María Victoria Ochando Ramírez
Los centros sociosanitarios son claves para fomentar el bienestar de las personas con las que se interviene, sobre todo en el tipo de atención y de competencias profesionales que prestan.
Estos centros se encuentran actualmente en pleno proceso de transformación. Las tendencias globales, el impacto de las políticas públicas o los modelos de financiación, entre otros factores, están generando nuevos desafíos y paradigmas que inciden directamente en la vida de las personas y en el funcionamiento diario de las entidades.
Pretenden ofrecer servicios centrados en las personas, que respeten su dignidad y que potencien su calidad de vida. Entender esto supone considerar cuestiones éticas y formarse de forma específica con metodologías innovadoras.
Una de las premisas para lograrlo pasa por identificar cuáles son las necesidades de los grupos de interés, para poder ajustar los servicios (Club Excelencia en Gestión, 2019). No existen fórmulas mágicas para todos. Cada persona o unidad familiar es única, se encuentra en un contexto determinado y tiene unos valores y unas prioridades de atención específicas.
Centrando la atención en las personas con adicciones y sus familias, se aprecian diferentes necesidades a lo largo de su proceso de cambio, en el que existen más barreras y prejuicios al inicio (Ochando, 2021). Los centros especializados para la atención de la adicciones acompañarán y guiarán a la persona y a su familia en todo momento hasta lograr los objetivos previstos.
La adicción es considerada una enfermedad crónica que requiere de un abordaje biopsicosocial. La persona que ya presenta una adicción a sustancias no puede aprender a consumir una cantidad considerada “normal”. En el caso de las adicciones sin sustancia tampoco es posible que estas personas con adicción logren dominar el comportamiento en cuestión a su antojo.
Una adicción se establece cuando hay una falta de control que lleva al usuario o usuaria al consumo, ya sea para lograr unos efectos determinados o para evitar el síndrome de abstinencia. Más que cantidad, lo determinante es el impacto que la sustancia o el comportamiento produce en la persona. Conlleva, además, una pérdida de la capacidad de decisión y una limitación de su libertad.
Una adicción se produce progresivamente. Se conjugan factores de riesgo y de protección, que irán llevando a la persona de uno a otro abuso, hasta alcanzar una dependencia (Becoña, 2016). Se producen unas alteraciones físicas y psicológicas que afectarán también a su entorno más próximo.
Los y las familiares, a menudo, se encontrarán desconcertados y expectantes ante el cambio de comportamiento, los patrones de consumo y las consecuencias en todas las áreas de la vida de la persona consumidora. Se realizarán distintos intentos hasta determinar que es la sustancia o el comportamiento adictivo la causa de muchas de las situaciones que atraviesa, y que no es algo que se pueda manejar sin ayuda profesional.
Una vez iniciada la atención, tanto personas con adicciones como familiares tendrán que ser capaces de expresar cómo se sienten, identificar en qué estadio de cambio se encuentran (Prochaska y DiClemente, 1982) y esforzarse para reestablecer el equilibrio personal y familiar, entre otros temas.
Unas veces, las necesidades tendrán que ver con aspectos personales tales como baja autoestima, ausencia de habilidades sociales, ansiedad, dificultades para lograr la abstinencia, etc. Otras veces, las necesidades tendrán un componente más relacional, o incluso económico o laboral.
Hay que situar a estas personas y a sus familias en el centro de la intervención.
Todas estas necesidades serán cambiantes en cada etapa vital, en base a la adherencia al tratamiento que estén teniendo, resultados, limitaciones, oportunidades, madurez, factores de riesgo e incluso grado de implicación de cada usuario. De ahí que las entidades sociosanitarias, independientemente de su titularidad pública o privada, han de gestionar dichas necesidades con agilidad, orientando y garantizando los derechos de estos grupos de población.
En definitiva, atender las necesidades de las personas con adicciones y sus familias supone situarlas en el centro de la intervención y promover su bienestar. Conocer qué les sucede y posibilitar su participación en todos los procesos que les afectan. Se irán desarrollando ágil y eficazmente las intervenciones, sin olvidar el ecosistema ni los acontecimientos futuros.
Resulta por todo ello imprescindible que los servicios sociosanitarios y sus profesionales se comprometan para ofrecer soluciones excelentes a las personas que tienen delante.
Referencias:
Becoña Iglesias, E. (2016). Trastornos adictivos. Editorial Síntesis
Club Excelencia en Gestión. (2019). Modelo EFQM Versión gratuita. https://clubexcelencia.org/conocimiento/plataforma-de-conocimiento/modelo-efqm
Ochando Ramírez, M. V. (2021). Sistematización del proceso de acogida en adicciones desde el Trabajo Social. Revista de Treball Social, 221, 91-108. https://doi.org/10.32061/RTS2021.221.05
Prochaska, J. Q., y DiClemente, C. C. (1982). Transtheoretical therapy: Toward a more integrative model of change. Psychotherapy: Theory, Research and Practice, 20, 161-173.