Beatriz Corral
'Moisés' en el que la directora del Máster en Diseño Gráfico Digital tuvo libertad creativa total, ha sido galardonado en Bosifest, el Festival internacional de Belgrado de y sobre personas con discapacidades que cumple su décima edición
Moisés come viendo la televisión, viaja en metro, escribe frente al ordenador, degusta una tapa y saborea una cerveza en el bar y, al caer la noche, se acuesta. La rutina cotidiana de cualquiera. También la de él, que padece parálisis cerebral desde su nacimiento. Y, aunque este hecho está muy presente, en su día a día con sus amigos, familia, compañeros de trabajo y conocidos pasa a un segundo plano.
Así lo refleja el cortometraje documental homónimo que ha obtenido el premio principal de Bosifest, el Festival internacional de Belgrado de y sobre personas con discapacidades que cumple su décima edición. Su guionista y directora, Laura de Miguel, fue la encargada de recoger “con mucha emoción” la estatuilla del galardón a un trabajo en el que tuvo libertad creativa total y con el que quiso visibilizar una realidad cercana a todos a través de un relato intimista, realista y cercano.
Así lo describe la directora del Máster Universitario en Diseño Gráfico Digital de UNIR, quien ha dedicado dos años completos a este proyecto, nacido en el seno de Lunzo -una asociación que favorece el encuentro y colaboración entre personas con y sin discapacidad- y con el que quiere transmitir a sus alumnos la importancia de “mantener siempre viva” la llama de la creación “con pasión proyectiva y energía productiva”.
Pero, sobre todo, busca dejar claro que, para un profesional del ámbito de la creación y la imagen “el trabajo en equipo es fundamental”. “En estos proyectos, contar con un equipo de profesionales donde cada uno aporte su conocimiento, experiencia y criterio es lo que conduce al éxito. En las soluciones fruto de estos procesos de trabajo, donde se construye un mensaje a través de códigos y recursos de la imagen, el todo es mucho mejor que la suma de las partes”, enseña.
Precisamente esos consejos fueron los que aplicó a una pieza que, pese a ser de carácter documental, posee un marcado corte estético. Tanto que, de sus 19 minutos, nueve de ellos muestran una sucesión de imágenes y sonido, sin diálogo, donde la protagonista es la dirección fotográfica. Porque los encuadres, el color y la iluminación son recursos “indispensables” para enfatizar la realidad de las imágenes.
Pura cotidianeidad que hace al espectador “sentirse abrumado por asomarse a la vida íntima del protagonista”, reconoce de Miguel. El resultado, poderoso, emocional, verdadero y doloroso, incita a reflexionar sobre cuál es la postura del televidente, como individuo social, ante lo que ve y escucha en las declaraciones que Moisés realiza al final del documental, en el transcurso de una distendida conversación con amigos.
Una verdadera llamada de atención a las conciencias que no habría sido posible sin Moisés -que como homenaje a su solidaridad y generosidad da su nombre al documental- “una persona muy especial, no solo por ser un ejemplo de superación sino porque, cuando estás con él, hace que se te olvide que estás con alguien con discapacidad. Eso despertó mi interés ya que, si bien la discapacidad está en segundo plano, no quiere decir que no esté ahí día tras día para su protagonista y resulta interesante acercarse a esa realidad con naturalidad y respeto”, sostiene de Miguel.
Para la docente de UNIR esta iniciativa ha supuesto un “aprendizaje muy grande en todos los sentidos”. Y es que, si bien no es el primero que dirige, sí lo es en el que todo el equipo “ha confiado en mí desde el principio dándome libertad creativa total. Es fantástico, aunque genera cierta sensación de vértigo que te mantiene ilusionada e inquieta todo el rato”. No es para menos, ya que para obtener tan galardonada labor fue necesario primero un trabajo de conceptualización del mensaje a raíz de la documentación en torno al tema. “Una de las cuestiones más complejas de alcanzar”, sostiene esta doctora en Bellas Artes. Con esa fase ya definida, se abordó la tarea de producción y, paralelamente, el proceso de rodaje. Una vez que contaban con todo el material, llegó el turno del montaje y la creación de la banda sonora. Ya en la posproducción de sonido se introdujeron subtítulos en español e inglés para garantizar su accesibilidad e internacionalidad.
“Estábamos orgullosos de haber realizado un buen trabajo, arriesgado y emocionante”, rememora su principal artífice. Y es ahí cuando decidieron presentarlo a secciones oficiales de festivales internacionales y nacionales, donde cada nuevo reconocimiento representa un gran motivo de satisfacción. Tanta que ya invierte esfuerzo y dedicación para intentar poder hacer realidad otros más. Ideas no le faltan.