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La cooperación triangular entre los países donantes tradicionales y las organizaciones multilaterales facilita las iniciativas Sur-Sur por medio de fondos, formación, gestión y tecnología.
La cooperación triangular se considera un tipo de cooperación horizontal, un mecanismo para el intercambio de conocimientos y experiencias en diversas áreas, con el propósito de compartir todo ello sobre una base de solidaridad y de apoyo mutuo entre países de similar situación de desarrollo.
Además, al mismo tiempo que promueve el intercambio de conocimientos científicos, tecnológicos y técnicos, contribuye a fortalecer y consolidar las relaciones bilaterales entre los países.
La cooperación triangular es un mecanismo de financiamiento para la Cooperación entre Países en Desarrollo (CTPD) con apoyo financiero de un tercer país (fuente bilateral o multilateral).
Una modalidad de Cooperación Sur-Sur
Desde la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), se destaca que la cooperación triangular es una “modalidad de Cooperación Sur-Sur que aúna aportes de dos países o instituciones oferentes y un tercero que actúa como receptor de la ayuda”.
Por su parte, la Oficina de Naciones Unidas para la Cooperación Sur-Sur (UNOSSC, por sus siglas en inglés) describe a la cooperación triangular como “la colaboración en la que los países donantes tradicionales y las organizaciones multilaterales facilitan las iniciativas Sur-Sur por medio de fondos, formación, gestión y sistemas tecnológicos, además de otras formas de apoyo”.
De acuerdo con la definición del Encuentro Iberoamericano sobre Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur en Buenos Aires de 2013, la cooperación triangular es una “modalidad de la Cooperación Sur-Sur en la que participan un conjunto de actores que, pudiendo todos ellos realizar distintos aportes (técnicos, financieros u otros), se reparten el ejercicio de tres roles: el de los así denominados “primer oferente” y “receptor” (uno o varios países en desarrollo, en cada caso), y el de “segundo oferente” (país en desarrollo, país desarrollado, organismo regional o multilateral, o alguna asociación de ellos). El rasgo diferencial está determinado por el rol del primer oferente, quien actúa como principal responsable del fortalecimiento de capacidades”.
Una vía para alcanzar los ODS
En este marco, la AECID recuerda que España siempre ha sido un “donante tradicional” y “líder en cooperación triangular” en América Latina. “La cooperación española comenzó a trabajar con esquemas triangulares en 2005, que consolida a partir de 2009 cuando se comienza a reflejar la metodología en los sucesivos Planes Directores de la Cooperación Española”, detalla la institución.
En 2007, en Chile, surgió una iniciativa en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, por la que se puso en marcha el Programa Iberoamericano para el Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur (PIFCSS). Esta es una iniciativa intergubernamental destinada a fortalecer la Cooperación Sur-Sur y la cooperación triangular en Iberoamérica, en la que España en muchas ocasiones ha sido el principal financiador. Su misión: promover sus valores y principios, en línea con el cumplimiento de la Agenda Internacional de Desarrollo Sostenible para 2030 y, en concreto, los Objetivos de Desarrollo Sostenible en ella marcados.
El PIFCSS se enmarca dentro de un modelo de cooperación horizontal, con países con diferentes trayectorias, que participan de acuerdo con sus capacidades y en pro del consenso y la igualdad.
De hecho, el sistema triangular favorece ese trabajo “entre iguales”, al asegurar que el país receptor ejerce el rol de liderazgo en cada iniciativa e identifica qué modelo, experiencia y aporte asumir de otro país. Naciones como Uruguay, Argentina, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Chile, Bolivia, Brasil, República Dominicana, Costa Rica, Perú, Portugal, Guatemala y México se han adherido al PIFCSS.
Las alianzas entre los países mediante esquemas triangulares se plasman en los llamados Memorandos de entendimiento, donde los socios oferentes acuerdan los objetivos y trabajan desde la horizontalidad, y permiten adaptar la cooperación triangular a las capacidades y necesidades de los países socios. En concreto, son ámbitos de especial relevancia en la cooperación triangular: los bienes públicos globales y regionales, así como el fortalecimiento institucional, y la innovación y la investigación aplicada.
Un ejemplo de cooperación triangular española
De esta forma, los países socios comparten su conocimiento, experiencia y recursos en favor de un bien común, el desarrollo, siendo uno de los ejemplos de esta modalidad de cooperación triangular el que han protagonizado España, México y Haití en materia de nutrición infantil.
Tras el terremoto de Haití de 2010, el país quedó devastado, con las necesidades básicas de la población sin cubrir, especialmente la de los niños. “Por ello, era necesario recuperar dos aspectos básicos: la alimentación y la educación. Por este motivo, Haití, México y España asumieron la puesta en marcha de una cantina escolar en la comuna de Carrefour, que gestionada por las Hermanas Salesianas, aseguró la alimentación diaria de 5.000 niños”, pone de ejemplo la AECID.
En este caso, dice que España aportó financiación al proyecto así como al Programa Mundial de Alimentos (PMA), para asegurar la canasta básica de esta iniciativa, y los tres socios se encuentran valorando una segunda fase del proyecto que conceda continuidad a la iniciativa, con actividades de capacitación para la generación de ingresos que aseguren la sostenibilidad de la misma. Por todo ello, a la hora de diseñar un nuevo proyecto de cooperación triangular en un país en vías de desarrollo es fundamental contar con formación específica en Cooperación Internacional.