Beatriz Corral
El profesor del Máster en Composición Musical con Nuevas Tecnológicas ha recibido el prestigioso galardón Jerry Goldsmith por su musicalización de un thriller que aborda la desaparición del cráneo de Goya
Sus obras son unas de las más representativas del arte nacional y, pese a que han transcurrido casi dos siglos, conservan plena su vigencia, su denuncia social, su fuerza narrativa. Como igual de actual es el misterio que rodea a uno de los artistas españoles por antonomasia: Francisco de Goya y Lucientes. O, más en concreto, a sus restos. Porque aun hoy en día se desconoce lo sucedido con el cráneo del genio de Fuendetodos. Sobre esta intrigante desaparición versa el documental ‘Oscuro y Lucientes’.
Un thriller en el que se narra cómo fue enterrado en 1828 en el cementerio local de Burdeos tras fallecer durante su exilio francés. Sin que nadie lo reclamara, pasarían décadas hasta que el cónsul español en Burdeos hallara por casualidad su tumba convertida en ruinas. Varios años y farragosos trámites más tarde, logró los permisos para exhumarlo y fue entonces cuando realizaron el macabro hallazgo. Leyenda, investigación e historia se dan la mano en un documental formado a raíz de fotografías, lugares, testimonios, informes policiales y pinturas para, como en la mejor historia del género policíaco, tratar de desentrañar el misterio.
Un apasionante recorrido de 82 minutos que no sería lo mismo sin la música de Eneko Vadillo. El profesor del Máster Universitario en Composición Musical con Nuevas Tecnologías ha sido premiado en los Jerry Goldsmith Awards, nada menos que los Oscar de la música para el sector audiovisual. El galardón distingue la labor y maestría de Vadillo como el artífice de la mejor banda sonora en la categoría de documental. Todo un reconocimiento a un trabajo donde Vadillo no ha dudado en arriesgar y explorar nuevas posibilidades, como el uso “radical” de los timbres y de la orquesta que muchos otros habrían descartado.
Así, a lo largo de la narración, el quinteto de madera compuesto por flautas, oboe, clarinete, fagot y trompa -acompañados en ocasiones del arpa- musicalizan toda la película excepto en el prólogo y el gran epílogo final. Juntos, actúan de manera “muy tímbricamente homogénea”, pero cuando suenan por separado consiguen “dibujar y crear los comentarios y descripciones de los personajes que acompañan la búsqueda del cráneo”, desvela el autor. Pero no solo eso, sino que también crean una sonoridad “muerta, sin la tersura y el aspecto lleno y amplio de la cuerda”. Representan la narración seca, ruda y cortante propia de eventos hirientes, macabros o etéreos del pasado.
Pero es el arpa la que protagoniza como solista los momentos clave al simbolizar -de manera sonora- el cráneo, la desnuda calavera. Y el el pulsar de las cuerdas duras, desnudas, la que lo logra gracias a una unión un tanto cruda del timbre y las armonías.
Pasión, fuerza y tenebrismo, como la fuente de la que beben: las famosas pinturas negras de Goya que inspiraron a Vadillo. Con esa idea en mente, el docente de UNIR quiso trabajar “codo con codo” con el director del documental, Samuel Alarcón. “Yo trabajo siempre sobre guion y luego, una vez con imágenes, ya tengo un material previo aprobado por el director y, sobre todo, confirmado por mí”, detalla, agradecido de este reconocimiento, que implica “estar al lado de los mejores y competir en igualdad de condiciones, porque presentar material y trabajar en el mundo de la televisión, cine o documental es difícil, se está volviendo muy restrictivo”.
Vadillo incide en que este premio supone un galardón “para todo el equipo”, al haber logrado un atractivo resultado visual y sonoro. Una banda sonora en la que se alternan piezas donde reina la sobriedad, gravedad y solemnidad gracias al tema inicial inspirado en la estatua de Goya (robusta, solemne y mística) con otras armónicas y otras más de texturas micro polifónicas y multimitativas para crear “una sensación de luciente oscuridad y turbulenta estabilidad”. “Oscuro y Lucientes se enmarca en las bandas sonoras que se alejan de los estándares y amplían los códigos de comunicación musivisual, con mezcla de elementos atonales y tonales y soluciones tímbricas inusuales”, desgrana el compositor.
Toda una exitosa creación que, con su experiencia en escribir música para cortos y documentales, el docente de UNIR reconoce que es original y particular. Porque todo depende de la temática, el guion, el montaje… No hay códigos ni fórmulas preestablecidas. El secreto reside en la confianza. “Si uno no está convencido de lo que escribe, no está haciendo música, sino rellenando notas y eso, tras vivirlo en etapas anteriores a la actual, me juré que no me volvería a pasar”, confiesa sin tapujos. Consejo de experto.