Fernando García Fernández
El egresado y profesor de UNIR Fernando García Fernández analiza desde una perspectiva innovadora el fenómeno de la inmigración, que se transforma en una oportunidad para impulsar el progreso mutuo entre los países implicados.
El desarrollo y la publicación de este artículo es fruto de mi Trabajo Fin de Máster, encuadrado en la iniciativa de la Red Delta dentro del Máster en Cooperación Internacional al Desarrollo: Gestión y Dirección de Proyectos, siendo ésta una modalidad motivadora y exclusiva, por la que podrás formar parte de un grupo de investigación de UNIR a través de la redacción de artículos científicos.
El codesarrollo ofrece una perspectiva innovadora sobre cómo la migración puede ser una oportunidad para la inclusión y el desarrollo mutuo entre los países de origen y destino.
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Actualmente, la motivación de la gran mayoría de las personas migrantes para abandonar su país de origen viene dada por las situaciones precarias y de sufrimiento en las que viven, viéndose forzadas a emigrar en busca de nuevas oportunidades.
Trabajar sólo la inclusión del migrante en el país receptor es insuficiente, ya que sólo sería beneficioso para una parte.
Por lo tanto, mediante el codesarrollo, donde el migrante es el principal actor (conoce ambas realidades), se conseguirá un beneficio mutuo, circular, donde el migrante en el país de acogida tiene nuevas oportunidades, adquiere conocimientos y mejora su economía, pudiendo existir la posibilidad de un retorno al país de origen que ayudará a forjar unas bases más sólidas y a conseguir una sostenibilidad tanto a nivel personal como comunitario.
¿Qué es el codesarrollo? Su evolución
Sami Näir, politólogo, filósofo y sociólogo francés de origen argelino, especialista en movimientos migratorios, es el creador del concepto de codesarrollo. En su famoso informe Rapport de bilan et d’orientation sur la politique de codéveloppement liée aux flux migratoires, entregado al primer ministro francés en diciembre de 1997, planteaba el codesarrollo como herramienta para un futuro retorno de los inmigrantes a su país de origen, a la vez, que se promovía el desarrollo para ralentizar las migraciones. Por lo que el codesarrollo se convertía en una modalidad de cooperación al desarrollo que a través del trabajo en microproyectos mejorase el empleo y generase renta en las zonas emisoras de flujos migratorios.
Con el paso del tiempo se ha reflexionado sobre la utilidad y la eficacia del codesarrollo, intentando no poner tanto el foco en el concepto como parte del discurso político y sí como una vinculación entre desarrollo y migraciones, donde los migrantes se convertían en vectores de su desarrollo en el país de origen y el receptor.
Imagen de cayucos apilados en una playa de las Islas Canarias.
De esta manera, aparecieron las remesas económicas que son flujos monetarios que se destinan desde los países receptores hacia los países emisores de migrantes. Las familias que residen en los países de acogida envían dinero a sus familiares en sus países de origen para que mejoren su calidad de vida.
Este pensamiento se ha quedado obsoleto y en la actualidad el concepto de codesarrollo se ha transformado en una inversión para los inmigrantes y los países involucrados.
Por lo tanto, el codesarrollo se entiende ahora de manera horizontal, ya que ambos países obtienen un beneficio sin existir jerarquías ni herramientas de poder. Por otro lado, con esta nueva visión, el actor principal va a ser el inmigrante, participando en el diseño de las políticas y sintiéndose parte de su desarrollo personal y comunitario.
El desafío para la Cooperación Internacional al Desarrollo
A pesar de sus beneficios, el codesarrollo afronta desafíos importantes. Uno de ellos es la falta de un marco legal que facilite la movilidad de los migrantes entre sus países de origen y destino. Las restricciones migratorias pueden dificultar la participación activa de los migrantes en proyectos de codesarrollo.
Además, se piensa que con las remesas existe el riesgo de que las familias desarrollen en los países de origen una dependencia económica excesiva de estos fondos, en lugar de aprovecharlos para llevar a cabo inversiones productivas a largo plazo.
Otro reto es asegurar que las políticas de codesarrollo promuevan una inclusión social y económica efectiva de los migrantes en los países de destino. Esto requiere una mayor coordinación entre los gobiernos, las ONG y las comunidades migrantes, así como la implementación de programas que favorezcan el acceso a la educación, el empleo y los servicios básicos.
En definitiva, en el ámbito de la Cooperación Internacional al Desarrollo se considera el codesarrollo como una perspectiva innovadora sobre cómo la migración puede suponer una oportunidad para impulsar el progreso mutuo entre los países de origen y destino.
Al reconocer a los migrantes como actores claves en este proceso, el codesarrollo promueve una visión más inclusiva y colaborativa del fenómeno migratorio, donde tanto los países emisores como receptores se benefician.
(*) Fernando García Fernández es egresado del Máster en Cooperación Internacional al Desarrollo: Gestión y Dirección de Proyectos de UNIR. Profesor contratado en el Área de Ciencias Sociales de UNIR.
- Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades