Pablo Cardona Soriano
En el sector de la empresa, el líder ya no se puede basar en la jerarquía, ni en el poder. Debe ser capaz de atraer el mejor talento hacia el proyecto, no sólo por dinero, sino por la contribución de ese proyecto a sus integrantes y a la sociedad.
Los liderazgos tradicionales en el mundo de la empresa se apoyan en un modelo que nace de la jerarquía militar. La organización de la empresa moderna se fundó hace poco más de un siglo sobre este concepto. El buen líder tenía que ser el jefe, y el jefe tenía que ser líder, dentro de una estructura jerárquica bien definida.
Pero este encaje del ‘líder’ y ‘jefe’ ha ido perdiendo fuerza gradualmente. En realidad, el liderazgo se está apartando cada vez más de la línea jerárquica. En las últimas décadas, el uso del poder ha ido dejando paso a estilos híbridos, como la delegación o el empoderamiento (empowerment), y a comportamientos más inspiradores o de servicio (como el liderazgo auténtico o el servidor). La pregunta es: ¿hacia dónde va el liderazgo en esta nueva era digital?
Dos elementos fundamentales
Para responder a esta pregunta, hay que ir al corazón de lo que es el liderazgo. En esencia, el liderazgo se distingue por dos elementos fundamentales:
- Generar un proyecto novedoso.
- Conseguir gente capacitada que siga al líder para sacar adelante ese proyecto.
Sin estos elementos no hay liderazgo. No en vano, el origen de la palabra liderazgo es ‘lead’, es decir, el que va por delante, a quien siguen los demás en la consecución de una misión. Hasta ahora, esto significaba que el líder era el que tomaba las decisiones (al menos, las decisiones importantes). Sin embargo, la transformación digital está generando un proceso de decisión diferente.
Con la irrupción del Big Data, y en un mercado continuamente cambiante, las decisiones comienzan a surgir cada vez más de los datos. Los datos nos dicen qué es lo que hay que hacer y lo que no. Entonces, ya no es el ‘jefe’ quien tiene una idea maravillosa para lanzar al mercado, sino que es el mercado el que necesita una respuesta rápida ante una determinada situación.
Las empresas inmersas en el proceso de transformación digital son ágiles, pues generan proyectos de respuesta rápidos y multifuncionales, para abordar las necesidades del mercado en cada momento. En estos casos, el líder es el integrante del equipo que encarna un proyecto concreto. Para ser buen líder en el nuevo entorno digital, son necesarias dos competencias claves, que tratamos especialmente en el curso de liderazgo de UNIR en Oxford.
1. Capacidad de generar pensamiento lateral
La primera competencia es la capacidad de generar pensamiento lateral, pero no a nivel individual sino a nivel de equipo. Esto se traduce en saber generar dinámicas innovadoras para que los integrantes del equipo puedan encontrar soluciones distintas en base a los datos que les están llegando. Sin esta competencia, el equipo se quedaría sin un proyecto novedoso al que dedicar su talento. Y sin proyecto, no hay liderazgo.
Una de las técnicas que se ha consolidado para desarrollar esta competencia es el design thinking. El design thinking, básicamente, consiste en estas ideas:
- Saber escuchar al mercado a través de los datos y las encuestas
- Buscar ideas distintas, desde ópticas no convencionales
- Experimentar con distintos prototipos hasta dar con soluciones prácticas y de alto valor añadido
El design thinking se nutre de la experiencia del cliente. No estamos buscando dar un buen servicio, sino impactar en la experiencia del cliente. Además, y en la medida de lo posible, hemos de involucrar al cliente en esa experiencia, de modo que participe en el proceso de innovación (lo que se llama co-creación).
El design thinking se nutre de la experiencia del cliente, que debe ser partícipe en el proceso de innovación.
El objetivo es fidelizar al cliente a un nivel mucho más profundo (porque es un nivel emocional) que con los programas de descuentos tradicionales.
2. Transmitir un buen relato (storytelling)
La otra competencia fundamental para ser un buen líder en el mundo de hoy es el storytelling. En la era de la transformación digital, como hemos de llegar a la experiencia del cliente, lo que necesitamos es generar un buen relato. El relato es saber contar la historia no sólo del qué y el cómo (que es la venta tradicional) sino, sobre todo, del para qué.
Un buen ejemplo podría ser el de un pintor. Para crear su obra, el pintor parte de la observación del entorno. Mira alrededor y se inspira en lo que ve y siente: un paisaje, una situación… Y entonces surge una inspiración, en la que aparecen elementos nuevos que están conectados de manera diferente. Un cuadro moderno no es una copia. Eso sería una fotografía. A partir de ahí, el pintor debe plasmar esa inspiración en un lienzo, lo cual no es sencillo.
A veces se necesitan muchos bocetos (“prototipos”, en el lenguaje de innovación) para dar con la solución final. Hasta aquí, el proceso de Design Thinking. Pero, además, el pintor debe generar un buen relato para exponer, explicar y vender su propio cuadro, contando la “intrahistoria” del cuadro: de dónde nace, por qué ha sido así, qué significa… El pintor no vende un lienzo, vende una experiencia de vida. Esto es el storytelling.
El buen líder debe ser capaz de generar un relato que inspire no sólo al cliente externo, sino también al cliente interno, al equipo.
El nuevo líder ya no se puede basar en la jerarquía, ni en el poder.
El nuevo líder ya no se puede basar en la jerarquía, ni en el poder. Debe ser capaz de atraer el mejor talento hacia el proyecto, no sólo por dinero, sino por la contribución de ese proyecto a sus integrantes y a la sociedad. Sin esa capacidad de atracción, el líder se quedaría sin seguidores. Y sin seguidores, no hay liderazgo.
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