“Mi nombre es Cesar Malo y no soy emprendedor. Tampoco soy catedrático ni divulgador ni especialista en TIC. Veo difícil que diseñe un dispositivo revolucionario. De hecho, tampoco soy un gran orador. Mi habilidad es mucho más terrenal aunque pueda tener su ciencia. Mi especialidad es tomar decisiones que cambien el futuro, en concreto el mío”.
Con un sugerente principio, Malo captó desde el primer minuto a la sala de TEDxUNIR. Su objetivo, contar una historia: la de un piloto frustrado que estudió comunicación.
Toda su vida quiso ser “conductor de autobuses aéreo”. En su imaginación, se repetían una y otra vez las imágenes de Tom Cruise en Top Gun aunque quizá, “con un poco menos de gomina y chulería”.
Diez nuevos kilos de peso se convirtieron en el testimonio de la felicidad de aquellos primeros años universitarios. Pero antes de acabar el cuarto curso, apareció “una discapacidad física”. Una barrera que constituía un peligro tanto para él como para los pasajeros. El sueño de volar se terminó para siempre.
Positivo y valiente, Malo quiso arriesgarse; darle la “vuelta a la tortilla”. ¿Quién sabe si esta enfermedad le estaba otorgando una nueva profesión más placentera incluso que volar? Siempre dijo que de no ser piloto, su segunda opción hubiera sido “guionista de Caiga Quien Caiga. Escribir y evadirse.
Y así, decidió “enrolarse en el grado de Comunicación”. Ahora, está a punto de terminarlo y mientras tanto, presta sus ocho horas de trabajo diario a servicios de tierra de aerolíneas extranjeras en Madrid.
Sonrisa en la boca, Malo terminó su ponencia con un matiz:
“Ah, ya decía que se me olvidaba algo. Gran parte de mi infancia y juventud tuve que ir al logopeda. Era tartamudo. Pensé que nunca podría comunicarme en condiciones, pero parece que hoy lo he superado. Nunca lo olviden: el fracaso únicamente existe como antesala al éxito”.