Beatriz Corral
Un estudio de UNIR con 12.285 menores de entre 11 y 18 años muestra una prevalencia del uso problemático -asociado con una pérdida significativa de la calidad de vida- en el 18,5%, y el 4,9% presenta el perfil más grave
El abuso, la violencia o las adicciones son problemáticas psicosociales clásicas que tienen su reflejo online en cuestiones tan preocupantes como el cyberbullying, sexting o nomofobia, entre otros. Frente a ellos, los más pequeños carecen de herramientas adecuadas para hacerles frente. Una situación generada por varios factores. El primero, el hecho de que casi el 96% de más de 25.000 adolescentes españoles con edades comprendidas entre los 11 y los 18 años tienen un smartphone propio.
De ellos, en torno a un 87% lo usa a diario. Son la denominada Generación Z, aquellos menores nacidos a partir del año 2000 y que, en gran medida, se caracterizan por una utilización masiva y diaria de Internet en los teléfonos móviles a una edad cada vez más temprana. Si a ello se le añade la falta de supervisión familiar y de normas claras sobre su uso, se conforma el caldo de cultivo perfecto para que surjan las mencionadas problemáticas que afectan con mayor virulencia a los niños y adolescentes.
Consciente de ello, desde el grupo de investigación en Ciberpsicología de UNIR se ha llevado a cabo un ambicioso estudio en 59 centros educativos. En él han participado 12.285 adolescentes de entre 11 y 18 años matriculados en los cursos desde 1º de ESO hasta 2º de Bachillerato. El estudio ha analizado los perfiles relativos al uso problemático de Internet y el impacto negativo que este tiene sobre la calidad de vida relacionada con la salud.
El resultado ha indicado que el uso problemático de Internet se extiende entre el 23,4% de los adolescentes. De ellos, además, un 4,9% presenta el perfil más grave. Mientras que solo el 58% de los participantes utilizan Internet sin problemas.
Además, se constató que todos aquellos que tenían un uso más o menos problemático de Internet presentan también una pérdida en la calidad de vida. Especialmente los casos más graves, que ven afectado su bienestar físico y psicólogico. Ejemplo de ello son los cambios en su actividad física, el disfrutar menos de la vida, la pérdida del sentido del humor, el sentirse mal y sin ganas de hacer nada, no tener tiempo para sí mismos… Además de lo anterior, se pueden presentar problemas relacionados con el apoyo social que reciben de sus iguales o de sus familias y también en el contexto escolar, donde no prestan atención en clase o se llevan mal con los profesores.
“Hemos enfocado este estudio bajo la perspectiva de entender el uso problemático de Internet como un déficit de los recursos relacionales y de creación de relaciones, no como una adicción sin sustancia ni un trastorno del control de los impulsos”, especifica Joaquín González-Cabrera, responsable del grupo de Ciberpsicología de UNIR y autor de correspondencia del trabajo. “De esta manera”, prosigue, “se hace hincapié en las posibles disfuncionalidades que supone el consumo de Internet para el sujeto en su vida; fundamentalmente por la regulación del estado de ánimo a través de Internet ya que algunos participantes prefieren la interacción online que hacerlo cara a cara mirando a alguien a los ojos”.
Por su parte Juan Manuel Machimbarrena, primer firmante del estudio, profesor de la UPV-EHU y miembro del equipo de Ciberpsicología de UNIR, indica que “el uso de Internet no es nocivo en sí mismo, pero puede ser perjudicial cuando existe un uso compulsivo, se padecen consecuencias negativas para la vida o existe una preocupación por no estar conectado”. Es decir, en estos casos, existe una propensión a pensar en las interacciones sociales online mientras se está lejos de Internet o se anticipan las que se tendrán cuando el menor vuelva a conectarse.
Otra de las autoras del artículo, Jéssica Ortega-Barón, destaca la necesidad de trabajar estas problemáticas en las aulas. Y, para ello, incide en la importancia de utilizar programas generales de prevención de los riesgos de Internet que respondan a esta y otras realidades que cada vez son más frecuentes en los adolescentes. En ese sentido, la docente de UNIR recuerda que desde su grupo de investigación se ha elaborado Safety.net, encaminado a prevenir riesgos cibernéticos como el uso problemático de Internet.
Por último, Joaquín González-Cabrera alaba el papel valiente de las administraciones públicas que participaron en el estudio, ya que la “única manera de mejorar la realidad de nuestros adolescentes es conocerla y es importante que los políticos y gestores den un paso al frente en esta línea”.
El estudio puede consultarse en la prestigiosa revista International Journal of Environmental Research and Public Health en el monográfico sobre Internet-Related Addictions and Health.