Pilar Hidalgo
La profesora del Grado en Derecho de UNIR, María del Ángel Iglesias, está entre los finalistas a Mejor Docente de España 2019 de los Premios Educa Abanca, en la categoría de Universidad
Aquel correo electrónico fue diferente y su reacción al leerlo, también. A través de un flash de imágenes, María del Ángel Iglesias recorrió como en una película los veinte años que lleva dedicados a la docencia. Por su involucración y su indiscutible vocación, la profesora del Grado en Derecho de UNIR figura entre los finalistas a Mejor Docente de España 2019 de los Premios Educa Abanca, en la categoría de Universidad. Los ganadores se conocerán en enero del próximo año.
“El agradecimiento es enorme”, manifiesta exultante Iglesias. Unas gracias que dirige, muy especialmente, a sus alumnos. Son ellos los que proponen a los candidatos y ellos el motor de su actividad diaria. “He tenido una suerte inmensa con los estudiantes que he conocido. Muchos de ellos han triunfado espectacularmente y otros acumulan un camino de éxitos que también llevará el nombre de UNIR”, afirma.
Pero, ¿cómo tiene que ser un buen profesor? Iglesias aporta algunas consideraciones al respecto. “Debe tener conocimientos profundos en la materia que imparte y creer en ellos, debe responsabilizarse de seguir formándose, saber o tratar de transmitir de forma clara los conocimientos, mantener una mente abierta a la admisión de nuevos argumentos, tener capacidad de innovación en el aula… “. Pero la docente de UNIR no oculta que todo ello debe acompañarse de “humildad, cercanía, respeto y educación”.
“Los académicos más brillantes que he conocido comparten una característica, y es la de la mencionada humildad. Pese a haber alcanzado un altísimo estatus, siempre están dispuestos a ayudar, a escuchar y jamás se muestran superiores”, sostiene. Así ocurre con sus referentes, “grandes maestros del derecho internacional y de los derechos humanos que, siendo en muchos casos ‘historia viva’ en el sentido de ser maestros de maestros, son ejemplo de humildad y pasión por la profesión, lo que les hace que no dejen de seguir estudiando”, comenta.
Su forma de impartir clase
Sus alumnos en UNIR la quieren, la adoran. Y ella se vuelca con ellos. “No oculto que me encuentro nerviosa antes las clases, pese a que han transcurrido justo veinte años desde que comencé en la docencia. En esos ratos previos, modifico y completo las diapositivas. Luego, cuando la clase empieza, siento como si todos estuviéramos sentados juntos: yo les doy las ideas principales de cada tema y les pido que el chat ‘hierva’ a preguntas”, detalla Iglesias.
Declara que hacerse un hueco entre los finalistas, “ya es un triunfo para mí”. Ganar supondría obtener la mayor de las recompensas. “No lo espero, sinceramente; pero como tampoco el estar nominada. Hay muchos compañeros en otros centros que se vuelcan también”, subraya. Aunque de resultar vencedora, tiene claro que “le pediría a algún alumno que recogiera el premio por mí”. Porque, en el fondo, sus estudiantes son su mayor galardón. Y es que para ellos no alcanzan los calificativos. “Sencillamente, son geniales”, alaba.