UNIR Revista
Dos docentes de UNIR nos enseñan a mirar la injusticia de la pobreza y la violación de los derechos humanos como una responsabilidad global a través de las fotografías de Ximena Borrazás, capaces de generar una solidaridad comprometida y reivindicar nuestra implicación.
Solemos empezar nuestras clases en el Grado de Cooperación Internacional, el Grado en Fotografía, el Máster en Cooperación Internacional al Desarrollo y el Máster en Fotografía Artística, de UNIR, recomendando y reflexionando sobre el libro de Susan Sontag, Ante el dolor de los demás. Para aprender a mirar las injusticias del empobrecimiento y la violación de los derechos humanos como una responsabilidad global.
En el texto se discute la mirada sobre el dolor ajeno a través de la representación visual, fotográfica de la guerra y la violencia. También sobre el peso de los medios de comunicación que cubren conflictos y su poder para buscar lo novedoso, la noticia que en seguida se convierte en crisis olvidada. A veces, porque se centra demasiado en los grandes actores políticos y poco en víctimas y supervivientes. Decía Sontag que “no debería suponerse un nosotros cuando el tema es la mirada al dolor de los demás”. Y todo ello considerando el poder de las imágenes: “Es más probable que los sentimientos cristalicen ante una fotografía que ante un lema”.
Por ello, en nuestro mundo, incluso en una época donde las imágenes atroces anestesian toda emoción, las imágenes fotográficas son imprescindibles. A pesar del problema de la manipulación y la saturación de las imágenes, es necesario saber qué pasa en el mundo a cada rato. Para implicarnos, para asumir nuestra cuota de responsabilidad sobre los problemas globales como son la pobreza o los conflictos.
En su momento, tuvimos la oportunidad de participar en el diálogo en torno a la exposición No me olvides, de la fotógrafa Ximena Borrazás, organizada por Casa América, la Embajada del Uruguay en España y UNIR, cuya grabación puedes ver aquí.
La exposición estaba conformada por fotografías que muestran el testimonio de migrantes que se juegan la vida cruzando el Mediterráneo, así como la pervivencia de la crisis humanitaria de Tigray (Etiopía).
Estas fotografías reflejan dos cuestiones. De un lado tenemos el objeto o las vidas detenidas en su duración, sustrayendo el tiempo de su propia corrupción para constituir un testimonio o memoria; y por otro en el poder que tiene de revelarnos lo real, el dolor, la existencia del modelo en una huella digital.
Son fotografías que nos obligan a poner el foco. Un foco que lucha contra estructuras informativas homogeneizadas. Es decir, poner datos profundamente distintos en planos formales similares, por la influencia de la urgencia y el contexto inmediato. En los periódicos o noticieros, la muerte de un centenar de personas en el Mediterráneo tratando de llegar a las costas europeas, se dispone a igual nivel o menor que una decisión sobre política económica tomada por la Comisión Europea.
Frente a todo lo anterior, estas fotografías al final obedecen a una dimensión de la justicia que establece Nancy Fraser: reconocimiento, representación y redistribución.
Fuente: elaboración propia sobre Nancy Fraser.
Fraser aborda la representación en la participación de todas las personas en la discusión pública y la toma de decisiones, frente al “desenmarque” de colectivos tradicionalmente excluidos. Es la condición para el reconocimiento y la redistribución.
Pero nosotros aportamos, además de la dimensión política, la estética. La representación (volver a presentar), se revela en una correlación entre la ética de la justicia y la estética, entendida como la percepción del mundo. Son fotografías éticas al tener una postura comprometida y reflexiva ante el mundo y la acción humana y estéticas (est-éticas) por ser en sí una percepción sensitiva del mundo.
Recodemos las palabras de José María Valverde: “Nulla aesthetica sine ethica, ergo: apaga y vámonos”. Y Benjamin hablaba de que no hay documento de cultura, sin que lo sea a su vez de barbarie. La representación cuestiona constantemente y busca estrategias mediante la imaginación artística de hacer presente, de representar a las personas que no están o están infrarrepresentadas, un habeas imago.
Esta representación supone una aparición colectiva y política, desafiante y resistente en la esfera pública. Una herramienta fundamental que genera educación para el desarrollo, ciudadanía global y transformación social. Son por tanto imágenes que nos ayudan a situarnos en el mundo de tres maneras:
- Frente al localismo, pensar globalmente y desarrollar la empatía. Frente al fantasma del localismo, del etnocentrismo o peor de un nacionalismo excluyente, debemos extender la mirada más allá, hacia el mundo.
- La responsabilidad de pensar a largo plazo frente a lo inmediato del cortoplacismo, ocupándonos de aquello que ocurre lejos de nuestros hogares.
- Poner el foco en que para atajar los problemas hay que promover un desarrollo inclusivo y sostenible, frente a una cooperación interesada o meramente economicista.
Para Sontag el gran problema era el sufrimiento del otro que es presentado como algo que no se puede cambiar. Ante tal impotencia, a través de imágenes borradas, demasiado rápidas que nos inspiran miedo, indiferencia o repulsa, se atrofia la capacidad de compasión y empatía como emociones generadoras de acción.
Debemos aplaudir iniciativas como la de Ximena Borrazás que son iniciativas que transmiten conocimientos, actitudes y valores, capaces de generar una cultura de la solidaridad comprometida. Sus fotografías reivindican nuestra implicación.
Se nos presenta una elección activa y militante. Ante el sufrimiento y el dolor del otro tenemos dos opciones: caer en la reacción del miedo, en la indiferencia de medios de comunicación vacíos, o apostar por una mirada sensible, capaz de reconocer la vulnerabilidad mutua y de construir un nosotros conjunto. Estas fotografías nos ponen ante ese espacio de responsabilidad.
(*) Autores del artículo: Manuel Sánchez Moreno, director académico del Máster en Cooperación Internacional al Desarrollo: Gestión y Dirección de Proyectos de UNIR, y Pablo Martínez Muñiz, director Académico del Máster en Fotografía Artística de UNIR.