Sara Puerto
Los jugadores tienen un mínimo del 33% de discapacidad y también un gran compromiso con los valores del deporte. La amistad y la autonomía personal es el premio.
Deporte y Educación Especial. Hay tantos valores, tantos aprendizajes compartidos, que el resultado de enlazar ambos no puede ser más positivo: se empieza poniendo en práctica el compromiso, el esfuerzo o la ejemplaridad propios del deporte y se acaba logrando autonomía y lo que no es menos importante: un grupo de amigos, que forman una “familia”. Así lo explica Carlos García Junco, docente de atención a la diversidad e inclusión educativa en los Grados de Maestro en Educación Infantil y Educación Primaria de UNIR, y entrenador del Real Oviedo Genuine, equipo integrado por jugadores con un mínimo del 33% de discapacidad intelectual.
“Empezamos hace cuatro temporadas con 16 jugadores y actualmente somos 26. Los únicos requisitos son tener más de 16 años y un 33% de discapacidad intelectual. También hemos creado una Escuela para los más pequeños, desde los seis años”, indica el míster.
Real Oviedo Genuine.
Los perfiles varían entre Síndrome de Down, Autismo, Trastornos de Personalidad o discapacidad derivada de distintos problemas de salud mental, en algunos casos en riesgo de exclusión social debido a situaciones familiares complejas. “A la labor deportiva, se suma el trasfondo social”, señala García Junco, que antes de entrenador, fue jugador durante 10 temporadas en Tercera división.
Apreciar el lado positivo
“El fútbol se vive de otra manera. No se valora tanto ganar o perder, es un ambiente mucho más sano que el que se percibe en la alta competición”, puntualiza este profesor. “Es muy gratificante -destaca de su experiencia como entrenador-. Se generan muchos aprendizajes intrínsecos, como que la vida debería ser más transparente, se aprende a apreciar el lado positivo de las cosas”.
Integrantes del equipo.
Todos los integrantes del cuerpo técnico tienen preparación en distintos campos de la Educación Especial, ya sea como maestros, logopedas… y utilizan estos recursos para reforzar que se comprendan mejor ciertos aspectos técnicos, así como para fomentar actitudes de responsabilidad o prácticas beneficiosas, como el mantenimiento de rutinas. Para ello, los jugadores, se reparten diferentes tareas (por ejemplo, sacar el material) y distintos roles dentro del equipo. Estos recursos educativos pueden aprenderse en el Máster en Educación Especial de UNIR
Sentimiento de familia
“Muchos llegan al equipo en etapa adulta, sin haber formado parte de un grupo”, apostilla García Junco, que habla de un sentimiento de “familia” que refuerzan en experiencias compartidas como los viajes. “En lo personal les permite formar un círculo de amistades, que fuera de los centros de Atención Especial no han tenido nunca”.
El equipo Real Oviedo Genuine es una iniciativa de la Fundación Real Oviedo. Organizan charlas en colegios ovetenses que imparten los propios jugadores, en las que cuentan su experiencia y contribuyen a visibilizar la discapacidad y los valores del deporte ante los más pequeños.
El equipo en el campo.
“Asombra el grado de sacrificio y compromiso como futbolistas”, afirma el entrenador, y agrega que formar parte del club les ha permitido también acceder al sistema educativo y también al empleo.
Actualmente, en el equipo y en la escuela hay 53 personas. No es lo más importante el palmarés, ni los resultados -aunque en las últimas temporadas han mejorado y se encuentran en el tercer puesto en la clasificación nacional-, sino el camino a la inclusión que representa la experiencia, una oportunidad de prácticas para estudiantes de grado o de investigación, comenta el profesor, en el campo poco explorado de la confluencia entre discapacidad y rendimiento deportivo.
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