un inmejorable broche de oro para disfrutar de una puesta de sol a pie de playa. Aunque también tienes la alternativa más tranquila de la ‘Quinta sinfonía’ de Mahler, un canto al amor, la muerte y la exaltación de la naturaleza “cuyo adagietto ha pasado a la historia como una de las páginas más bellas jamás escrita”, indica Elorriaga. Y si lo tuyo es hacerlo desde una terraza caña en mano, el canto a la libertad y la esperanza del coro a los esclavos de la ópera ‘Nabucco’ de Verdi supondrá el perfecto acompañamiento.
Unas vacaciones que se precien no lo serían si no hubiera algún banquete o comilona de por medio. Las enormes dimensiones y brillante orquestación del ‘Tafelmusik’ de Telemann guiarán toda la cita gastronómica, por extensa que sea. Y si la fiesta y el baile son lo tuyo, seguro que no pararás de moverte con ‘La danza final’ (Malambo) de la Estancia, de Alberto Ginastera, exuberancia musical y rítmica del folklore argentino que desemboca en una explosión de energía y un ritmo in crescendo en intensidad y tiempo. De igual modo se puede aplicar a la ‘Danza ritual del fuego’ de Manuel Falla.
Llega el momento de retirarse. Pero el calor aprieta y dormir se hace impensable. La sensibilidad y el buen gusto de Debussy –“evocador de un estado de ánimo, sentimiento o atmósfera”- y su etéreo y relajante ‘Claro de Luna’ te invitarán a caer en brazos de Morfeo. También lo harás con el piano de ‘Gnosiennes’, de Erik Satie, “que mostró un discurso musical estático, meditativo, trascendental y contemplativo”, constata el experto de UNIR.
No nos olvidamos de aquellos a quienes os toca estudiar o trabajar en estas fechas. Buenas dosis de paciencia y la ‘Suite nº1 para violonchello en Sol Mayor BWV1007’ de Bach harán que la espera sea más llevadera “con esta auténtica joya de la historia de la música”, concluye el profesor de UNIR. En el Grado de Música que coordina podrás descubrir todas estas y muchas más composiciones musicales, además de ‘aprender’ a escuchar música “de forma consciente” sin “tragarnos lo que tengamos a mano con tal de matar el hambre de oír la música que nuestro estado emocional del momento nos demanda”.