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La ciencia también se investiga en femenino

Cuatro profesoras e investigadoras de UNIR desgranan su experiencia a la hora de compaginar docencia, investigación y familia y coinciden en la importancia de visibilizar las aportaciones femeninas en la ciencia

Enheduanna, Ada Lovelace, Émilie du Châtelet, Sofía Kovalévskaya, Laura Bassi, Agnes Pockels… son nombres desconocidos, en su mayoría, para el gran público. También, aunque algo menos, el de Rosalind Franklin, Bárbara McClintock y Jocelyn Bell. Más reconocibles resultan los de Margarita Salas y, por supuesto, Hipatia de Alejandría o Marie Curie. Pocos son para todos los que han jalonado la historia de la Ciencia y la han impulsado gracias al trabajo de todas y cada una de estas fascinantes mujeres.

Sin embargo, en lugar de ser sinónimo de inspiración para presentes y futuras generaciones, a menudo han caído en el olvido. Por eso la Organización de Naciones Unidas promueve el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, al que la Universidad Internacional de La Rioja quiere sumarse. Hemos hablado con cuatro profesoras de UNIR que cuentan de primera mano su experiencia para compaginar su labor docente e investigadora con su vida personal y resaltan la importancia de visibilizar la aportación de las mujeres en esta área.

“Se ha avanzado mucho y cada vez hay más mujeres muy buenas profesionales y competitivas, pero el hombre es el que llega al punto de directivo, igual porque sacrifica más el tiempo y se dedica más al mundo laboral, pero no por cuestión de actitud”, considera Mara Sacristán, docente en el Grado de Maestro en Educación Infantil en Didáctica de las Matemáticas y en el Máster Universitario de Formación de Profesorado, además de directora del Departamento de Didáctica de las Matemáticas y las Ciencias Experimentales y miembro del grupo de investigación Flipped Learning en Entorno On-line. Bióloga y con una tesis centrada en la fisiología vegetal, Sacristán experimentó las fases propias de todo buen investigador. Innumerables horas diarias en laboratorios, frustración por no conseguir avances significativos -es lo que tiene trabajar con organismos vivos-, una parte burocrática “terrible” para conseguir financiación y proyectos y estancias en el extranjero en las que la añoranza no tiene cabida.

Ser científica es una profesión muy dura, hay que dedicar muchísimas horas, a menudo infructuosas, para lograr resultados y poder publicar e ir a congresos; te tiene que gustar mucho“, insiste. Pese a su amor por su profesión, la crisis complicó su trayectoria y fue entonces cuando surgió UNIR en su horizonte inmediato. Aquí descubrió su pasión, la docencia, y una opción más que viable para que muchas mujeres continúen con su formación gracias a la enseñanza online. “Muchas alumnas son mamás trabajadoras o están embarazadas y la única forma de no hacer un parón en sus carreras es estudiar desde casa. Lo mismo ocurre con la investigación; en nuestro grupo realizamos reuniones online y damos forma a nuestros proyectos con herramientas colaborativas virtuales”, detalla. “¡A cuántas mujeres les habría entusiasmado seguir aprendiendo si se les hubiera dado esta oportunidad!”, lamenta.

Se ha avanzado mucho y cada vez hay más mujeres muy buenas profesionales y competitivas

A su alumnado intenta transmitirles, además de su amor por la ciencia, sus impresiones y experiencias. “Cuando dirijo un TFM o TFG (Trabajo de Fin de Máster o de Grado) les digo que elijan un tema que les guste, que estén motivados porque en investigación esa motivación decaerá en el proceso, pero con ánimo al final saldrá mucho mejor; también les explico cómo se produce la ciencia y el conocimiento y desmitificamos la típica imagen del científico”.

Un alumnado el suyo en el que, además, predomina la presencia femenina. “En las carreras de ciencias las mujeres están en mayoría y no está de más dar visibilidad y destacar a una parte importante del mundo femenino que despunta y son igual de buenas profesionales. Porque los éxitos no se regalan, el laboratorio te enseña a ser luchadora, trabajadora, organizada y constante y luego ese esfuerzo se ve reflejado en tu trabajo”, asegura.

Tarea que apasiona a Elena Verdú, ingeniera de Telecomunicación, doctora por la Universidad de Valladolid y con una década a sus espaldas trabajando en la coordinación y gestión técnica de proyectos de investigación europeos y nacionales en el centro tecnológico CEDETEL. Profesora en el Grado en Ingeniería en Organización Industrial y en el de Ingeniería Informática y el Máster Universitario en Visual Analytics & Big Data asume que la mujer siempre ha tenido “más trabas, históricamente, para realizar trabajos, científicos y de todo tipo”. “Hay figuras bastante conocidas, también de la ciencia, pero son menos que los hombres; la capacidad está, pero hay que promoverlo”, sugiere. ¿Cómo? Sus hijas son un buen ejemplo. “Les digo que, si les gustan mucho los juegos de ordenador, que entiendan cómo funcionan y cómo están hechos”, explica.

