Sara Puerto
María Doussinague, responsable de la cuenta de Instagram @el.cromosoma.de.marieta, y Javier López Aranda, joven con Síndrome de Down, conversan con la profesora Patricia Solís y Andrés Cabrera, de la Fundación Prodis, en la openclass '‘Celebrando un cromosoma extraordinario’ de UNIR.
Coincidiendo con el Día Internacional del Síndrome de Down, el martes 21 de marzo, la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) organizó la openclass ‘Celebrando un cromosoma extraordinario’ con objetivo de “dar visibilidad a un colectivo que muchas veces ha visto negadas sus posibilidades de participación e inclusión social. Por ello, hemos querido aprovechar esta openclass para hablar sobre las barreras, oportunidades y retos que plantea la escolarización de las personas con Síndrome de Down”, explicó la profesora del Máster en Educación Especial de UNIR, Patricia Solís.
Conversó con María Doussinague, madre de una niña con Síndrome de Down y responsable de la cuenta de Instagram @el.cromosoma.de.marieta, con más de 70.000 seguidores; Javier López Aranda, joven con Síndrome de Down; y Andrés Cabrera, subdirector de Programas en la Fundación Prodis, además de profesor del Máster en Atención Temprana y Desarrollo Infantil de UNIR.
“Para cumplir con este objetivo de escolarización en igualdad de condiciones de las personas con discapacidad intelectual necesitamos contar con un currículo inclusivo y adaptado a las necesidades reales de las personas con Síndrome de Down”, indicó Solís, para quien “la inclusión y normalización no puede ser posible sin contar con los recursos adecuados”.
Además, señaló la profesora, existen “estereotipos y estigmas que dificultan la participación de los niños con SD en igualdad de condiciones con sus compañeros”.
De la misma opinión es María Doussinague, quien narra a través de su perfil de Instagram cómo es la vida con 47 cromosomas. “Sigue habiendo estigmas, yo misma los tuve y es lo que me llevó a abrir la cuenta: hablar de la realidad”.
Consejos para la escolarización
Según su experiencia, “lo primero que tiene que decidir una familia al escolarizar a un niño con Síndrome de Down es la modalidad educativa: entre la educación ordinaria con apoyo y los colegios de educación especial hay muchas opciones; se puede optar por un modelo híbrido. Además, conviene fijarse en la metodología que utiliza el colegio, en la experiencia en cuanto al trabajo con niños con Síndrome de Down, los recursos con los que cuenta el departamento de Orientación y las vivencias de otros padres en situaciones similares”, aconsejó Doussinague.
Andrés Cabrera, por su parte, subrayó que “el papel del profesorado es decisivo y sus competencias son fundamentales para poder interpretar la diversidad y para poder atender las aulas en función de las personas que las forman”. Según el informe de Plena Inclusión (2021), como trae a colación este especialista, “el 90% de los estudiantes con discapacidad han tenido algún episodio de bullying o acoso escolar”.
“Una vida autónoma, pero con apoyos”
Cabrera aclaró el papel de las entidades asociativas en la promoción de la integración laboral de las personas con discapacidad intelectual. “En la Fundación Prodis trabajamos con las familias para crear un proyecto de vida conjunto, que tenga a la persona en el centro. Evaluamos cuáles son sus potencialidades, sus objetivos, qué tipo de apoyo y recursos necesita y creamos un mapa de vida, en función del que ofrecemos un programa de formación y de servicios, como nuestro Servicio Integral Ocupacional”.
Javier López Aranda aportó la visión en primera persona del Síndrome de Down. Trabaja desde hace diez años en una empresa y además recuerda su escolarización como una etapa positiva: “hacíamos pandilla para salir los fines de semana, hay compañeros de entonces que son amigos míos en la actualidad”. Resaltó la importancia de una “vida autónoma, pero con apoyos. Que tengamos rasgos diferentes no quiere decir que no podamos hacer lo que soñemos”.
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