Alfredo A. Rodríguez Gómez
Bajmut es una ciudad devastada tras el asedio de Rusia y la resistencia ucraniana. Después de la lucha encarnizada que se lleva produciendo desde hace meses en esa ciudad, ambas partes quieren tener el control sobre las ruinas y los pocos habitantes que quedan. ¿Cuál es la razón?
El frente entre Rusia y Ucrania está estancado. Ni Rusia logra avanzar sobre Ucrania, ni Ucrania es capaz de reconquistar territorios ucranianos invadidos por la Rusia de Putin.
La línea de combate del Dombás
La guerra sigue su curso; uno y otro ejército se enfrentan en muchos lugares, y en especial en el que podríamos llamar frente de Dombás, que se ha convertido en un remedo de las trincheras que pensábamos obsoletas y que nos retrotraen a las de las guerras mundiales. En los espacios que abarca la línea de separación entre ambos ejércitos, cientos de ciudades y pueblos forman una línea del frente que se extiende desde el norte del Dombás hasta Jerson en el sur. Son unos 1000 kilómetros de trincheras, ríos y otros obstáculos que separan a las tropas ucranianas de los soldados rusos.
En tiempos de la guerra híbrida, las posiciones fuertes sobre el terreno parecían superadas cuando, de repente, dos enemigos enfrentados en el campo de batalla permanecen sobre el terreno con fuerzas equilibradas por las circunstancias y no se producen avances ni torturas del frente por parte de ninguno de los bandos, y en un terreno protegido y minado. Un frente de soldados de uno y otro bando –y civiles ucranianos– en una guerra que no es una batalla constante, y en la que los tiempos muertos existen y los soldados que cubren el frente recuperan la condición de seres humanos que no tiene tiempo de ejercer cuando regresa el ardor de la batalla.
Pues bien, en esa línea de guerra se encuentra Bajmut, una ciudad casi fantasma hoy, que antaño tenía más de 70.000 mil habitantes y que se ha convertido en una ruina, con una devastación que muestra el sufrimiento y el horror vividos por la población, y el inmenso dolor que la guerra ha causado. Desde mayo de 2022, los ucranianos han sufrido “devastadoras” bajas en el proceso.
Uno de los cientos de edificios destruidos en Bajmut, una ciudad arrasada por la guerra.
Qué es Bajmut en la guerra
El valor estratégico en la ciudad no es más que el de los demás pueblos y ciudades de la línea divisoria de ambos ejércitos. Sin embargo, es un lugar de lucha encarnizada. La razón no es estratégica, ni tampoco más táctica que cualquiera otra. La ciudad se ha convertido en un símbolo en el segundo año de la guerra, en una lucha complicada, calle a calle, esquina a equina y casa a casa. En los últimos meses, decenas de miles de hombres y mujeres de ambos lados del conflicto han dado su vida en Bajmut por un enclave que se ha revelado más simbólico que táctico.
Así las cosas, en el drama de esta ciudad hay, en este momento, dos actores principales y uno secundario, por un lado, Ucrania, el país agredido, que resiste a toda costa sobre el terreno; por otro, Rusia, la potencia agresora, que trata de vencer la resistencia de los ucranianos como sea, y el Grupo Wagner, una empresa militar de seguridad privada a cuyos contratistas hay quienes los llaman mercenarios, –aunque dicha terminología no sea correcta en este caso– que no alcanzan los objetivos militares señalados por Rusia.
Para los tres, la ciudad es ahora un símbolo; evidentemente por motivos distintos, pero con un significado muy concreto para cada una de ellas. Veamos.
Ucrania, o la resistencia física y moral
Para Ucrania, tras muchos meses de enfrentamiento, Bajmut se ha convertido en una especie de “¡Detente, bala!” que permite a los ucranianos hacer frente de forma decidida al gigante imperio ruso del siglo XXI y, por supuesto, al casi todopoderoso Vladimir Putin.
Bajo el lema “¡Resiste Bajmut!”, los soldados y la población ucraniana hacen frente al invasor con el espíritu que Zelenski ha sabido implantar entre sus tropas y en los ucranianos en general, en contra de la invasión del nuevo zar de las Rusias. Si pierde este enclave, será un duro golpe a la moral de los soldados y de Ucrania; se le vendría abajo el grito de guerra y la bandera de Bajmut ya no sería más un símbolo de resistencia. Resistir es señal de poder ante un ejército presuntamente superior.
Soldados ucranianos disparan un cañón de artillería en una acción en Bajmut el pasado mes enero.
No obstante, Ucrania ha fortificado un área al oeste de Bajmut para que, si su ejército inicia una retirada, las tropas rusas no puedan tomar rápidamente toda la ciudad.