Ella misma es una muestra. Su curiosidad por desentrañar el funcionamiento de la imagen televisiva o descubrir cómo las señales llegan a través de una antena fue lo que despertó su deseo de estudiar telecomunicaciones. Una vez acabada la carrera, la telemática y la inteligencia artificial coparon su interés de cara a la tesis doctoral, el cual ha continuado hasta la actualidad, cuando ambas materias son el eje sobre el que gira su labor docente, investigadora y editora en la revista IJIMAI de la Escuela de Ingeniería y Tecnología de UNIR. Muchas mazas que equilibrar en el aire a falta aún de la familiar. “¿Compaginar? Lo hago echando horas, también de noche y buscando sinergias en las temáticas de trabajo. Hoy en día casi todo el mundo tira de abuelos y lo que no hago es ver la tele”, confiesa con sonrisa tímida antes de reconocer que el hecho de trabajar en casa “ayuda mucho, y como me encanta la docencia…” concluye.

Entusiasmo es lo que también rezuma la psicóloga Esperanza Vergara-Moragues. Un Máster en Neuropsicología, un Diploma de Estudios Avanzados (DEA) gracias a una investigación sobre alteraciones cognitivas en personas con consumo de drogas y VIH, un Postgrado en Psicopatología Clínica, un Curso Avanzado de Intervención Sistémica y Terapia Familiar junto con un doctorado en el grupo de investigación de Neuropsicología y Psiconeuroinmunología Clínica avalan la trayectoria de esta gaditana interesada desde niña en trabajar con personas para aportar “un granito de arena” al bienestar de la sociedad.

Camino que inició en la carrera universitaria donde ya percibió el denominado ‘techo de cristal’. Y para confirmarlo, acude a los datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que reflejan que el 65% de los títulos universitarios de la Unión Europea los obtienen las mujeres pero la proporción de la que ascienden en su carrera es notablemente inferior. “Son necesarias medidas que garanticen la igualdad de oportunidades y la inclusión de las mujeres en la carrera científica“, sostiene, avalada por el Espacio Europeo de Investigación, la docente de los Grados de Psicología y Trabajo Social de UNIR e integrante del Grupo de Investigación Neuropsicología aplicada a la educación.

UNIR hace un gran esfuerzo y partimos con ventaja al contar con un horario que nos permite compatibilizar todo

Las expectativas creadas hacia las jóvenes, junto con las tareas o espacios que se les asignan, son otros motivos que dificultan la preferencia femenina por carreras científicas. “No ayuda tampoco el que el espacio de la academia y las ciencias no está pensado para compatibilizar de forma compartida y racional los ámbitos personal, familiar y laboral; nuestro horario laboral no existe y la dedicación es incontable”, comparte. Por esa razón asegura que, quien se dedica a la investigación y docencia, “debe ser una persona motivada y disfrutar de ello y, por supuesto, contar con un apoyo a nivel familiar e institucional. La responsabilidad compartida en casa es fundamental”. En ese sentido, reconoce que UNIR “hace un gran esfuerzo y partimos con ventaja al contar con un horario que nos permite compatibilizar todo, por eso confío en que desde esta universidad las mujeres científicas podamos llegar a donde nos propongamos”.

El mismo deseo lo comparte Gema Lorente, profesora del Grado de Ciencias Políticas de UNIR. Geógrafa de profesión especializada en Geopolítica, actualmente realiza su tesis centrada en el liderazgo político femenino y se halla muy implicada en estudios, grupos y actividades relacionadas con Derechos Humanos. Inquieta y resolutiva, desvela un dato importante: según el proyecto ‘Mujer e Ingeniería’ respaldado por la Real Academia de Ingeniería y el Fondo Social Europeo, solo el 30% de los ingenieros son mujeres. Consciente de esta situación, apunta a la concienciación y sensibilización al respecto como los primeros pasos para incrementar dicho porcentaje. Pero si no es cuestión de notas, capacidades o roles asignados, ¿a qué obedece esta dinámica?

La ingeniería es una opción que muchas no se plantean, quizá por desconocimiento de todo lo que hay detrás. Supone un esfuerzo y sacrificio importante, pero al final merece la pena

Lorente lo debatió con una amiga ingeniera y comparte su impresión. “La ingeniería es una opción que muchas no se plantean quizá por desconocimiento de todo lo que hay detrás. Supone un esfuerzo y sacrificio importante, pero al final merece la pena”, narra. En su opinión, es primordial que desde pequeñas “las niñas vean en esta área una opción, con juegos adaptados a su edad y apoyo familiar, que conozcan a mujeres que han destacado en este campo… y en ese sentido el 11 de febrero debe dar una visibilidad positiva de la mujer, contar qué tiene de positiva la ciencia y cómo hay mujeres que se esfuerzan y dedican su tiempo para ser buenas científicas”, comparte.

Lejos de convertir este día en una efeméride dedicada a la queja y a la simple reivindicación, Lorente aboga por aportar un enfoque optimista que no se olvide pasadas las pertinentes veinticuatro horas y que contribuya a alcanzar un objetivo común, el de recordar que la ciencia, también, se investiga en femenino. Y mucho.

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