José María Fillol Cuadrado
Un espacio de debate organizado por la Universidad Internacional de La Rioja sirvió para abordar los roles y mecanismos que deben articular Gobierno, universidades y agencias reguladoras en materia de certificación de la calidad educativa.
Con motivo de la visita de rectores y altos directivos de una quincena de universidades latinoamericanas, la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) programó en la sede en Madrid de PROEDUCA una agenda de sesiones informativas y espacios de debate.
Algunos representantes de la comitiva sudamericana participaron en las tres mesas redondas desarrolladas durante la jornada, junto con académicos de UNIR. Una de estas mesas fue ‘La cultura de la evaluación en la enseñanza superior: diversas miradas’, en la que se abordaron los roles y mecanismos que deben articular gobierno, universidades y agencias reguladoras en el ámbito de la evaluación y acreditación de las instituciones de educación superior.
Ignacio Hierro, director de Calidad de UNIR, moderó el debate, quien ya en sus palabras introductorias puso en el centro de la discusión los papeles de evaluadores y evaluados. “Los procesos de evaluación deben ser consistentes, empezando por los de los principales actores. El rector que no se evalúa, se devalúa”, afirmó.
Ignacio Hierro, director de Calidad de UNIR, se encargó de moderar el debate.
Para Federico Morán, director de la Fundación Madri+d, Gobierno, universidades y agencias reguladoras tienen cada uno su rol dentro de la cultura de la evaluación, aunque deben tienen que tener la intención de establecer un punto de convergencia que propicie la calidad educativa. “Los gobiernos deben ser menos agentes reguladores y avanzar más hacia un modelo de confianza en las universidades; y que éstas actúen con libertad a través de sus propias decisiones y con los mecanismos idóneos para hacerlo bien”, señaló.
En parecida línea, Jaime de la Ossa, rector de la Universidad de Sucre (Colombia), incidió en la desregularización, “la cual debe ser responsable, ética, práctica y moralmente viable”.
En la prolongación de su argumentación, el académico aportó una visión práctica y social. “Una universidad no se puede medir por el volumen de cuántos papers publica, o por pasar periódicamente un check list de si cumple o no, sino que debe ser medida por su impacto en la sociedad. A ésta hay que darle esos jóvenes que tienen la oportunidad de cambiar por mediación de la educación”, determinó.
Jaime de la Ossa, rector de la Universidad de Sucre (Colombia).
Juan Antonio Bazán, docente ordinario de la Universidad Nacional de San Marcos (Lima-Perú), reflexionó sobre la sociología del conocimiento aunado al carácter de ‘universitas’. “El sistema universitario es un campo de conflictos permanentes, por la administración misma del capital académico. De esa confrontación de ideas en las diversas áreas del conocimiento debe surgir la calidad de la enseñanza y la propia acreditación”, comentó el profesor de la universidad decana de América.
El moderador incluyó en el debate la variable de la virtualidad en el proceso de aprendizaje. “Aunque la universidad clásica se resiste, es inexorable el avance hacia lo online, impulsado por los propios estudiantes, por su interrelación distinta a la hora de adquirir conocimientos”, destacó Ignacio Hierro.
La idea fue subrayada por Jaime de la Ossa, al concluir que “la universidad tiene un papel protagónico en una sociedad cada vez más diversa y conectada. De como responda ante esta situación, tiene que reflejarse también en los sistemas de acreditación y evaluación”.
Los representantes de la quincena de universidades latinoamericanas tuvieron la oportunidad de participar en otras sesiones de debate en días posteriores, encuadradas en las jornadas ‘Futuro en Español’ que el Grupo Vocento y Diario La Rioja, con la colaboración de UNIR, organizaron en Logroño el 23 y el 24 de octubre.