Sus textos y las ilustraciones de Kike Ibáñez crearon la galardonada 'Barrio de Colores', una obra cuya fuerza, armonía e impacto revela toda una crítica social que hasta el 8 de enero puede verse y leerse en el Palacio Conde Duque de Madrid
Desde los niños que corretean por el parque ante la atenta mirada de sus progenitores hasta los abuelos que intercambian chascarrillos en pequeños círculos mientras las amas de casa realizan la compra, los adolescentes exploran las últimas aplicaciones móviles, los jóvenes pasean a sus mascotas y los operarios municipales reparan el enésimo desperfecto en el mobiliario público. La rutina cotidiana de un barrio es un microcosmos repleto de luminosidad, vitalidad, alegrías, penas, prisas, calma, amistades y desencuentros. La vida en estado puro. Pero… ¿Qué pasaría si un día unos extraños se llevaran las farolas y, en visitas posteriores fueran retirando sin pausa otros elementos, en apariencia de poca importancia, como pueden ser los bancos, los árboles, las macetas y hasta las papeleras? ¿Y si hasta se llevaran los colores? ¿Se apoderarían el caos y la tristeza del barrio y de sus habitantes?
Esta es la original premisa que constituye el argumento de ‘Barrios de Colores’, un proyecto que le ha valido a Ana González Menéndez, profesora de la Universidad Internacional de la Rioja, el premio ‘Lazarillo 2016’ de Álbum Ilustrado que concede la Organización Española para el Libro Infantil y Juvenil (OEPLI). Sus textos, junto a las ilustraciones de Kike Ibáñez, convencieron a los cinco integrantes del jurado, quienes no dudaron en elegirlo entre los 58 participantes tras destacar, de forma unánime, “la fuerza y el impacto de lo simple en la obra, simplicidad que responde a una idea compleja en la que los autores han sabido establecer una armoniosa y coherente composición entre texto, tipografía, forma y color”.
Tan laureado fallo fue acogido de diferente forma por sus protagonistas indiscutibles. “Sentí muchísima emoción, pero también un bloqueo momentáneo y agradecí el premio entre lágrimas de alegría“, rememora Ana González, quien reconoce que, en un primer momento, resultó “difícil” guardar el secreto hasta que la noticia fuera pública pero que, una vez dada a conocer, las felicitaciones, el cariño, la admiración y el reconocimiento de la gente “fueron increíbles”. Más escéptica fue la reacción inicial de Kike Ibáñez. “Cuando me llamaron creí que era de una compañía telefónica para darme la tabarra, luego al descolgar y saber que era la OEPLI, pensé que era para decirme que debía algo de derechos de autor”, admite entre carcajadas. Y es que no todos los días recibe uno tan buena nueva. “No podía creer que fuera para algo tan bueno y que una obra de crítica social como Barrios de Colores había ganado un premio nacional y cultural; después de colgar estaba tan contento que estuve bailando en el salón de mi casa unos seis minutos”, admite, satisfecho de todo el esfuerzo y dedicación invertidos en este proyecto.
7 de enero, entrega del premio
Un álbum cuya idea original se gestó hace tiempo. El detonante, una visita de Kike a casa de sus padres. Pero como sus progenitores aún no estaban, el ilustrador optó por comprarse un refresco y esperarlos tranquilamente sentado en un banco “de los de toda la vida”. Cuál no sería su sorpresa cuando, tras dar varias vueltas por la zona, no halló ninguno de los asientos en los que se había acomodado siendo adolescente. El resto, como suele decirse, es historia.
Con el germen de la idea ya planteado, las palabras de Ana y los esbozos de Kike se fueron acoplando perfectamente, texto e imagen unidos gracias a un episodio, en apariencia anodino, que dio pie a esta historia que, según explican ambos, constituye “una metáfora del robo del Estado del Bienestar, donde se enfatiza la necesidad de cuidar y defender lo que tenemos y donde, de alguna manera, se aporta nuestro granito de arena para mejorar la sociedad”.
“Todo ello con herramientas e instrumentos tan aparentemente inofensivos como las palabras y las ilustraciones”, añade González. La docente de la Facultad de Educación de UNIR señala que resulta “gratificante y reconfortante sentir que las personas aprecian lo que haces y que con ello contribuyes a que se siga trabajando para enriquecer el ámbito cultural”. Parecido sentir es el de Ibáñez: ” Siempre quise dedicarme a la ilustración infantil para aportar mi granito a mejorar la sociedad”, concluye. Una labor que hasta el próximo 8 de enero puede verse y leerse en el Palacio de Conde Duque de Madrid con motivo del cuarenta aniversario del Salón del Libro Infantil y Juvenil de Madrid.
Además, este mismo sábado, a las 11 horas, tendrá lugar la entrega del galardón a ambos, en medio de un ambiente de celebración repleto de sorpresas. Un inmejorable regalo de Reyes que, por si fuera poco, tendrá la guinda de pastel en la próxima Feria del Libro de Madrid, donde acudirán junto para firmar ejemplares de su exitoso ‘Barrio de Colores’.
