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La ayuda oficial al desarrollo nace en los años 60, impulsada por la OCDE, con la ambición de canalizar los fondos y conocimientos necesarios para impulsar el desarrollo económico de países en situación de pobreza.
La ayuda oficial al desarrollo (AOD) es el aporte económico —a través de donaciones o de préstamos—, material, técnico o de conocimientos que otorgan los organismos oficiales de un país (el Gobierno, otras Administraciones locales, universidades públicas y organismos ejecutivos) a otro con el objetivo de impulsar su desarrollo social y económico y reducir su situación de pobreza.
La ayuda oficial al desarrollo puede realizarse a través de una relación bilateral entre dos países o multilateral, canalizada a través de un organismo internacional como alguna de las agencias de Naciones Unidas. Es, además, una de las vías para activar la cooperación internacional, junto con la cooperación sur-sur y la cooperación triangular.
Origen de la ayuda oficial al desarrollo
La ayuda oficial al desarrollo nace en los años 60, impulsada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que fue el organismo que sustituyó a la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE) cuyo objetivo era implementar el Plan Marshall para impulsar la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
Bajo el paraguas de la OCDE, se crea el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), que es la organización multilateral que se encarga de fijar las condiciones y de coordinar la ayuda oficial al desarrollo, siendo el responsable de elaborar la lista de países que pueden recibir algún tipo de ayuda oficial. En la actualidad, 28 países y la Unión Europea, como miembro de pleno derecho forman parte del CAD, incluida España desde 1991.
En la definición de AOD que dio el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE hace más de 40 años, se destacaba, además, que para ser considerada ayuda oficial al desarrollo ese aporte económico que se realiza a un país en desarrollo debe:
- Tener como objetivo promover el desarrollo y bienestar social y económico.
- Otorgarse como donación y, en caso de hacerse como préstamo o ayuda reembolsable, deberá concederse a un tipo de interés por debajo del mercado y con una donación de entre un 10 y un 45 % del capital aportado en total.
- Concederse a los países y territorios incluidos en la lista de países socios del Comité de Ayuda en Desarrollo o a organismos multilaterales de desarrollo como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) o la Organización Mundial del Trabajo (OIT), entre otros.
A finales de los años 60, el informe final de la Comisión Pearson estableció el estándar internacional que un país desarrollado debe destinar a ayuda oficial al desarrollo: un 0,7 % de su riqueza total (renta nacional bruta).
Pese a que ese objetivo se planteó como meta para el año 1975 y fue adoptado por la Asamblea General de la ONU como compromiso para todos los países económicamente avanzados, solo Suecia y Holanda lo lograron en esas fechas. Más tarde se sumaron Noruega, Dinamarca y Finlandia. Reino Unido no lo logró hasta 2013 y la Unión Europea, pese a tenerlo como meta, aún no lo ha cumplido.
Ayuda oficial al desarrollo en España
En España, los Presupuestos Generales del Estado para 2023 incrementaron la partida de ayuda oficial al desarrollo hasta los 4.419,15 millones de euros, desde los 3.507 millones del año anterior.
La cifra supone que la AOD representa ya un 0,34 % de la Renta Nacional Bruta, frente al 0,19 % del año 2017, y un avance para lograr el objetivo de que se sitúe en el 0,7 % para el año 2030, como ha acordado la Unión Europea y ya recoge la nueva Ley de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global aprobada en febrero de 2023. Esta norma incluye dentro de la política española de cooperación para el desarrollo sostenible tanto los recursos computables a la ayuda oficial al desarrollo como otras formas de apoyo y financiación que se cuantifiquen según las métricas de la OCDE.
En las más de seis décadas que lleva operativa la ayuda oficial al desarrollo, el contexto económico, social y cultural ha hecho que sea criticada, revisada y actualizada para dar respuesta a las necesidades de donantes y receptores, para hacerla más eficiente y desligarla de los intereses sesgados que la convertían en un arma de política exterior.
Con el inicio del siglo XXI y, más recientemente, con las metas y objetivos marcados por la Agenda 2030, la cooperación para el desarrollo sostenible se coloca de nuevo como potente herramienta para lograr una mejora efectiva en la situación económica y social de muchos países que ven su desarrollo comprometido. El conocimiento de los instrumentos que vertebran su contenido y de los mecanismos para lograr que la AOD sea eficiente y logre el impacto positivo que persigue requiere profesionales formados y con la visión adecuada.
Por eso, aquellos graduados en el ámbito de las Ciencias Sociales y Jurídicas, Humanidades, Educación, Economía o Ingenierías, entre otros, que apuesten por la especialización en Cooperación Internacional como senda profesional, tienen que ser capaces de comprender las realidades que componen la actualidad y gestionar de forma eficaz proyectos que promuevan la calidad de vida de los diferentes colectivos y personas.