El filósofo diserta sobre "Generar talento" en la sede de la fundación FUNCIVA, en un acto coorganizado por UNIR.
“Creo que no vamos a llevar a la práctica la reforma necesaria, y la culpa será de los políticos, pero también de nosotros, de la sociedad”, dijo anoche el filósofo y catedrático José Antonio Marina refiriéndose a la urgente transformación de la Educación que necesita España. Marina pronunció una conferencia sobre Generar talento en la sede de la Fundación Ciudadanía y Valores (FUNCIVA), coorganizada por UNIR, y luego intervino en un debate en el que sostuvo: “Hasta que la Educación no se convierta en la primera preocupación de los españoles en las encuestas del CIS, no habrá nada que hacer. Mejorar la Educación no intranquiliza, no creemos que influya en nuestro estilo de vida”. Por lo que respecta a los políticos fue aún más duro.
El celebrado autor de Teoría de la inteligencia creadora y de Despertad al diplodocus expuso sus tesis para la reforma de la profesión docente, tal y como las ha recogido en el Libro Blanco que entregó el pasado diciembre al ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo. Del Libro Blanco destacó el OBJETIVO 5-5-5, porque es una propuesta articulada a los partidos políticos. Según Marina, en cinco años podríamos disponer de una escuela de alto rendimiento con un presupuesto del 5% del PIB y con cinco objetivos: 1. Reducir el fracaso escolar al 10 por ciento; 2. Subir 35 puntos en PISA; 3. Aumentar el número de alumnos excelentes y reducir la distancia entre mejores y peores en el mismo centro; 4. Atender debidamente a los alumnos con necesidades educativas especiales; y 5. Incluir en los currículos las “habilidades para el siglo XXI”.
Pero Marina fue más allá en la manera de manifestar gráficamente lo que piensa.
En primer lugar, subrayó que el talento son dotes naturales (más o menos inteligencia) y saber jugar (hábito), como en el póker. “Un chico con un coeficiente intelectual altísimo pero que acabe en la cárcel por meterse en tráfico de drogas está claro que no tiene talento, el talento viene después de la educación”. Pero el talento depende también del entorno social: “La convivencia con grandes artistas produce grandes artistas (efecto Médicis) y la convivencia con la necedad produce necedad”. Además, el tú es completamente necesario, la conversación. “De una conversación inteligente salen resultados ricos e inesperados”. Lo necesario al final era “la inteligencia ejecutiva”, la que sabe conducirnos certeramente por la vida.
Más: la Universidad actual debería hallar su identidad, “suponiendo que exista el concepto de Universidad y que no haya abdicado de su misión pedagógica.” Añadió: “No todos tienen que ser investigadores; a mí no me hubiera gustado tener de profesor a Einstein” porque “un gran investigador no tiene necesariamente que ser un buen profesor”.
Marina defendió que el control de la atención “está en el centro de la inteligencia”, que un burro conectado a internet “sigue siendo un burro”; que lo correcto no es hablar de “sociedad del conocimiento”, sino del “aprendizaje”, y que aprendizaje es “memoria en el sentido no solo de repetir, aunque también; incluye crear hábitos de eficacia, de asimilar conceptos.”
Como hablar de “esfuerzo” y hablar de “virtud” se asocia (indebidamente) a la derecha, él utilizaba los términos equivalentes de “perseverancia” y “hábito”.
Finalmente, se mostró muy partidario del método de enseñanza por proyectos en escuelas bien dirigidas, con directores bien motivados, y de abreviar los currículos.