Rusia, o la victoria que necesita
Para la Federación Rusa también es un símbolo. Un distintivo de victoria tras muchos meses de estancamiento. El planteamiento inicial de Putin era, como sabemos, una operación de guerra relámpago, anexionarse Dombás y dejar un gobierno títere en Ucrania, al estilo del de Bielorrusia; es decir, una victoria militar y política. Pero visto el fracaso estratégico y táctico de aquel diseño, y tras muchos meses de guerra, los frentes se han estancado, Rusia ha dado muestra de su incapacidad militar en todos los sentidos y el orgullo ruso y el de Putin están en entredicho. Los errores cometidos por los estrategas de Rusia, la falta de medios y las incompetencias en mando y control, logística, formación de tropas y cuadros de mando y un largo etcétera de imprecisiones han hecho que el imperio no sea capaz de aplastar la resistencia ucraniana.
Una victoria en Bajmut sería tener, por fin, algo en lo que creer y en lo que hacer creer a oligarcas y población rusa en general; es decir, sería poder alimentar la capacidad propagandista del régimen y dar de comer a los mencionados oligarcas y rusos en general.
Una EMSP, el Grupo Wagner
Este grupo, o esta empresa militar de seguridad privada (EMSP), en terminología actual, es una organización paramilitar de origen ruso que se ha descrito desde fuera como como un grupo de mercenarios es, en realidad, un ejército privado de facto de Vladímir Putin. En la Federación Rusa es ilegal contratar servicios militares, por lo que el grupo, legalmente, no existe, lo cual no es un problema para el autócrata ruso.
En la realidad, aunque no haya cifras oficiales sobre el número de contratistas, algunas publicaciones occidentales indican que cuenta con más de 50.000 efectivos y todo tipo de armamento.
En la realidad no existe, pero está. Como verdaderos mercenarios invadieron Crimea en 2014, haciendo el trabajo sucio al presidente de Rusia entrando en la península bajo bandera de nadie. Hoy, sin embargo, combaten abiertamente en el frente de Ucrania bajo las órdenes del Kremlin.
Sin embargo, es cada día más patente que las tensiones entre el Grupo Wagner y el ministro de Defensa ruso son evidentes. Parece que los celos de este ministro con respecto a su línea directa con el presidente de la Federación hacen que esta empresa haya denunciado públicamente su disenso con él y su falta de capacidad logística, de comunicaciones y de capacidad de participar en la toma de decisiones.
Si bien forma parte de los invasores, lo analizamos brevemente como tercer elemento ya que también se juega muchas cosas. Quería demostrar a Putin su capacidad por encima del ejército ruso y, sin embargo, demuestra su fracaso. Creía ser mejor que los rusos y, hoy, contrata a todo tipo de personas, casi siempre de mala calaña, para enviarlos a ese frente a morir, con la esperanza de hacer valer su poder y su reputación por encima del ejército del nuevo zar ruso, pero en especial, del ministro de Defensa. Necesita vencer para convencer.
Mapa de Ucrania con algunas de sus principales poblaciones, con Bajmut a la derecha, cerca de la capital del Dombás, Donetsk.
La situación en el frente
En este momento, el frente está estancado. Bajmut es clave como señas de identidad de las partes en conflicto, ya que Rusia lleva nueve meses tratando de tomar el enclave táctico situado en Donetsk, y se ha convertido en el principal punto de batalla entre los bandos en el frente de batalla. Su resistencia es importante para Ucrania, la caída sería un punto de impulso en la moral del Kremlin y si en ello cobra relevancia el grupo paramilitar, es un aldabonazo a su labor frente a las tropas rusas.
La gran duda
Ante la situación actual, la gran pregunta en este caso es, ¿quién obtendrá la victoria en este pequeño subfrente de guerra? Y, por supuesto, ¿quién alcanzará la victoria final? De momento, todos pierden, incluido el resto del mundo. ¿Se alcanzará la paz, o seguiremos hablando de símbolos?
Lo más probable es que se alcance una salida negociada pero el panorama negociador no parece vislumbrarse a corto plazo, y las condiciones que cada país ponga sobre la mesa, de momento, no hacen presagiar una solución fácil. Las propuestas actuales no convencen a ninguno de los bandos, si bien ambos muestran, en teoría, su voluntad de negociación. La más reciente es la de China, en la que cabe resaltar la equidistancia ante la situación actual. No habla de retirada de Rusia del territorio ucraniano, pero sí de una solución política que pasaría por un alto el fuego, retirada de sanciones a Rusia, una mesa de negociación y no empleo del arma nuclear. Si en algo tiene razón Xi Jinping es que, en una guerra, nadie gana.
Mientras tanto, seguimos enfrascados en sanciones, refugiados, devastación y un Putin ya sí, perseguido por la justicia internacional, aunque de momento, su aprehensión sea una utopía; tanto o más que ganar la paz, de momento.
Este es, sin duda, otro de los grandes casos de estudio en el Máster Universitario en Estudios de Seguridad Internacional de la UNIR.