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La patente, junto con el modelo de utilidad, es la vía que proporciona el derecho de propiedad industrial para proteger jurídicamente una invención.
Una patente es el derecho exclusivo que tiene una persona física o jurídica sobre una invención. El derecho de patente es, por tanto, el título que reconoce la capacidad de explotación única y exclusiva de un invento.
La patente, junto con el modelo de utilidad, es la vía que proporciona el derecho de propiedad industrial para proteger jurídicamente una invención. Se trata de un derecho de naturaleza patrimonial que corresponde en exclusiva a la persona física o jurídica que registre mediante procedimiento administrativo una invención, detallando sus aspectos formales, sustantivos e institucionales que lo individualizan de cara a establecer esa protección jurídica.
La Ley de Patentes española
El marco normativo del derecho de patente lo ofrece la Ley 24/2015 de Patentes, una norma que actualizó la legislación vigente desde 1986 para adecuar el régimen jurídico de las invenciones industriales a la realidad social y tecnológica tanto de España como de la Unión Europea.
Además, desde su entrada en vigor el 1 de abril de 2017, la Ley de Patentes 24/2015, y su reglamento de ejecución (Real Decreto 316/2017), conviven con el marco anterior, la Ley 11/1986 de Patentes y el RD 2245/1986 para las solicitudes previas.
La patente se concede durante un plazo de 20 años, contados desde el día en que se presenta la solicitud y con efectos desde el momento en que se publica la mención de la concesión en el Boletín Oficial de Propiedad Industrial (BOPI).
Es importante indicar que las patentes son derechos territoriales, es decir, generan derechos exclusivos durante un periodo de tiempo, pero solo tienen validez en el país o región en el que se ha concedido, según marque la normativa.
¿Qué se puede patentar?
El objetivo de una patente es proteger la invención. Así, “son patentables, en todos los campos de la tecnología, las invenciones que sean nuevas, que impliquen actividad inventiva y sean susceptibles de aplicación industrial”, como expresa la Ley de Patentes.
Sin embargo, quedan fuera del ámbito de la patente:
- Los descubrimientos, las teorías científicas y los métodos matemáticos.
- Las obras literarias, artísticas o cualquier creación estética.
- Las obras científicas.
- Los planes, reglas y métodos para el ejercicio de actividades intelectuales, juegos o para actividades económico-comerciales, así como los programas para ordenadores.
- Las formas de presentar informaciones.
Además, en general, no se podrá patentar una invención cuya explotación comercial sea contraria al orden público o a las buenas costumbres, lo que afecta a:
- Los procedimientos de clonación de seres humanos, los de modificación de la identidad genética germinal de un ser humano o la utilización de embriones humanos con fines industriales y comerciales.
- Las variedades vegetales y las razas animales.
- Los procedimientos biológicos para obtener vegetales o animales.
- Los tratamientos quirúrgicos o terapéuticos del cuerpo humano o animal.
- El cuerpo humano, en sus diferentes estadios de constitución y desarrollo, incluida la secuencia total o parcial de un gen.
El estado de la técnica y la obtención de la patente
Para que se considere que una invención aporta “novedad” y que, por ello, merece la patente, es necesario que su descripción no conste en el estado de la técnica. El estado de la técnica es el elemento probatorio de que una invención existe y puede estar registrada en España o a nivel internacional.
Esta prueba no requiere un soporte físico o estar comercialmente disponible, según la Oficina Española de Patentes y Marcas, basta que alguien, en un momento anterior, haya descrito, mostrado o realizado algo que contenga un uso de la tecnología similar al de la invención que se pretende patentar.
Aunque la forma más obvia del estado de la técnica de una invención es que un producto esté en el mercado, no encontrarlo a la venta no implica que una invención sea novedosa.
Por ejemplo, un inventor intenta patentar un traje para perro cuya finalidad es evitar que el animal contraiga pulgas de otros perros. Ha revisado el mercado y actualmente no encuentra un producto como el que plantea: un buzo que solo deja ver la cara del perro; así que decide presentar la solicitud de patente. Sin embargo, el registro muestra que en 1964, Kesh Serum ya patentó la funda antipolvo para perros y no se le permite obtener su patente por no presentar novedad .
Imagen por cortesía de wipo.int https://www.wipo.int/patents/es/2022_patent_picks.html.
El papel del abogado especializado en Propiedad Industrial
La singularidad del derecho de patentes requiere de profesionales con la capacidad y herramientas para desenvolverse en un entorno internacional y multidisciplinar. Para ejercer de forma responsable, los abogados que quieran especializarse en esta rama jurídica requieren conocer tanto el marco jurídico español como el europeo, y ser capaces de asesorar en normativa y elaborar informes técnicos de patentabilidad que permitan a sus clientes obtener estos derechos.
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