Lorena Varela
Entre las metas del Pacto para el Futuro se encuentra el desarrollo sostenible y su financiación, que se alinea con el objetivo genérico sobre paz, justicia e instituciones sólidas y el específico sobre la reducción de la corrupción.
El 22 de septiembre de 2024 los Estados miembros de la ONU aprobaron el Pacto para el Futuro (Resolución de la Asamblea General Nº 79/1). Este nuevo acuerdo global refleja un conjunto de respuestas de los Estados ante los urgentes problemas y desafíos del mundo actual.
Con un enfoque basado en la filosofía de la Agenda 2030, el Pacto para el Futuro viene a revitalizar los esfuerzos en la consecución de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).
El Pacto para el Futuro se estructura en 56 acciones vinculadas a 5 metas prioritarias y en dos pactos anexos, el Pacto Digital Mundial y la Declaración sobre las Generaciones Futuras.
Las cinco metas clave del Pacto del Futuro son:
- Desarrollo sostenible y financiación del desarrollo
- Paz y seguridad internacionales,
- Ciencia, tecnología e innovación y cooperación digital.
- Juventud y generaciones futuras.
- Transformación de la gobernanza mundial.
La base de esta nueva alianza intergubernamental y multilateral sigue la línea de los anteriores pactos mundiales, incluidos los anteriores Objetivos del Milenio (ODM) del 2015, y debería interpretarse desde el principio de transformación responsable del mundo o, en otras palabras, de la evolución sostenible de la Humanidad.
De los informes de los Estados miembros de la Agenda 2030, presentados voluntaria y anualmente en el Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible, se puede concluir mientras tanto, que habiendo pasado el ecuador temporal de la Agenda, muy pocos avances significativos y esenciales se han alcanzado hasta la fecha a escala global. Por eso, en cada reunión anual del Foro y en el texto del nuevo Pacto para el Futuro, los Estados comprometidos con la transformación del mundo señalan la necesidad de redoblar los esfuerzos colectivos para impulsar la plena consecución de los objetivos del desarrollo sostenible, entre los que se encuentra el objetivo genérico 16.º sobre paz, justicia e instituciones sólidas con su objetivo específico 16.5 de reducción de la corrupción y el soborno en todas sus formas.
Principio de transformación responsable del mundo
El principio de transformación responsable del mundo ha de entenderse como una regla de conducción sostenible de cualquier plan de acción de la gobernanza global, los Estados, las empresas, las sociedades y las personas.
El concepto de sostenibilidad tan arraigado en el seno de todas las políticas de la ONU, y del discurso de cualquier líder mundial, viene a enseñar el valor de actuar asertivamente para atender las necesidades del presente pero sin comprometer las de las generaciones futuras, en especial, en materia de derechos humanos, riquezas económicas, medioambiente y lucha contra la corrupción.
El principio de transformación responsable es, en consecuencia, una incumbencia ética de la sociedad actual, un deber moral de asumir el compromiso hacia la mejora del mundo desde acciones conscientes y razonables.
Ya hacia finales de la década del setenta del siglo pasado, el filósofo alemán Hans Jonas anunciaba en su obra Das Prinzip Verantwortung, 1979 (El principio de responsabilidad) la necesidad de contribuir a la evolución del mundo desde el concepto de responsabilidad de las generaciones presentes respecto de las generaciones venideras.
En su pensamiento, se sostiene que solo sobre la base de acciones responsables se podría aspirar a un desarrollo sostenible de la humanidad. Si bien Jonas se estaba refiriendo a los avances de la ciencia y la técnica de aquel entonces, la idea matriz de la ética de la responsabilidad es perfectamente transportable a la voluntad política actual para mejorar el mundo.
En su libro, Jonas asume que la responsabilidad en su faceta preventiva debe regir el comportamiento individual y colectivo en todo el proceso hacia el progreso y la evolución, previendo los efectos nocivos que pueden derivarse de algunos avances y novedades para neutralizarlos o evitarlos. Y es esta la idiosincrasia que promueve el Pacto para el Futuro de la ONU en su reciente encuentro mundial.
La reducción de la corrupción y el soborno en todas sus formas
Entre las cinco metas clave del reciente firmado Pacto para el Futuro se halla el eje 1.º sobre el desarrollo sostenible y financiación del desarrollo, eje claramente alineado con los objetivos de la Agenda 2030 y, en lo que aquí interesa, en particular, con el objetivo genérico 16.º sobre paz, justicia e instituciones sólidas y su objetivo específico 16.5. de reducción de la corrupción y el soborno en todas sus formas.
Para alcanzar lo pretendido por el eje 1º, el Pacto para el Futuro propone una serie de acciones a realizar. Puntualmente, la acción 4.º asume la reducción del déficit de financiación de los Objetivos del Desarrollo Sostenible en los países en desarrollo, lo que podría producir un desequilibrio del cumplimiento de la Agenda 2030 en el mundo.
