Manuel Herrera
Si se hace un exhaustivo recorrido por buena parte de la formación que en la actualidad reciben los trabajadores sociales, se podrá detectar que aún siguen presentes los viejos modelos profesionales típicos de la configuración tradicional (asistencial-burocrática) del Welfare State. Se olvida que con la crisis del Estado de Bienestar, su desestructuración y pluralización, la posición estructural de los trabajadores sociales se modifica radicalmente:
Si se hace un exhaustivo recorrido por buena parte de la formación que en la actualidad reciben los trabajadores sociales, se podrá detectar que aún siguen presentes los viejos modelos profesionales típicos de la configuración tradicional (asistencial-burocrática) del Welfare State. Más concretamente, se olvida que con la crisis del Estado de Bienestar, su desestructuración y pluralización, la posición estructural de los trabajadores sociales se modifica radicalmente:
-El sistema de bienestar ya no tiene un “vértice” (un poder superior de referencia para todos).
-El sistema de bienestar ya no posee un “centro”, ni de coordinación ni de dirección.
-El sistema de bienestar ya no dispone sólo de una o dominante imputación de responsabilidad colectiva.
-El sistema de bienestar se expande uniformemente en todas las direcciones. El resultado es que cualquier punto se distancia de los otros, pero también se encuentra ligado al movimiento general que afecta a todos los puntos en los que el bienestar se produce y consume.
-El bienestar se hace “autopoiético”, es decir, debe producirse en el interior de cualquier sistema organizativo según su propia distinción-directriz.
Solo teniendo como telón de fondo el escenario anteriormente planteado se puede comprender el espíritu y los contenidos de las propuestas para nuevos modelos formativos y activos del trabajador social. En esta semana y en la próxima intentaremos trabajar las principales características: finalidad del servicio, principales dimensiones del perfil profesional, sus objetivos de competencias y responsabilidad.
Las principales finalidades del servicio en que los nuevos perfiles profesionales se insertan deberían:
-Ubicar a la persona necesitada de cuidado en situación de vivir una vida lo más posiblemente normal en su ambiente de vida, generalmente de tipo familiar, en la comunidad local.
-Elaborar el paquete de servicios y apoyos necesarios para ayudar a la persona necesitada de cuidado a alcanzar y mantener el máximo posible de autonomía; se trata de activar intervenciones que operen de tal forma que puedan sostener todas las habilidades de la persona dependiente y su pleno potencial de vida.
-Dar a las personas una mayor voz respecto a la forma en que viven su condición desventajada, y respecto a los servicios de los que tienen necesidad para ser ayudados a vivir lo más plenamente posible su vida.
-Promover el desarrollo de una red de servicios entre el sector estatal, el sector de privado social y el de privado mercantil, que permita respetar estándares de buena calidad y adecuada profesionalidad.
-Las autoridades públicas no deberían utilizar el privado social y el mercantil como instrumento de intervención residual o como agencia donde descargar las responsabilidades colectivas, sino que deberían actuar como apoyo de agencias autónomas de privado social, y como reguladores del privado mercantil, de tal forma que se acreciente el radio de las posibilidades y de las elecciones de los usuarios.
-Aclarar las recíprocas responsabilidades de las agencias formales y del privado social de tal forma que se haga más fácil y transparente su proceso de rendir cuentas.
-Introducir una nueva estructura de financiación para las atenciones sociales que asegure un mejor valor de las prestaciones dadas a cambio de dinero fiscal.
Las principales dimensiones o componentes de los nuevos perfiles profesionales propios del trabajador social deberían ser tales que permitan desarrollar las siguientes capacidades:
-Responder de forma flexible y sensible a las necesidades de las personas, de sus familias y de quien los asiste creando redes apropiadas entre sí.
-Permitir un amplio espectro de opciones de redes a los usuarios, en concreto mediante la utilización de medios diversificados (en especie o en dinero, y también estos diversificados por tipos) y flexibles (con posibilidades de cambiar fácilmente en el desarrollo).
-No intervenir más de cuanto sea necesario, donde acrecentar la autonomía del usuario y/o de su familia en el contexto de los grupos sociales de pertenencia, es decir, como autónoma capacidad de “hacer red”.
-Practicar una ayuda activa de las personas que asisten a otras, los informales carers de ancianos, discapacitados, niños dependientes, etc., con medidas y programas ad hoc que tengan estructura relacional.
Dejamos para la próxima semana los objetivos específicos y las correspondientes responsabilidades que deberían estar presentes en los nuevos perfiles profesionales. Llegado ese momento estaremos en situación de presentar las nuevas palabras clave que tienen que presidir la formación de los trabajadores sociales del siglo XXI.