La profesora de UNIR ha tenido el lujo de participar en la reunión que un grupo de guionistas y cineastas mantuvieron con Martin Scorsese en Oviedo. Una auténtica masterclass de la que Lucía Tello Díaz nos da las claves.
La vida, como todo buen guion, es impredecible. Y la profesora Lucía Tello lo sabe muy bien, ya que jamás imaginó, ni vagamente, que algo tan impensado como conocer a Martin Scorsese pudiera hacerse realidad. Pero así fue, el pasado jueves 18 de octubre, la experta en cine de UNIR fue invitada por el sindicato de guionistas ALMA a una reunión con el gran maestro americano en el marco de los Premios Princesa de Asturias.
“Tuve la inmensa fortuna de hablar y, sobre todo, de escuchar a Scorsese, uno de esos maestros cinematográficos a los que el tiempo y la justicia han acabado por conceder la categoría de genialidad”, asegura la docente. En la reunión que mantuvo con jóvenes cineastas y guionistas, Scorsese dio una auténtica lección de humildad y de discernimiento, algo que no solo le ha enriquecido como profesionales del medio, sino especialmente como docente.
La suya fue una auténtica masterclass y, en consecuencia, Tello ha extraído determinadas claves que pueden resultar de gran utilidad a los futuros profesionales que ahora cursan el Máster en Creación de Guiones Audiovisuales y el Grado de Comunicación de UNIR. Aplicar estas lecciones quizá no granjeará un Oscar o un Princesa de Asturias a corto plazo, pero llevarlos a cabo contribuirá a interiorizar la profesionalidad como pauta rectora.
- Ahondar en el conocimiento
Escribir y hacer cine es cuestión de vocación e inspiración, pero esto no es óbice para que no sea necesaria una profunda revisión de los clásicos. Conocer a Alice Guy y a David Lynch; admirar a Luis Buñuel y a Elia Kazan. El cine, indica Scorsese, es un constante diálogo con quienes nos precedieron, con quienes compartieron con nosotros esa misma pasión. Caminamos a hombros de gigantes, sostenía Newton. En consecuencia, conozcámoslos.
- Perseverancia para no ceder al desánimo
Es fácil desanimarse en un universo donde todo parece diseñado para frenar nuestra creatividad. En ocasiones el cine es ingrato, y ese pulso desgasta tanto al profesional como al que se está abriendo camino en el entorno cinematográfico. No obstante, incluso Scorsese ha tenido serios problemas de financiación para su última película, debiendo esperar a que la plataforma Netflix diera luz verde a su proyecto en última instancia. Si Scorsese puede esperar, nosotros también.
- Respeto por los maestros y sana autocrítica
Todos nos sabemos creativos y nos regimos por nuestros propios impulsos, sin embargo, no está de más recordar que siempre hay maestros que nos pueden guiar. Cuando Scorsese rodó El color de la noche (1986) con Paul Newman, se sintió absolutamente subyugado por la presencia del actor de Ohio, lo cual no impidió que se repusiera y sacase adelante una de las mejores películas de su filmografía. Sin envanecimiento ni engolamiento, solo guiado por un profundo respeto.
- Fomentar el compañerismo
El cine es un arte colaborativo, acaso el más colaborativo de todos. Por ello es fundamental contar con la ayuda de los demás profesionales, amén de saber rodearse de los mejores colaboradores para sacar adelante cualquier proyecto. Scorsese lleva más de treinta años trabajando con Thelma Schoonmaker, la montadora que le otorgó tres Oscar por Toro salvaje (1980), El aviador (2004) e Infiltrados (2006). La veneración por Schoonmaker se deja traslucir por cada una de las palabras del director. Han llegado a la comunión perfecta, afirma, sabiendo cada cuál el rol que posee en el proceso creativo, respetándose mutuamente de un modo encomiable.
- La igualdad sin fingimiento
Como comunicadores, tanto guionistas como directores deben afianzar una posición ética ante la sociedad. No recuerdo una sola frase pronunciada por Martin Scorsese que no contemplase sin ambages la inclusión del género femenino. Y lo hacía sin afectación ni fingimiento, de una manera completamente natural. Las mujeres forman parte del mundo del cine y de la audiencia, por lo tanto, a ellas también va dirigido el discurso resultante de nuestro trabajo, no podemos olvidarlo.
- El mundo como fuente de inspiración
Escribir o rodar sin conocer el mundo, es una actividad yerma. Si deseamos representar la realidad deberemos adentrarnos en ella, de manera que entremos en comunión con aquello que nos rodea. Sin experiencias vitales, por trágicas o incluso anodinas que sean, no seremos capaces de comunicar.
- La película como eje
Aprender las normas cinematográficas es imprescindible no solo porque así haremos buen cine, sino porque también así estaremos facultados para adaptarlas al objetivo de nuestra película. Si una cinta requiere de una medida extraordinaria, habremos de aplicarla. Scorsese es un gran conocedor de la gramática audiovisual y, sin embargo, no duda en saltarse la continuidad (el temido raccord) cuando la película demanda un corte o un giro inesperado. Conseguiremos mayor libertad cuanto mayor conocimiento tengamos.
- La búsqueda de lo cinematográfico
Según el cineasta neoyorkino, historias como Las zapatillas rojas (1948, Michael Powell, Emeric Pressburger) solo pueden ser contadas a través del cine. Sus elementos constituyentes son tan cinematográficos que no cabría pensar en ellos con ningún otro formato. Para hacer cine, insiste Scorsese, hay que centrarse en las historias verdaderamente cinematográficas. Las demás tiene sus propias formas de expresión.
- El encuadre es informativo
Todo lo que sucede dentro del cuadro importa, por eso cuanto mejor compuesto esté, mayor información podrá aportarse al espectador. Eso no significa que no haya elementos fuera de cuadro, al contrario, son elocuentes y expresivos, pero una imagen debe mostrar, informar y estar perfectamente compuesta.
- Los actores son la clave
Ninguna película sobrevive sin actores. Al contrario que Hitchcock, quien los consideraba “ganado”, Scorsese realiza una selección de intérpretes del más alto nivel, con los que consigue una alquimia perfecta entre idea, expresión y resultado. Así ha trabajado con los más grandes actores de Hollywood, entre los que destaca Paul Newman, Gregory Peck, Robert de Niro, Robert Mitchum, Leonardo DiCaprio, Jodie Foster, Jack Nicholson, Emily Mortimer o sir Ben Kingsley. De cada uno ha obtenido su mejor versión, algo que enriquece el resultado final de la obra.
- Disfrutar del proceso
Cuando en 1983 Scorsese rodó El rey de la comedia, contó con el mítico Jerry Lewis en su papel principal. Con este descarnado retrato del universo cómico-televisivo no solo aprendió el valor de disponer de los mejores actores, sino también de disfrutarlos. En cierta ocasión, al preguntarle a Lewis por su carrera, este le contestó: “Sigo trabajando en esto porque disfruto. Incluso cuando estoy enfadado o lo parezco, estoy disfrutando”. Esa precisamente es la clave fundamental que remarca Scorsese, estar en esta profesión implica disfrutarla, de otra manera, el esfuerzo no merecería la pena.
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