Román Rodríguez Curbelo
La responsable del Área de Conocimiento e Innovación del despacho Cuatrecasas analizó en UNIR cómo la digitalización ha cambiado el modelo de negocio y los modos de operar de la abogacía y de todo el sector jurídico, y por qué ha de afrontarse con una actitud abierta.
Hasta no hace mucho, la abogacía era un sector tradicionalmente estable. “Pero desde hace unos 30 años todo ha cambiado”, dijo ayer Marta Hernández, manager del Área de Conocimiento e Innovación del despacho Cuatrecasas, en una nueva sesión online del ciclo Visión Abogacía de UNIR.
De hecho, Hernández lideró el proyecto de creación y administración del primer archivo de experiencias y mejores prácticas de Cuatrecasas, uno de los despachos de abogados más prestigiosos de España, que cuenta con más de 1.700 profesionales y opera en 13 países.
La experta afirmó que estos y otros avances han sido impulsados, en primer lugar, por la globalización: el riesgo de que prácticamente cualquier asunto tenga repercusiones mundiales, lo que ha hecho que el derecho internacional haya cobrado una mayor importancia. En segundo lugar, por la mayor complejidad de normas que requieren de una mayor especialización y que pueden provocar tensiones entre los despachos y unos clientes más exigentes. Sin embargo, hay un tercer motivo todavía más determinante: la irrupción de la tecnología.
Un gran cambio
La transformación digital es ya en sí misma una nueva materia, con sus propias consecuencias jurídicas, como desde hace décadas lo es el derecho medioambiental.
“Pero la tecnología cambia, además, nuestro propio modelo de negocio y nuestra manera de hacer las cosas”, advirtió Marta Hernández. Es más, no solo se ha transformado la abogacía. La innovación constante ha alcanzado a todo el sector jurídico, a todo el mundo del Derecho, con mayúsculas.
Hernández sabe de lo que habla porque ha sido testigo de estos cambios a lo largo de los años: “Antes, la tecnología disponible era muy rudimentaria. La gestión de la información se hacía a mano o las bases de datos se creaban con 50 caracteres”.
Conseguir, transmitir y buscar el conocimiento en Derecho era distinto. Pero en la década de los noventa todo cambió, y los abogados empezaron a recibir nuevas peticiones.
La transformación digital ha desarrollado desde entonces numerosas disciplinas jurídicas, sobre todo en el derecho para la tecnología: propiedad intelectual, responsabilidad de daños y seguros, derecho bancario… Incluso ha surgido una nueva especialidad en torno al derecho de las nuevas tecnologías.
De izquierda a derecha: Lola Arranz, Marta Hernández, Roberto Pareja y Víctor Pascual.
Eficiencia e inversiones
Hernández destacó este cambio, sobre todo, por cómo ha permitido a los despachos de abogados ganar eficiencia mediante el uso de distintas tecnologías.
Los más grandes lo tienen muy claro. Plataformas de gestión empresarial como ERP o CRM y, sobre todo, la ciberseguridad, absorben sus mayores inversiones. “En esto último se gastan una cantidad de dinero no escrita”, dijo.
En cuanto a los proyectos sobre gestión del conocimiento, demandan por un lado buscadores, con vistas a localizar más información y mejorar su relevancia, y emplean cada vez más tecnologías basadas en inteligencia artificial (IA) para casos de uso interno.
Cuatrecasas también está integrando desde hace un tiempo tecnologías sobre visualización de datos y low code (programación sin código).
Sin embargo, todo depende del modelo de negocio y del perfil de los clientes, añadió Marta Hernández. Así, habrá despachos a los que les interese más emplear tecnologías blockchain, por ejemplo.
Alcance de las tecnologías
Estas herramientas tecnológicas llegarán a todos los despachos, ya sean grandes, medianos o pequeños, porque la tecnología se ha abaratado tanto en los últimos años, sostuvo Hernández, que actualmente es viable esta transformación. “Creo que la diferencia entre la tecnología disponible en un despacho mediano y en otro grande va disminuyendo”, afirmó la consejera de Cuatrecasas.
