El narrador, poeta y ensayista argentino, Premio Alfaguara y Premio de la Crítica, conversó con los alumnos del Máster en Literatura Española y Americana sobre el proceso de investigación y creación literaria.
El escritor Andrés Neuman, ganador del Premio Alfaguara y Premio de la Crítica, entre otros importantes reconocimientos del ámbito intelectual y literario, impartió un seminario-taller a los alumnos del Máster de Literatura Española y Latinoamericana de UNIR.
En el acto, organizado y moderado por la coordinadora del Máster, Yannelys Aparicio, se comentaron los aspectos, temas y el proceso de elaboración de la novela Fractura.
El encuentro se organizó en varios bloques: breve análisis de la novela; preparación, making–of y ‘cocina’ del libro; y coloquio abierto con el alumnado. Durante el coloquio, tuvieron la oportunidad de conocer, de la mano del autor, las vicisitudes del proceso de investigación y creación literaria.
Neuman comenzó su charla hablando de las posibilidades de ordenar los libros: “Cada idea de ordenar propone una idea del mundo”. Recalcó la importancia de los libros, de organizarlos, de asociarlos y de pensar en la posibilidad de generar ideas nuevas a través de ellos.
A continuación se sucedieron las preguntas de los lectores, ávidos de conocer los detalles de la cocina de Fractura:
-¿Por qué decidió que el narrador que cuenta en presente la vida de Watanabe sea en tercera persona? ¿Se planteó hacerlo en primera persona?
Barajé varias estructuras, en primera y tercera persona y dudé también de la persona. Dudé mucho del orden y dudé de la persona narrativa de todos los personajes. Me pareció que la tercera persona para el protagonista era la más adecuada teniendo en cuenta que es alguien que quiere distanciarse de su memoria y que, como tiene una edad avanzada, se relaciona desde la distancia cronológica con sus recuerdos. Era una manera de metaforizar los traumas. El personaje necesita ser narrado por la memoria de otros.
-¿Cómo ha trabajado los personajes? ¿Tiene, como hacen otros autores, una mini novela sobre cada uno de ellos?
Depende del tipo de novela que estemos escribiendo. La idea de saber más de los personajes es buena. Nunca está de más tener una especie de libreta de notas, donde iremos volcando no tanto lo que diremos del personaje como lo que sabemos de él. Los antecedentes, el contexto, el background. En realidad somos detectives de seres imaginarios, que empezarán a existir en la medida en que los persigamos. Queremos saberlo todo. Salimos a espiar a alguien para que empiece a existir.
-¿Te ha pasado que una idea puede ser un cuento y a la vez una novela? Y otra de paso: ¿Te ha ocurrido que te apropias de una historia o personaje y luego no dejas de pensarlo?
Como decía Darío, “persigo una forma que no encuentra mi estilo”. Hay un poemita que escribí hace muchos años, sobre mi recuerdo favorito de infancia, que es mi abuelo Mario llevándome a plantar un árbol y muriendo dos días después. Me llevó a plantar un árbol y también una metáfora. Escribí un poema, no me dejó satisfecho y se convirtió en un cuento. Ese cuento tampoco me dejó satisfecho y terminó convirtiéndose en el capítulo de una novela titulada Una vez Argentina. Este recuerdo ha pasado por todos los géneros literarios y siento que nunca le haré justicia.
-En la trama de la novela hay un componente de actualidad importante (el accidente de Fukushima). Decidido a escribir una obra larga como una novela vinculada a este tipo de elementos, ¿no tuvo miedo de que, al ser publicada tiempo más tarde del accidente, cuando la noticia ya no aparecía en los medios, la temática pareciera “caducada” u obsoleta? Lo pregunto en relación también con la pandemia. Es un acontecimiento inspirador en lo literario, pero a veces pienso que quizás dentro de dos años nadie quiere oír hablar sobre ella.
La memoria es la base para entender la historia. La historia se repite. De la pandemia lo que más interesa literariamente no son los protocolos sanitarios ni las vacunas, lo importante para la literatura es narrar la pandemia. El conflicto con el cuerpo, el miedo, el extrañamiento del cuerpo ajeno. Parece como si la pandemia hubiera facilitado ese juego de cercanía y lejanía que siempre ha existido en las emociones humanas. Eso es lo universal de la pandemia. Para narrar la pandemia hay que pensar en los conflictos universales que reavivó la pandemia. La literatura se ocupa del presente, que implica una memoria del pasado y una visión del futuro.
Una catástrofe basta
El debate fundamental giró en torno a las dicotomías planteadas en Fractura: luces y sombras, memoria y olvido, juventud y vejez, vida y muerte. Para el escritor, la energía nuclear y la guerra son fenómenos con los que debemos sentirnos todos comprometidos: Una catástrofe basta para contaminar a todo el planeta.
Colectivizar el asunto nuclear metaforizaba mucho. Fractura hace referencia a tres fuerzas que no tienen patria y entienden de fronteras: el amor, la energía y el dinero o el capital. Viajan de un lado a otro y le pertenecen a todo el mundo y a nadie. Fractura comienza con la siguiente cita “Si algo existe en algún lugar, existirá en todos”, eso tiene gran vigencia en la actualidad.
Con este acto, el Máster Universitario en Estudios Avanzados en Literatura Española y Latinoamericana continúa su labor de investigación acerca de los grandes escritores y obras transatlánticas, que indagan en la historia de la humanidad, la creación literaria, y los círculos concéntricos de la narrativa que conectan el pasado, presente y futuro a través de la literatura.
Por Yannelys Aparicio.