Román Rodríguez Curbelo
Las personas han perdido el miedo a los cambios permanentes. Aprender se ha convertido en una forma de vida. Yolanda Portolés, socia fundadora de la consultora Triat, analiza aquí los porqués de este nuevo escenario.
La pandemia hizo reflexionar a todo el mundo sobre su modo de vida. Marcó un punto de inflexión también en el rumbo de nuestras carreras profesionales y en el significado del trabajo en nuestras vidas. Comenzamos a plantearnos preguntas: “¿Qué nos aporta nuestro trabajo? ¿Qué le aportamos nosotros a él?”.
Revisamos nuestros objetivos y reevaluamos nuestras aspiraciones profesionales. Yolanda Portolés, ponente en el próximo Fórum Máster UNIR, lo resume en que, desde entonces, tratamos de ir laboralmente más allá: “Se trata de tener un propósito laboral bien definido”, explica.
Ahora tenemos más en cuenta nuestro desarrollo profesional y personal, otorgamos una enorme importancia al equipo humano que nos rodea o priorizamos la conciliación laboral.
Las empresas no son ajenas a esta transformación del concepto de trabajo. “En esta guerra por el talento, las compañías tienen claro lo que buscan los ciudadanos cuando afrontan un nuevo empleo. Y ya colocan a la persona en el centro de su gestión”, afirma esta experta.
Las corporaciones tienen en cuenta la futura experiencia del empleado dentro de su organización, analizan qué vivirá y sentirá mientras esté trabajando en ellas, qué necesita para poder desarrollarse y cuánto aprenderá a todos los niveles.
Transformación laboral
Entonces, ¿hoy es más fácil o más difícil que una persona se transforme y reoriente su trayectoria laboral? “Yo no utilizaría las palabras fácil o difícil sino frecuente”, asegura Portolés. El entorno laboral es hoy más impredecible y está más abierto a novedades. La pandemia lo evidenció con fuerza, pero esa tendencia ya venía de antes.
Las personas han perdido el miedo al cambio, y las empresas ya saben que no pueden ofrecer puestos de trabajo a los jóvenes del mismo modo que a las generaciones anteriores.
Una trayectoria de, por ejemplo, 15 años seguidos en una misma empresa era asumido hasta hace poco como algo bueno y admirable, una muestra de confianza mutua entre ambas partes e incluso de excelencia profesional.
Ahora, sin embargo, es una condición que genera cierta alerta, porque en este mercado laboral globalizado, más complicado y volátil, se valora especialmente la capacidad de innovar, de afrontar las novedades que se producen continuamente y de integrarse en equipos diversos y transversales.
En el presente mundo laboral cobra especial relevancia otro concepto: la adaptación. Portolés subraya que la capacidad de aprendizaje ya es en sí misma una competencia profesional, el denominado lifelong learning, la educación a lo largo de toda una vida. Somos, por lo tanto, más responsables que antes de nuestra empleabilidad, de nuestro futuro laboral.
“Hoy conviven aprendizajes de todo tipo. Unos más formales y reglados, relacionados sobre todo a etapas académicas. Otros surgen en nuestras primeras etapas laborales, como los referidos a metodologías o a competencias digitales. Hay que despertar la curiosidad, que nos ayuda siempre a progresar y a desarrollarnos”, indica la fundadora de Triat.
Ondulaciones, no escaleras
Portolés va un paso más allá e ilustra el presente y el futuro de este escenario laboral con una metáfora.
Antes, los trabajadores imaginaban la proyección futura de sus trayectorias como carreras lineales, semejantes a escaleras verticales cuyos peldaños iban ascendiendo poco a poco. Los cambios consistían entonces en subir por esos escalones bien delimitados, ascender en la empresa en un determinado momento y hacia una posición concreta. De lo contrario, el empleado corría el riesgo de estancarse.
Ahora no ocurre lo mismo. El dibujo ya se pinta diferente: son ondulaciones. Las posibilidades de apertura a nuevas carreras y empresas, a nuevos puestos de trabajo, a nuevas áreas de conocimiento, acaban así con el paradigma de las carreras lineales y dibujan carreras onduladas, más flexibles y quizá también más interesantes.
Momentos para reflexionar y decidir
Este paradigma facilita asimismo otro planteamiento novedoso: los llamados career breaks, intervalos de tiempo puntuales en los que una persona se detiene, toma consciencia de su momento profesional, reevalúa sus posibilidades y decide en consecuencia: seguir formándose, cursar una carrera o especializarse mediante un posgrado, trasladarse a otro país, aprender idiomas, descansar y reflexionar durante una temporada sabática… Incluso cuidar a familiares mayores o recién nacidos.
Hasta hace no mucho este fenómeno se trataba de ocultar o se penalizaba, era fuente de desconfianza. Actualmente se entiende de otra forma. De hecho, la idea está tan asentada que hasta en los perfiles laborales de la red social LinkedIn se permite incluir este nuevo espacio en la vida laboral (y en la vida, a secas) de una persona y se cuenta lo qué se ha hecho en él.
Es decir, que hasta este período tiene un sentido de formación, de renovación, lejos del prejuicio que lo reducía a una simple pérdida de tiempo.
Portolés habla con autoridad sobre este escenario porque, entre otras cosas, es a lo que se dedica en Triat. Orienta a personas que quieren dar un vuelco a sus trayectorias, siempre en base a decisiones bien cimentadas en un conocimiento preciso sobre qué quieren seguir haciendo y, por supuesto, con sus valores y propósitos.
Variables que ya no se pueden pasar por alto. Y que en el Fórum Máster de UNIR, que se celebrará los próximos 25 y 26 de octubre, abordará en profundidad y desde los distintos ángulos posibles.
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