Sara Puerto
Investigadores de varias universidades, entre ellas UNIR, han analizado el impacto de la instalación de estas infraestructuras energéticas, mayoritariamente turbinas flotantes, sobre las zonas protegidas Natura 2000.
Nueve zonas destinadas a la energía eólica marina y un proyecto piloto en el Mediterráneo occidental se solapan o limitan con áreas marinas protegidas que forman parte de la Red Natura 2000, según un estudio en el que participa la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), junto a la Universitat de Girona (UdG), el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), la Universitat de Barcelona (UB) y la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).
En la actualidad, hay 47 zonas y tres proyectos piloto en el Mediterráneo occidental destinados al desarrollo de energía eólica marina. De este total, el estudio detalla que cuatro de estas zonas y un proyecto piloto se solapan con alguna área marina protegida Natura 2000; cinco zonas son adyacentes; y el 90 % del resto se sitúa a una distancia de menos de 30 kilómetros.
Mapa del Mediterráneo occidental, con los proyectos piloto y las zonas de desarrollo de energía eólica marina, así como las diferentes categorías de áreas Natura 2000. (Fuente: https://academic.oup.com/view-large/figure/414604368/fsad131fig1.jpg).
El equipo científico formado por especialistas en biología marina, oceanografía física, geografía, derecho e ingeniería pide “cautela” en el estudio publicado recientemente en la revista internacional ICES Journal of Marine Science con el título Floating offshore wind farms in Mediterranean marine protected areas: a cautionary tale.
La investigación es fruto del proyecto BIOPAIS, que coordina la Universitat de Girona y que cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea a través de los fondos NextGenerationEU.
Protección de la biodiversidad
El artículo evalúa por primera vez en el Mediterráneo el desarrollo de la energía eólica marina dentro o en los alrededores de los espacios Natura 2000 y otras áreas protegidas con categorías como las zonas declaradas oficialmente para conservar aves (IBA), mamíferos marinos (IMMA) o rayas y tiburones (ISRA). El equipo científico ha tomado como ejemplo el Mediterráneo occidental y, concretamente, los casos de Francia, Italia y España, donde se han propuesto la mayoría de los proyectos eólicos de este mar.
El trabajo incluye recomendaciones para abordar el desarrollo de la eólica marina para preservar las áreas marinas protegidas de los potenciales efectos negativos de la instalación de estas infraestructuras energéticas, mayoritariamente de turbinas flotantes, “una tecnología muy incipiente de la que todavía hay muy poca información sobre sus impactos ecológicos”.
Así, concluye que, como norma general y prioritaria, el desarrollo de la energía eólica marina en el Mediterráneo debería quedar excluida de los lugares Natura 2000 y de cualquier otra área marina protegida, así como de sus zonas adyacentes. Una norma también “debe incluir las pruebas piloto”.
Según los investigadores, “no se debe dar por hecho que el desarrollo de este tipo de proyectos pueda ser beneficiosos para la biodiversidad, como algunos estudios en el mar del Norte concluyen, ya que esto debe analizarse caso por caso, especialmente en un mar como el Mediterráneo, donde no hay estudios al respecto”.
Principio de Precaución
“En todos los casos, se debería respetar el principio de precaución teniendo en cuenta la profunda interacción entre las áreas marinas protegidas y los proyectos de eólica marina, y la poca información existente sobre los impactos ecológicos de la eólica flotante –como la que se quiere instalar mayoritariamente en el Mediterráneo, por ejemplo, en el golfo de Roses–, a diferencia de lo que ocurre con la eólica fija, básicamente utilizada en el mar del Norte”, refieren los autores.
El estudio recalca la necesidad que se hagan evaluaciones científicas apropiadas, como indica la normativa europea, para aquellos proyectos que pueden afectar a las zonas Natura 2000. “Estas evaluaciones, que son obligatorias, deben ser rigurosas e independientes de los estudios de las empresas energéticas promotoras y deben determinar, caso por caso, la viabilidad o no de cada proyecto”, añaden los investigadores.
“Pese a que estas iniciativas pueden aportar beneficios en términos de reducción del CO2 y de seguridad energética, hay que valorar muy bien los riesgos para la integridad ecológica de las zonas protegidas afectadas“, concretan. Aunque este estudio se centra en el Mediterráneo occidental, los autores consideran que las lecciones aprendidas pueden ser útiles para otros mares y océanos.
Referencia bibliográfica:
Josep Lloret, Paul Wawrzynkowski, Carlos Dominguez-Carrió, Rafael Sardá, Climent Molins, Josep Maria Gili, Ana Sabatés, Josep Vila-Subirós, Laura Garcia, Jordi Solé, Elisa Berdalet, Antonio Turiel, Alberto Olivares, Floating offshore wind farms in Mediterranean marine protected areas: a cautionary tale, ICES Journal of Marine Science, 2023; fsad131, https://doi.org/10.1093/icesjms/fsad131