Román Rodríguez Curbelo
La directora del Instituto Superior de Formación Sanitaria (ISFOS) del Consejo General de Enfermería, Pilar Fernández, asegura que la tecnología debe apoyar a los profesionales en la creación de un nuevo modelo sanitario que preste los mejores cuidados posibles.
Pilar Fernández recibió uno de los galardones a la Excelencia en Bienestar Emocional y Psicología 2023 otorgados por UNIR. Fue una de las diez galardonadas que recibieron el pasado 23 de febrero los Reconocimientos a la Excelencia en Bienestar Emocional y Psicología 2023, galardones que UNIR concedió a profesionales o instituciones por su contribución a mejorar la calidad de vida de las personas desde distintas disciplinas, como la psicología, la psiquiatría, la enfermería o la educación.
La también vicepresidenta del Consejo General de Enfermería desde 1988 hasta noviembre del pasado año, premiada como el resto por mejorar la calidad de vida y el bienestar emocional de las personas, entiende que este cambio en la sanidad pasa por incorporar nuevos modelos de atención y de gestión, así como por el buen uso de las nuevas tecnologías.
El modelo sanitario actual debe revisarse desde todos los puntos de vista después de padecer crisis económicas y sanitarias, y especialmente tras la pandemia de COVID-19. Lejos de sustituir a los profesionales, la tecnología debe aportarles instrumentos de ayuda y de apoyo, y así sentar las bases de una mejor prestación de servicios.
Servicios que se destinarán a los miembros de una sociedad muy erosionada mentalmente por guerras, catástrofes, crisis y la pandemia. Queda así un estado emocional colectivo “complejo”, califica la enfermera, aunque al mismo tiempo aprecia que esta clase de problemas ya se muestran sin reservas en el espacio público.
Los efectos del coronavirus fueron especialmente duros para el personal sanitario. Las enfermeras, cuenta Fernández, padecieron una enorme presión durante lo peor de la enfermedad, y no puede afirmarse todavía que hayan superado los estragos emocionales de aquel desastre mundial.
Formación
Aun así, Pilar Fernández no pierde el optimismo y cree que hay que transmitir toda la positividad posible porque, por otro lado, también existen motivos para ello: la seguridad de que los profesionales sanitarios están realmente bien formados y el papel de esta disciplina en los cuidados que requiere una sociedad emocionalmente dañada.
“Las enfermeras de este país están muy formadas, pero queremos aportar mucho más a la sociedad. De hecho, desde nuestro Instituto Superior de Formación Sanitaria (ISFOS) lanzaremos un proyecto de formación en telesalud a todas las enfermeras en su ejercicio profesional”, añade la experta.
Pilar Fernández asegura que la propia educación también ha de adaptarse a los tiempos. Fomentar la formación online para que el reciclaje laboral resulte más accesible es poco menos que una urgencia. Eso implica, por ejemplo, incluir asignaturas transversales que cubran más campos del conocimiento sanitario y se ajusten mejor a las necesidades de los profesionales sanitarios.
La idea final, sostiene la enfermera, es buscar otros caminos, despertar de algún modo a la realidad del mundo en que vivimos. “Si no, no avanzamos”, avisa.
Trabajo en equipo
La enfermería es una profesión científica y humanista que aborda al ser humano desde una perspectiva integral y holística. Una de sus esencias es el cuidado de las personas a todos los niveles y, por lo tanto, incluye aspectos psicológicos. Pero Fernández también señala las evidentes fronteras entre ese cuidado psicológico y la propia labor de los psicólogos.
Por eso subraya la importancia de que en el proceso sanitario intervengan profesionales de todo tipo, más allá de los convencionales: enfermos, médicos o psicólogos, pero también sociólogos o periodistas, entre muchos otros.
Las enfermeras están las 24 horas de los 365 días del año al lado de los pacientes, en algunos casos durante prácticamente toda una vida. Conocen sus necesidades mejor que ningún otro profesional del sector. Fernández ejemplifica: “Un paciente acude a Urgencias de un hospital o de un centro de salud, y normalmente lo recibe una enfermera o un enfermero”.
Pilar Fernández.
Son por lo tanto capaces de identificar la participación ideal de otros profesionales, según la directora del ISFOS. Y el papel de la psicología, en concreto, debe crecer porque es absolutamente imprescindible.
Convendría entonces diseñar y aplicar un modelo de educación para que los distintos profesionales sanitarios al menos conozcan sus disciplinas y sus ámbitos de acción. Se conseguiría así prestar los mejores cuidados posibles, ofrecer la mejor ayuda a las personas y enriquecer a la sociedad.
Sin embargo, Pilar Fernández va más allá: “Tenemos que aprender a cuidarnos a nosotros mismos con programas y proyectos que nos ayuden en el amplio sentido de la palabra, también a nivel psicológico. Y para ello también tenemos que contar con otros profesionales que no solo tienen que ser las enfermeras o los enfermeros”, concluye.
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