UNIR Revista
En ciertos casos en los que un menor no puede permanecer con su familia, se activa el acogimiento residencial para que las instituciones públicas satisfagan sus necesidades de protección y educación.
Cuando un menor tiene que ser apartado de su familia, los servicios públicos han de estudiar individualmente cada caso para determinar cuál es la mejor atención que pueden darle. Generalmente, se valora la posibilidad de que los menores permanezcan con su familia extensa (abuelos, tíos, etc.) o, en el caso de que esta no exista, con una familia de acogida. En el supuesto de que ambas opciones deban ser descartadas, se recurre al acogimiento residencial, una manera de ejercer la guarda de los niños consistente en el alojamiento y la atención en centros públicos.
Los centros que prestan acogimiento residencial se definen como instituciones que se ocupan de manera temporal del cuidado y la atención de menores que, por motivos diversos, no cuentan con un entorno familiar adecuado para su desarrollo. Estos centros cumplen una función clave en la sociedad al ocuparse de cubrir todas las necesidades que puedan presentar estos niños y adolescentes, tanto en cuestiones materiales, como educativas, afectivas y emocionales.
Según datos del Observatorio de la Infancia, a finales de 2020 el número de acogimientos residenciales en España era de 16.991, y de esos más de 3.000 correspondía a niños menores de 10 años. Con financiación proveniente de los fondos europeos, se ha firmado un acuerdo entre el Gobierno y las Comunidades Autónomas para sacar a los menores de 6 años de los centros de acogida tutelados por el Estado a partir de 2025 y a los menores de 10 en 2030. De todas maneras, la Ley Orgánica 8/2015 ya contemplaba que el acogimiento familiar debería ser la opción preferente para los niños más pequeños.
Tipos de centros residenciales
La clasificación de los centros residenciales puede hacerse atendiendo a diferentes criterios, como el número de menores acogidos o sus características funcionales. Aunque los datos del Ministerio de Derechos Sociales solamente distinguen entre centros ordinarios y centros destinados a menores con problemas de conducta, algunos expertos explican que también existen diferentes modelos de centros ordinarios. Una posible clasificación sería:
Centros de acogida para menores de 3 años.
Teniendo en cuenta que el acogimiento familiar es la opción preferencial para los niños tan pequeños, se tiende a que esta tipología de centro desaparezca.
Centro de primera acogida.
Tiene como principal objetivo cubrir las necesidades urgentes y de evaluación que deriven en una situación más definitiva.
Hogar de convivencia familiar.
Estos centros integran a menores de diferentes edades con la intención de crear un entorno familiar. Por lo general, no se superan las ocho plazas.
Hogar de preparación para la independencia de adolescentes.
El objetivo en estas instalaciones es que un pequeño grupo de adolescentes se prepare para hacer la transición a su vida independiente. Son jóvenes, próximos a cumplir la mayoría de edad, que no pueden regresar a su entorno familiar y necesitan una preparación para comenzar su vida adulta.
Centros para menores extranjeros no acompañados.
En estas instituciones se atiende a menores llegados de otros países que están en territorio español sin sus familias.
Centros para adolescentes con problemas conductuales o emocionales.
Se trata de complejos en los que conviven menores que, además de la situación de desamparo, sufren problemas de convivencia.
Existen numerosos estudios que ponen el foco sobre los aspectos negativos que puede tener la institucionalización en los menores y la legislación española prima el acogimiento familiar sobre el residencial, sin embargo, en muchas ocasiones se considera precisamente el acogimiento residencial el más adecuado y beneficioso.
El papel del educador social en el acogimiento residencial es clave y ha ido adquiriendo cada vez más relevancia en la intervención familiar, que tradicionalmente era realizada por profesionales del trabajo social y la psicología. El Grado en Educación Social a distancia de UNIR ofrece la posibilidad de conseguir las competencias y habilidades necesarias para llevar a cabo servicios profesionales socioeducativos, contribuyendo a mejorar el bienestar social y la integración de las personas.