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Estos profesionales se ocupan de la redacción de informes, la gestión de documentación o vigilar que los usuarios reciban la pensión que les corresponda.
Las residencias de mayores son unos de los ámbitos en los que los trabajadores sociales pueden desempeñar su trabajo. La redacción de informes, la gestión de documentación (como la renovación del DNI) o vigilar que los usuarios reciban la pensión que les corresponda forman parte de las funciones de un trabajador social en una residencia de mayores.
El envejecimiento de la población hace necesario contar con profesionales que sepan atender a sus necesidades específicas, máxime cuando están en centros especializados como las residencias de mayores. Dentro de sus equipos sociosanitarios se incluyen los trabajadores sociales, unos profesionales básicos en la integración de una persona en un centro de la tercera edad.
Entre las funciones de un trabajador social en una residencia de mayores señalar:
- Realizar una programación vinculada a su área de trabajo en función de los usuarios y sus necesidades.
- Elaborar estudios relacionados con la tercera edad, en general, y los residentes de su centro en particular.
- Colaborar, junto al resto de profesionales —como psicólogos, terapeutas ocupacionales, educadores sociales o fisioterapeutas— en la elaboración de un plan de atención global de la residencia.
- Informar y asesorar a posibles usuarios y/o familiares interesados en conseguir una plaza en el centro.
- Informar sobre los nuevos ingresos a los organismos que competa.
- Facilitar la integración de los nuevos usuarios en las dinámicas del centro, explicándoles cuáles son los servicios y actividades habituales.
- Redactar los informes sociales, valoraciones e historiales de los residentes y un seguimiento de su evolución.
- Vigilar que todos los usuarios reciban la pensión que les corresponda y, en caso de no tenerla reconocida, tramitarla ante la Seguridad Social. Aquellos residentes que no tengan familiares ni estén tutelados pueden solicitar que el trabajador social les administre su pensión.
- Gestionar la documentación y trámites que requieran los usuarios, como empadronamiento, renovación del DNI, del carné de conducir, etc.
- Asesorar a familiares sobre cuestiones administrativas que favorezcan la integración del usuario en la residencia y, al mismo tiempo, permitan mantener el contacto con sus allegados. Para ello, se encargará también de la planificación de los horarios de visitas y fomentará que se organicen actividades conjuntas.
- Acompañamiento en consultas médicas.
- Realizar un seguimiento de los residentes cuando permanecen ingresados en centros hospitalarios y, en caso de ser necesario (por ejemplo, porque no tienen familia o no están capacitados) realizar visitas periódicas.
- En caso de fallecimiento de un usuario, contactar con los familiares y asesorarlos sobre los trámites necesarios para su traslado.
- Realizar periódicamente encuestas de satisfacción, llevar un registro de las sugerencias y quejas de usuarios y familiares, así como trasladar al resto del equipo propuestas de mejoras.
- Vigilar que se respeten los derechos de los residentes, garantizando siempre su bienestar físico y emocional a través de un servicio de calidad.
Habilidades de un trabajador social en un centro residencial de mayores
Los trabajadores sociales son un punto de apoyo fundamental para los usuarios de una residencia de mayores. Por eso, además de una buena formación reglada, que viene de la mano del Grado en Trabajo Social o el Curso puente de Adaptación al Grado en Trabajo Social para los diplomados anteriores a la implantación del Plan Bolonia, son necesarias una serie de habilidades. Entre ellas destacan:
Empatía.
El ingreso en una residencia de mayores supone un cambio trascendental en la vida de una persona, especialmente en el caso de no dependientes. De aquí que la empatía sea una habilidad básica de los trabajadores sociales para facilitar la adaptación al centro.
Escucha activa.
Para ganarse la confianza de los residentes y facilitar así el acceso a datos e información que sean relevantes para la atención a los mismos.
Asertividad.
Aunque es una habilidad que a priori puede considerarse de ámbito individual también repercute en el aspecto profesional, ya que una persona asertiva tiene un mayor autocontrol, lo cual es beneficioso en el trato con los residentes.
Los profesionales del trabajo social son un eslabón básico en los equipos interdisciplinares de las residencias de mayores para prestar una atención de calidad a los usuarios y, en la medida de lo posible, retrasar su deterioro físico y/o cognitivo.