Alberto Pascual García
La Unión Europea se blinda contra la difusión de contenidos terroristas en línea gracias a un nuevo reglamento que entrará en vigor en 2022. ¿Cómo es la lucha contra esta amenaza?
En 2020, un total de 9.748 personas perdieron la vida en 2.350 atentados yihadistas. En lo que llevamos de año, ya se han contabilizado más de 1.100 víctimas en otros 324 ataques, con Afganistán, el Sahel occidental y el África subsahariana como 3 de las zonas de mayor incidencia. Son los datos más recientes del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) que indican que esta amenaza no para y no entiende de pandemia. De hecho, se ha aprovechado de ella y de las crisis gubernamentales que la rodean para sembrar una semilla con efecto a largo plazo. El adoctrinamiento yihadista en la red se ha convertido en una de las principales herramientas para conseguirlo y no somos aún conscientes de la posible repercusión que esto tendrá en los próximos meses.
Ante esta situación, el Consejo de la Unión Europea pondrá en marcha un mecanismo de protección legal para evitar la distribución de contenidos de corte terrorista online. A partir de 2022, las autoridades competentes de los Estados miembros podrán emitir órdenes dirigidas a los proveedores de servicios como YouTube o Facebook para que los retiren o bloqueen su acceso. En caso de no lo hagan en el plazo de una hora, podrían afrontar multas de un 4% de su facturación. La norma se aplicará a todas las compañías que ofrezcan servicios en la UE, sin importar si su sede legal está o no allí.
Pero ¿qué implicaciones tendrá? Desde UNIR, analizamos la situación y tratamos de entender cómo funciona este tipo de adoctrinamiento en Internet.
Yihadismo online
La nueva normativa, aprobada este pasado 16 de marzo por Bruselas, obligará a las plataformas de contenidos y redes sociales a tomar las medidas específicas para impedir el mal uso de sus herramientas para difundir estos contenidos ilícitos. Entre ellos, textos, imágenes, archivos de audio o vídeos que puedan ser usados para captar, adoctrinar o incitar a cometer actos terroristas, dar instrucciones sobre cómo hacerlo o solicitar la participación en grupos terroristas.
La preocupación desde el Consejo Europeo es evidente y así lo ha reflejado Eduardo Cabrita, ministro de Interior de Portugal -país que ostenta la presidencia rotatoria de Europa-: “Cada vez es más frecuente la difusión de mensajes de radicalización e incitación a la violencia a través de las redes sociales o la retransmisión de atentados en directo. Con esta normativa, tendremos instrumentos eficaces para hacer frente a la amenaza. Juntos, enviamos un mensaje firme a las compañías de Internet: es hora de una acción más rápida y eficiente”.
La lucha contraterrorista en Europa está, evidentemente, obteniendo resultados cada vez mayores en términos de prevención. Eso sí, esto no significa que no vayamos a tener nuevas oleadas de ataques y atentados o que el grupo terrorista Estado Islámico (EI) u otras organizaciones no generen nuevos modus operandi.
Hablamos de ello con el coordinador académico del Máster Universitario en Estudios Avanzados en Terrorismo de UNIR: Análisis y Estrategias, Santiago Rubín de Celis, que lo tiene claro: “El terrorismo global no parece que vaya a ser un fenómeno que desaparezca como amenaza en un corto-medio plazo. Llegarán nuevas estrategias ante las que estaremos menos preparados o que resulten difíciles de detectar y/o combatir: actores terroristas individuales, células durmientes o formatos de terrorismo con aparatos operativos menos costosos, más sencillos y que no demanden ni grandes recursos ni gran planificación (como los atropellos masivos o los apuñalamientos indiscriminados en las calles de Francia o Reino Unido)”.
En este sentido, existen distintas modalidades y entornos de radicalización:
- En solitario, también conocido como autoradicalización.
- En compañía de otros, guiados por un líder religioso, como un imán u otro. Será él quien dirija ese tránsito cognitivo hacia la interpretación fundamentalista de la religión islámica.
Hay entornos de radicalización offline (físicos), online y mixtos, que aúnan ambas. En España, por ejemplo, entre 2004 y 2018, según la modalidad, lo hicieron un 29.1%, un 25.1% y un 45.8%, respectivamente. Siendo esta última opción la más recurrente y con un proceso habitual de captación entre jóvenes con vínculos familiares dentro del grupo terrorista: “El entorno online ha adquirido un mayor porcentaje a partir de 2012 con el uso cada vez más generalizado de las redes sociales, foros, páginas web y otras herramientas comunicacionales de Internet. Allí, las células de captación encuentran un instrumento sencillo, económico y con largo alcance para la difusión de propaganda”.
