Según el informe 'Futuros de la Educación Superior', la universidad del futuro debe afrontar seis desafíos si quiere ser relevante, comenzando por el aprovechamiento de las tecnologías disruptivas.
“La COVID-19 ha acelerado el ritmo de tendencias globales que están transformando la educación superior” afirma Rafael Puyol, presidente de UNIR en la introducción del informe ‘Futuros de la Educación Superior’, elaborado por la consultora Minds Studio. Y añade que la universidad que quiera ser relevante en un futuro próximo debe seguir, al menos, seis recomendaciones para afrontar otros tantos desafíos, “una guía de cambios convenientes de gran utilidad para responsables académicos” que plantea el informe.
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Recomendaciones
Las recomendaciones son estas:
1.- Aquellas instituciones que sepan aprovechar el potencial de las tecnologías disruptivas tendrán un mercado cada vez más grande. Las demás se podrán mantener, pero con una relevancia decreciente. Eso implica apostar por herramientas tales como la Inteligencia Artificial, que se prevé que genere un mercado de más de 6 billones de dólares en 2025.
2.- Deberán llegar a alianzas con las compañías tecnológicas. Si no se hace así, pocas instituciones educativas podrán sobrevivir. “Si Google y MIT crean un nuevo título de Cloud Computing global digital y a un coste diez veces menor que un título presencial de una universidad en España ¿qué se le recomendaría a un alumno que quiere estudiar una carrera con una prometedora oportunidad laboral?” – se pregunta el informe-.
3.- Deberán ofrecer formación a la carta. Programas, como los del modelo Netflix, orientados a una preparación inicial o continua. “Creemos -señala Minds Studio- que las universidades se encuentran en una posición similar a las televisiones públicas y privadas que a principios del siglo XXI (Ámbito local/ nacional, origen analógico, parrilla de contenidos) vieron afectado su modelo de negocio con la aparición del streaming online dominado por las grandes empresas tecnológicas de ámbito global.
4.- Los proyectos educativos deberán seguir el modelo de los juegos virtuales para conseguir lo mismo que ellos: comunidades globales cuyos miembros comparten una identidad, un lenguaje y mediante su práctica desarrollan habilidades. Como apuntan los autores del informe, “la educación superior está más cerca del mundo de los videojuegos de lo que se podría imaginar”.
5.- En la educación superior se creará un ecosistema en el que cada institución se especialice en una o varias tareas (admisiones, acreditación, diversos servicios etc.) y deje a las demás la realización del resto. Las universidades deben interrogarse por aquellas funciones en las que tienen mayor fortaleza y favorecer este tipo de alianzas. ¿Por qué crear, por ejemplo, todo un sistema de análisis de datos de los alumnos desde cero, si puedo conectarme de manera simple con un proveedor especializado en ello?
6.- Debe apostar por la formación continua que permite al estudiante estar al día a lo largo de su vida laboral. Cada universidad debe preguntarse ¿qué producto va a actualizar al alumno en sus próximos 60 años? No parece descabellado pensar, por ejemplo, que Harvard o MIT creen productos educativos basados en un modelo de subscripción en el que cada año se actualicen los contenidos que permitan a un profesional estar actualizado.
La transformación digital ha supuesto “un gran salto adelante” de la educación superior, hace notar Rafael Puyol. El imparable proceso de digitalización dará un impulso definitivo a la formación 100% on line y a la híbrida; y a la necesidad de nuevos formatos de aprendizaje para satisfacer la demanda de los estudiantes en un entorno laboral que nada tiene que ver con el que hemos conocido hasta ahora.
Eso supone también fórmulas pedagógicas nuevas: el profesor pasa a convertirse en facilitador, el alumno adquiere mayor autonomía y responsabilidad; y el aprendizaje se hace más activo y eficaz.
Universidades sin campus
El informe detalla varios proyectos educativos de éxito que responden a estas tendencias y que tienen dos rasgos en común: nuevas formas de enseñar (y aprender) y fuerte impregnación tecnológica.
Es el caso de Minerva, plataforma sin campus ni edificios académicos, que imparte el currículum interdisciplinar 100% online por streaming, con tecnología propia y con sus profesores y alumnos distribuidos por el mundo. Su exitoso modelo pedagógico se basa en el aprendizaje activo en línea.
O el de la London Interdisciplinary School, que basa su pedagogía en presentar a los alumnos problemas complejos cuya solución no está acotada a una disciplina concreta. “¿Cómo ponemos un hombre en la luna antes de que acabe la década?” o “¿cómo podemos erradicar el polio? son ejemplos de problemas complejos que se ajustan a ese modelo pedagógico.
Otro ejemplo es la plataforma Openclassroom, con una fuerte conexión con el mundo laboral. Una de sus propuestas más innovadoras es su programa de Apprenticeships, que parte de necesidades concretas de las empresas a la hora de diseñar los cursos con los conocimientos y habilidades requeridas para ese trabajo.
El informe de Minds Studio incluye además, entre otras iniciativas, los modelos de evaluación por proyectos de Olin College; y los modelos de aprendizaje experiencial de The Red House.
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