Esa distinción estriba sobre todo en el movimiento y la velocidad de adopción de esas innovaciones. Las grandes firmas disponen de conocimientos totalmente actualizados y pueden así ir más allá. Además, observan la tecnología desde muchos puntos de vista: saben qué capacidades afectarán a sus clientes y cuáles pueden aplicar internamente para mejorar su eficiencia.
Marta Hernández: “Las herramientas llegarán a todos los despachos”.
Los despachos medianos y pequeños aguardan esas decisiones de los grandes, siguen los caminos que estos van abriendo. Hernández recomendó que la digitalización y la nueva gestión del conocimiento deben estar ya presentes en cualquier firma, independientemente de su tamaño. Este gran conjunto de cambios e impactos, de nuevas herramientas y de nuevos perfiles profesionales, que han derivado en un término de reciente creación: legaltech.
El papel de las legaltech
La palabra legaltech engloba más de una acepción. Hernández hizo mucha pedagogía sobre ellas. Normalmente es un término que se refiere a la ley para la tecnología y que estudia, entre otras cosas, cuáles son las consecuencias jurídicas de las innovaciones presentes.
En un sentido más estricto, alude a la tecnología que se aplica en el sector legal, independientemente de que no se haya creado específicamente para el mundo jurídico, pero que se usa a diario, como las tecnologías de reconocimiento de voz o de transcripción de vídeo, entre otras. Otras, no obstante, sí se han creado ex profeso para el sector, como determinadas aplicaciones, páginas web o buscadores específicos.
Lo realmente importante es la actitud ante la tecnología.
Quizá el mayor reto de las legaltech sea encontrar casos de uso y acertar en la detección de problemas por resolver en la gestión diaria de los abogados. Hernández entiende que cada empresa de abogacía debe preguntarse para qué le puede servir una u otra legaltech, en base a la tecnología que ya emplee y a las cuestiones que afronte.
“Veo que muchas legaltech hacen cosas muy parecidas, y a veces cubren problemas pequeños que no compensan el coste”, añadió. Cuatrecasas, de hecho, dirigió en un principio su programa de aceleración hacia las legaltech, hasta que abrieron el foco porque no había tantas novedades de legaltech utilizables en el sector legal.
Cuestión de actitud
La consejera de Cuatrecasas animó a quienes se inicien en esta especialidad a que tengan nociones básicas de informática, a que descubran cómo funcionan las nuevas tecnologías y cómo se pueden aprovechar. Aunque lo realmente importante, subrayó, es la actitud que se tenga ante la tecnología.
“La diferencia en esta actitud no depende de la edad”, dijo Hernández, parafraseando al popular gurú de los despachos de abogados Richard E. Susskind. Es una cuestión de voluntad: “Yo quiero aprender esto y no soy mayor para aprender esto”, ejemplificó.
Porque la tecnología aplicada en la abogacía requiere de un proceso de aprendizaje, se debe comprender y entender por qué es una disciplina que concierne a los profesionales de la abogacía. Una realidad presente. “Tienes que estar al día de la tecnología porque afecta a tu negocio”, recalcó.
Hernández guardó para el final un último consejo: “No se debe olvidar que la abogacía es un negocio de personas. Es decir, implica una serie de habilidades, más allá de las tecnológicas, que se deben ejercitar, como la capacidad de escucha activa y de entendimiento, y la atención a preocupaciones”, concluyó.
Hernández estuvo acompañada en el evento por Lola Arranz, vicedecana de Desarrollo y Organización Académica de la Facultad de Derecho de UNIR, quien presentó la sesión. También estuvieron presentes Víctor Pascual, director del Área de Derecho Privado de UNIR, y Roberto Pareja, estudiante del Máster en el Ejercicio de la Abogacía.
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