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El mobbing inmobiliario se ha convertido en una realidad preocupante que afecta a muchas personas. Consiste en una forma de acoso que busca forzar a un inquilino o propietario a abandonar una vivienda.
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La vivienda se ha convertido en foco de muchos de los problemas que afronta la sociedad actualmente, en especial en aquellas zonas donde existe una alta demanda y los precios están disparados. Uno de estos problemas es el acoso inmobiliario, también conocido como mobbing inmobiliario. Es decir, las amenazas y otras formas de presión psicológica que buscan forzar a un inquilino o propietario a abandonar una vivienda.
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¿Qué es el acoso inmobiliario?
El Diccionario Panhispánico del Español Jurídico define el mobbing inmobiliario como “una conducta ilícita consistente en impedir a otro disfrutar de la vivienda a la que tiene derecho o compelerle a abandonarla, cederla o enajenarla”, y que es constitutiva de delito.
El acoso inmobiliario se puede explicar como una conducta repetida de forma intencional, llevando a cabo actos contra la dignidad, la salud física o mental de un inquilino o propietario, con el fin de forzarlo a abandonar su casa.
Por norma general, los acosadores suelen ser propietarios, administradores de fincas o agentes inmobiliarios que quieren obtener el control sobre una propiedad.
Ejemplos de acoso inmobiliario
Las personas que llevan a cabo mobbing inmobiliario lo hacen a través de prácticas de lo más variadas; pueden ser sencillas, como cortar los servicios básicos de agua o luz, o más complejas, como hacer sistemáticamente ciberacoso. Algunos ejemplos de acoso inmobiliario son:
- Corte de servicios esenciales. Los perpetradores del mobbing inmobiliario suelen tratar de dejar a las personas que acosan sin servicios básicos como el agua y la electricidad.
- No cobrar las rentas. Se trata de una práctica común que consiste en no querer cobrar el alquiler para generar una situación de impago.
- Aumento de la renta sin previo aviso. Por norma general, los propietarios de los inmuebles suelen modificar las condiciones del contrato, subiendo la renta sin avisar al inquilino y sin haber acordado una modificación previa del acuerdo.
- Acoso verbal o ciberacoso por redes sociales. Es una forma de presionar psicológicamente a los inquilinos de una vivienda, acosándolos verbalmente o utilizando las redes sociales, tratando de exponerlos ante más personas.
Las causas detrás del mobbing inmobiliario
Estas prácticas suelen darse fundamentalmente en casos en los que el inquilino es vulnerable. Por ejemplo:
- Terminar contratos de alquiler sin penalizaciones. Un contrato de alquiler se firma entre dos partes, el arrendador y el arrendatario. Cuando el propietario del inmueble quiere deshacerse de su inquilino, normalmente recurre al acoso inmobiliario para que sea este último el que incumpla el acuerdo y evite así las penalizaciones. Estos casos suelen afectar a familias con pocos recursos.
- Macro operaciones urbanísticas. Existen operaciones urbanísticas a gran escala en las que se pretende comprar un edificio al completo, pero dentro de él algunos propietarios se niegan a vender su propiedad. En estos casos, las inmobiliarias suelen acosar a los propietarios para que estos cedan.
- Especulación inmobiliaria. Las viviendas son un bien de mercado muy codiciado y a veces existen inversores que se aprovechan de las personas vulnerables, como ancianos, para engañarlos y acosarlos con el fin de adquirir sus viviendas.
El acoso inmobiliario: regulación en el Código Penal
La regulación del acoso inmobiliario en el Código Penal se puede encontrar en los artículos 172 y 173. Este reglamento recoge como punibles este tipo de actos.
En el artículo 172 del CP se recoge que será castigado con pena de prisión de seis meses a tres años o con multa de 12 a 24 meses todo aquel que ”sin estar legítimamente autorizado, impidiere a otro con violencia hacer lo que la ley no prohíbe, o le compeliere a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto”. Añade que “se impondrán las penas en su mitad superior cuando la coacción ejercida tuviera por objeto impedir el legítimo disfrute de la vivienda”.
Por su parte, el artículo 173 del CP apunta que podrán ser castigados con la pena de prisión de seis meses a dos años aquellas personas “que de forma reiterada lleven a cabo actos hostiles o humillantes que, sin llegar a constituir trato degradante, tengan por objeto impedir el legítimo disfrute de la vivienda”.
El acoso inmobiliario también está regulado en algunos ordenamientos autonómicos, como es el caso de la Comunidad Valenciana, la cual en febrero de 2023 legisló el Decreto Ley 3/2023, donde se incluye la posibilidad de imponer sanciones a los propietarios que realicen acoso inmobiliario.
Estas conductas pueden ser castigadas con una multa de entre 10.000 y 350.000 euros si son graves —como, por ejemplo, impedir a un inquilino que pague su alquiler— y de 350.001 a 950.000 euros si la infracción es muy grave, como puede ser el caso de conductas de discriminación, violencia, acoso por parte de la persona vendedora, arrendadora.
¿Qué hacer en el caso de sufrir mobbing inmobiliario?
Si una persona es víctima de acoso inmobiliario, lo primero que tiene que hacer es denunciar su situación ante las autoridades como la Guardia Civil, la Policía Nacional o en un juzgado. Es importante que lo haga, ya que estos delitos solo son perseguibles si lo denuncia la persona que lo sufre.
Existen situaciones en las que es crucial denunciar, pues se trata de una cuestión que va más allá del mobbing inmobiliario. Por ejemplo, si el propietario de un inmueble en el que vive una familia de forma legal decide cortarles el agua, al delito de acosos habría que sumarle la privación de un bien de primera necesidad.
A la hora de presentar la denuncia es recomendable haber recopilado todo acto de hostilidad y acoso que haya recibido por parte del arrendador o propietario, ya sea a través de fotos, vídeos, emails y testimonios de vecinos.
Otra opción a tener en cuenta, antes de denunciar, es realizar un escrito formal al arrendador o propietario que está llevando a cabo el acoso, exigiendo que cese su comportamiento. Es un método disuasorio que puede funcionar.
También es aconsejable pedir asesoramiento a un experto en Derecho inmobiliario, que puede ser un abogado urbanista o un profesional experto en situaciones de acoso.
En resumen, el mobbing inmobiliario es una forma de acoso que busca forzar a un inquilino o propietario a abandonar su vivienda. Si se es víctima de este tipo de acoso, lo recomendable es denunciarlo y ponerse en manos de un abogado.