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José Carlos Beltrán: “España es un baluarte internacional en la investigación de personas desaparecidas y de identificación de cuerpos”

El inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía y colaborador en el Grado en Criminología de UNIR explica en una entrevista que la recopilación de datos en torno a desaparecidos o cadáveres debe partir de un sólido sentido humanitario porque, entre otras razones, son consecuencia de problemas más profundos.

José Carlos Beltrán, inspector jefe de la Policía Científica y colaborador en el Grado en Criminología de UNIR.

El monográfico Muerte en la Frontera, publicado en la Revista Internacional de Antropología y Odontología Forense, ha resultado galardonado por la Fundación Europea de Personas Desaparecidas QSDGlobal como la Mejor Publicación Científica, la Mejor Aplicación Tecnológica y el Mejor Conocimiento Científico.

José Carlos Beltrán, jefe de la Sección de Antropología Forense de la Comisaría General de Policía Científica y colaborador en el Grado en Criminología de UNIR, redactó uno de los ocho artículos que integran el ejemplar: Base de datos de personas desaparecidas. Su incidencia en migrantes desaparecidos y fallecidos.

Las desapariciones sin causa aparente son un problema muy grave en España”, afirma Beltrán. El número de denuncias por personas desaparecidas sin resolver y de cadáveres sin identificar no ha dejado de crecer. Las cifras de estos siniestros, de hecho, aumentan de forma progresiva y constante desde hace años.

Dos aspectos que, en el fondo, son consecuencia de problemas más profundos. Para el experto no se puede hablar de un Estado del bienestar pleno si estas desapariciones aumentan, si cada vez inciden más entre la población menor de edad, o si tampoco se pueden identificar los cadáveres aparecidos en territorio nacional, aun existiendo tecnología para ello.

Beltrán entiende por lo tanto que la sociedad, en general, debe abordar de manera íntegra estos indicadores y las causas que subyacen bajo ellas para prevenir y evitar estos fenómenos.

Recopilación de datos

Los datos de las personas desaparecidas se recopilan a través de dos fuentes principales de información. La primera, denominada descripción física básica de la persona o Ante Mortem, se cimenta en los testimonios de familiares, allegados o incluso desconocidos que pudieran haber visto a esa persona antes de su desaparición.

La otra bebe de fuentes institucionales:

  • Información biométrica. Por ejemplo, el fichero ADDNIFIL, que recopila fotografías del rostro y las huellas dactilares integradas en el Documento Nacional de Identidad (DNI).
  • Datos ante mortem recabados por la Policía Científica.
  • Historial clínico registrado en instituciones médicas o centros hospitalarios.
  • Fuentes de tipo social y demográfico. Por ejemplo, ficheros públicos o privados a los que policialmente se tiene acceso.

Ambas formas de acceder a información conllevan dos líneas de investigación que se desarrollan, según su naturaleza, por grupos operativos de la Policía Judicial, o por unidades de la Policía Científica o Institutos de Toxicología y Ciencias Forenses.

Integración de los datos

El artículo va más allá y plantea la necesidad de conectar y centralizar una base de datos internacional para responder mejor a desapariciones en un mundo globalizado, como demuestra muy a las claras el fenómeno de la migración.

Desde su punto de vista, esta realidad impone cambios en las sociedades como la carencia, por ejemplo, de datos suficientes o bien integrados en la gestión estatal de un país sobre las personas que transitan por su territorio. Al encontrar un cadáver, los agentes deben emplear aquellas dos fuentes de información en sus investigaciones identificativas, aspectos en teoría sencillos que se complican irremediablemente en la práctica, cuando el rastreo traspasa las fronteras propias de un país y ha de indagarse en informaciones que se recaben de otros países.

inmigracion criminología

Se recurre entonces a tratados o acuerdos internacionales, fundamentalmente europeos, como la Convención de Prüm o el Acuerdo de Schengen. Pero, de nuevo, la teoría se queda corta: estas bases de datos no tienen un estricto sentido humanitario. Sus intereses descansan en la protección y en la seguridad interiores de los estados miembros, o en la lucha contra el crimen organizado, el terrorismo o la trata de seres humanos.

Pero no resultan del todo útiles porque las identificaciones de este tipo son, en esencia, una investigación humanitaria que requiere de datos (y de conexiones de datos) específicos.

La importancia de lo humano

“El cariz humanitario trasciende las fronteras y la política, supera las trabas burocráticas, facilita la unidad de los esfuerzos, refuerza los objetivos comunitarios, permite el éxito del compromiso y, fundamentalmente, ayuda a los seres humanos a solucionar sus problemas”, añade Beltrán.

Esta nueva coordinación es posible, por supuesto; pero requiere de una toma de conciencia colectiva definitiva y de una voluntad para resolver estos problemas que no siempre resulta evidente, sobre todo en países más allá del entorno europeo, donde las trabas políticas nacionales e internacionales dificultan posicionamientos gubernamentales comprometidos con esta causa humanitaria. Estados que, mayormente, son además origen directo de estas desapariciones y fallecimientos aún por esclarecer.

La política migratoria de la Unión Europea (UE) tampoco ayuda del todo. Beltrán reconoce que ha sido objeto de debate constante por cómo afronta este problema y por los resultados obtenidos de ella hasta ahora. La realidad sociopolítica de sus países integrantes son distintas porque, por ejemplo, la inmigración no afecta del mismo modo a los países del sur (España, Italia o Grecia) que al resto. Y tampoco resuelve el problema de raíz, es decir, desde los países de origen.

La mayoría de medidas hasta ahora dispuestas por el club comunitario no solucionan el problema fáctico: la identificación de un cadáver y su vinculación posterior a una desaparición, dos acciones que tienen antes que ver con la ciencia forense y los fundamentos humanitarios, que con la política económica y geoestratégica que acaba por condicionarla. Y, mientras tanto, los naufragios siguen sucediendo en mar abierto o frente a las costas.

Un país solidario

España, sin embargo, siempre ha demostrado su compromiso ante causas humanitarias y su apoyo en situaciones de crisis por todo el mundo: “La solidaridad y el espíritu de ayuda son valores muy arraigados en la sociedad española”, elogia Beltrán.

Cree que es necesario tomar conciencia de estos problemas para realmente poder actuar. Y por ello considera fundamental que las políticas de información sean rigurosas y transparentes, y que respeten en cualquier caso la intimidad y los derechos de las personas afectadas.

Además, Beltrán asegura que España es un baluarte internacional en la investigación de personas desaparecidas y de identificación de cuerpos. Una condición que ha demostrado desde hace años en acciones concretas, como la implementación de normativa y de protocolos de actuación entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la existencia de un Plan Estratégico Nacional y la creación del Centro Nacional de Desaparecidos como observatorio del problema.

O el inicio, en 2011, de la primera base de datos en Europa que integra y correlaciona información de desaparecidos y de cadáveres que en primera instancia no logran identificarse.

En cualquier caso, Beltrán insiste en sus dos ideas fundamentales: “Para avanzar con más eficacia es necesario tomar conciencia individual y colectivamente y que los Estados demuestren unión y voluntad para abordar este fenómeno”.

Beltrán forma parte del claustro del Grado en Criminología de UNIR, un cuerpo docente formado por expertos en activo como él, que enriquecen los contenidos académicos con su experiencia laboral en la Administración de Justicia, en la seguridad pública o privada, en instituciones de todo tipo y en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

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