Una vez identificados los sujetos que muestran una mayor probabilidad de ser captados, se sirven de mecanismos como el contacto intenso directo, la generación de vínculos a través de la identificación diferencial con la causa, incluso compartir documentación, testimonios, información… para una captación progresiva de sujetos hacia una radicalización violenta: “Estos procesos de autoradicalización, a través exclusivamente de Internet, puede ser muy rápidos (se han dado casos en un solo mes), si bien suelen alargarse un poco más en el tiempo”, explica Rubín de Celis.
¿Cómo combatir el terrorismo en línea?
El objetivo de toda organización terrorista está en dar la mayor cobertura mediática a sus acciones para generar el mayor miedo posible y la sensación de inseguridad en las sociedades a las que ataca. Por ello, grupos como Estado Islámico o Al Qaeda han prestado siempre mucha atención a Internet y a las redes sociales como herramientas imprescindibles de difusión global de sus mensajes a escala planetaria y, a su vez, de captación y comunicación de sus doctrinas y acciones:
“Consiguen atraer con sus mensajes y su doctrina a sujetos en zonas y países muy diversos del planeta, gracias una narrativa tomada directamente de los propios medios audiovisuales dominantes o hegemónico occidentales (desde películas de Hollywood, a videojuegos o dibujos animados). Se sirven de formatos idénticos o muy parecidos a los que esos individuos consumen habitualmente en los medios para seducirles en términos de su propio lenguaje audiovisual”.
La pandemia tampoco ha ayudado mucho en este sentido, ya que se ha incrementado de manera exponencial el número de horas que pasamos delante del ordenador. Esto ha facilitado los trabajos de adoctrinamiento online: “Las organizaciones terroristas han encontrado un escenario más eficaz y proclive a posibles captaciones. Incluso puede que un cierto cansancio a la sobreinformación en estos medios podría hacer que fuésemos menos conscientes a esos mecanismos de captación. Pasamos más tiempo online y, dado al volumen creciente de mensajes en este entorno, quizás seamos más permeables a ellos”, advierte Rubín de Celis.
Y, ¿cómo se lucha para lograr evitar este tipo de artimañas en la red? Además del propio movimiento al que ha dado luz verde Bruselas que implica a las diferentes plataformas para cortar de raíz la difusión de material terrorista, existen diferentes programas y campañas que tratan de prevenir y/o detectar tempranamente casos o entornos proclives a la radicalización: “En España, tenemos “Stop Radicalismos’; en Francia, ‘Stop Yihadisme’, mientras que en Reino Unido, ‘Not in My Name’. El objetivo es vigilar perfiles y contenidos en Internet a través de la generación de contranarrativas que desmonten el mensaje y el discurso del salafismo yihadista, restándole su legitimidad y su presunta verdad, contando con -o partir de- la propia comunidad islámica. Es una lucha compleja y larga, (dada su asimetría y el hecho de que trata de adelantarse al esquema acción-reacción)”.
La lucha desde la educación
UNIR ha identificado una necesidad de formación en estudios sobre el terrorismo, de ahí que cuente con un máster centrado en la materia. Es un título que, si bien incluye a otros perfiles, resulta una oferta que permite especializarse de forma avanzada a profesionales de la seguridad y a miembros de los fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, el Ejército… También a otros estudiosos del fenómeno tales como analistas políticos, miembros de misiones o instituciones internacionales.
Los conocimientos abarcan una comprensión pormenorizada del fenómeno, desde sus orígenes históricos a sus expresiones contemporáneas, con sus particularidades, escenarios y actores principales: “Se presta atención a los procesos de captación y radicalización, a las dinámicas y estructura de las principales organizaciones terroristas, a las políticas y las respuestas policiales que los estados ponen en funcionamiento en su lucha contra el terrorismo. Un estudio holístico y comprensivo de uno de los retos y amenazas más destacados en este cambio del siglo XX al XXI. Y la adquisición de estos conocimientos avanzados y de una serie de competencias, como resultados de este aprendizaje, les ayudará a mejorar en sus carreras y desempeños profesionales”, concluye Rubín de Celis.
Si consideras que cumples el perfil, súmate a la nueva edición del Máster Universitario en Estudios Avanzados en Terrorismo: Análisis y Estrategias de UNIR.