Si los países en desarrollo carecen de infraestructuras, inversiones y recursos lo más probable es que se genere una brecha inevitable de diferencia con los países más desarrollados y aumenten las desigualdades. Para evitar este posible escenario, la misma acción 4.º se diversifica en varias estrategias, siendo una de ellas, la prevención de la corrupción, el blanqueo de dinero, la evasión de impuestos y la devolución de los activos procedentes de actividades ilícitas (Pacto para el Futuro, 2024, acción 4.º, literal h, pág. 6).
Evidentemente, este nuevo compromiso mundial viene a significar que lo hasta aquí hecho todavía no resulta del todo suficiente, que, en consecuencia, se ha de continuar trabajando en la transformación ética de las instituciones y personas, en la recuperación de las democracias y en la optimización de las economías en crisis y deprimidas, que la corrupción continua siendo un flagelo difícil y complejo de neutralizar y que los esfuerzos deben continuar progresando sin interrupciones y excusas políticas.
En conclusión, como bien lo señala el mismo Pacto para el Futuro “aunque hemos avanzado, el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible corre peligro. En la mayoría de los objetivos se avanza con demasiada lentitud o se ha retrocedido por debajo de la base de referencia de 2015. Se están esfumando avances en materia de desarrollo sostenible que costó años conseguir (…)” (2024, pág. 4).
Del mismo modo, un repaso por los distintos informes sobre el estado de implementación de la Agenda 2030 en los Estados firmantes también arroja que los avances son lentos y que algunas políticas públicas no son un leal reflejo de los compromisos asumidos (véase, https://hlpf.un.org/home).
De hecho, si bien, en materia anticorrupción, los Estados han realizado algunas reformas normativas (códigos de conducta ética en la función pública o sistemas de integridad en las empresas, leyes de transparencia y rendición de cuentas, lobby y protección de los denunciantes de la corrupción), no obstante, a estas alturas queda aún pendiente la tarea de reforzar los mecanismos de seguimiento, prevención y control de la corrupción, así como alcanzar los estándares mínimos de autonomía e independencia judicial en la persecución y enjuiciamiento de la corrupción.
Lo que queda por hacer y lo que estamos haciendo desde el MAPC
Para nuestro Máster Universitario en Análisis y Prevención de la Corrupción la enseñanza de las estrategias de lucha contra la corrupción en el sector público y en el sector privado constituyen uno de los aspectos nucleares de la formación de los futuros agentes anticorrupción; figura que los Estados de derecho y empresas de la familia iberoamericana vienen demandando cada vez más para alistarse en las filas de esta cruzada global contra la corrupción.
(*) Lorena Varela es directora académica del Máster en Análisis y Prevención de la Corrupción de UNIR.
Fuentes:
- Asamblea General de la ONU, Pacto para el Futuro, Resolución Nº 79/1 del 22 de septiembre de 2024.
- Jonas, Hans, Das Prinzip Verantwortung. Versuch einer Ethic für die Tecnologische Zivilisation, Insel-Verlag: Frankfurt am Main, 1979.
Otros artículos de la serie:
Esta es la vigesimotercera entrega del Abecedario de la Corrupción, una serie de artículos que la directora académica del Máster en Análisis y Prevención de la Corrupción de UNIR, Lorena Varela, publica cada mes en torno a temas de actualidad política mundial y corrupción. Cada titular comienza por una letra del abecedario: enero por la a, febrero por la b, marzo por la c… Así hasta completar las 27 letras del alfabeto.
- Enero: Agenda 2030: la UNIR fortalece su compromiso con la ONU desde la lucha contra la corrupción.
- Febrero: Botar prácticas corruptas del poder electoral.
- Marzo: Canales de denuncia de la corrupción.
- Abril: Del cabildeo y las puertas giratorias como prácticas de corrupción.
- Mayo: Ética: una disciplina de moda en un mundo donde la corrupción está al alza.
- Junio: Fiscalías contra la corrupción.
- Julio: Gobernanza global y corrupción.
- Agosto: ‘Habemus corruptio’.
- Septiembre: Intereses en conflicto y riesgo de corrupción.
- Octubre: Justicia transparente contra la corrupción.
- Noviembre: ‘Kickback’: ¿sobornos penales o comisiones legales?
- Diciembre: ‘Lawfare’: batalla jurídica y corrupción
- Enero: Medidas de regulación, gobernabilidad y represivas contra la corrupción
- Febrero: Nepotismo como fuente de corrupción.
- Marzo: Ñagazas contra la corrupción: el agente encubierto.
- Abril: Obstrucción a la justicia como delito de corrupción.
- Mayo: Practicar lo que se predica: el liderazgo ético como freno a la corrupción.
- Junio: ¿Qué es la corrupción?
- Julio: Recuperación de activos como bastión contra la corrupción.
- Agosto: ¿Sesgos políticos en favor de la impunidad de la corrupción pública?
- Septiembre: Transparencia: un mecanismo anticorrupción eficaz.
- Octubre: Unidos contra la corrupción: una misión universal.
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