Alfredo A. Rodríguez Gómez
El derecho internacional humanitario huyó de Ucrania hace más de un año; ese y otros derechos abandonaron el país cuando Putin decidió invadirlo. La agresión, que desde el principio fue una guerra abierta y que llega hasta hoy sin visos de solución a corto plazo, dio al traste con los derechos humanos y con la Carta de las Naciones Unidas.
La agresión contra Ucrania por parte del Kremlin tuvo, desde el principio, muchas causas por las que hacer frente los responsables a un tribunal penal internacional ya que Rusia, sus dirigentes, violaron uno a uno diversos principios fundamentales del derecho internacional desde el mismo día 24 de febrero de 2022 –incluso en 2014, con la invasión de Crimea–.
El primero fue el artículo 2, punto 4, de la Carta de las Naciones Unidas, que establece que “Los miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas”.
Además, la invasión es, sin duda, una agresión si nos atenemos a los términos de la Resolución 3314 (XXIX) de la Asamblea General de Naciones Unidas, “Definición de la agresión”.
El artículo 1 de dicha resolución especifica que “La agresión es el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado (…)”.
Y el artículo 3 señala los actos que se consideran agresión; en él, los puntos a al f son un relato completo de las acciones de Putin sobre Ucrania, y el g, último, es exactamente lo que hizo en 2014 en Crimea: “El envío por un Estado, o en su nombre, de bandas armadas, grupos irregulares o mercenarios que lleven a cabo actos de fuerza armada contra otro Estado de tal gravedad que sean equiparables a los actos anteriores (por los puntos a al f) o su sustancial participación en dichos actos”.
La guerra también tiene leyes: el derecho de los conflictos armados
Cabe decir que en la guerra no vale todo. La invasión rusa ha provocado un conflicto armado internacional; es decir, una guerra entre dos países. A partir de ese momento, también hay leyes; se aplica el derecho internacional humanitario (comúnmente conocido por sus siglas, DIH), una serie de tratados para poner raciocinio en donde no lo hay, de los que el más importante es el de los Convenios de Ginebra de 1949, que son las bases del DIH y que están ratificados por 196 Estados.
Vladímir Putin.
Este Derecho, también conocido como “derecho de la guerra”, “leyes de la guerra” o “derecho de los conflictos armados”, contiene un conjunto de normas que, por razones humanitarias, intenta limitar los efectos de los conflictos armados. Protege a las personas que no participan o que han dejado de participar directa o activamente en las hostilidades e impone límites a la elección de medios y métodos de hacer la guerra.
Es decir, las batallas también están sometidas a reglas, pues existen normas relativas a los medios y métodos de combate recogidas principalmente en las Convenciones de la Haya de 1899 y 1907 y otros tratados especiales posteriores.
Además, no solo están las obligaciones derivadas de los tratados; algunos principios forman parte del derecho consuetudinario, formado por la práctica de los Estados y la opinio juris, un elemento subjetivo que sirve para establecer si la práctica de un Estado se debe a la creencia de que está legalmente obligado a realizar un acto en particular y que es la base de ese derecho consuetudinario.
Es decir, la guerra también debe seguir un conjunto de normas reconocidas universalmente. En caso de no respetarse, dan lugar a la responsabilidad del Estado.
Rusia en Ucrania, la ausencia de derecho de la guerra
Vladimir Putin se ha embarcado en un callejón con pocas salidas. Todo se inició con la comisión de un delito en 2014 con la invasión fantasma de Crimea y su posterior anexión, y hoy avanza en la acumulación de otros muchos que están siendo contemplados desde la Corte Internacional de Justicia.
En menos de una semana, la invasión desencadenó una crisis masiva de derechos humanos, humanitaria y de desplazamiento que ya es, casi año y medio después, la peor catástrofe de este tipo de la historia reciente de Europa.
Rusia ha vulnerado la soberanía de Ucrania y pone en grave riesgo la arquitectura de la seguridad global, aprovechando su anacrónica situación de privilegio en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
La invasión de Ucrania ha implicado ataques indiscriminados a zonas residenciales, instituciones médicas, infraestructura social y otros bienes e infraestructuras de carácter civil, y ha causado muertes y heridas entre la población civil; heridas difíciles de restañar, además de haberse cargado la relación entre ambos países.
La presa Nova Kajovka
El penúltimo episodio de esta locura es el de la voladura de la presa de la zona de Jerson, en territorio ucraniano controlado por Rusia. En este momento se desconoce la autoría de este crimen de guerra, pero lo es, sea quien sea el autor (Rusia o Ucrania).
Restos de una casa junto a las playas del Mar Negro en Odessa, tras el desastre causado por la explosión de la presa de la central hidroeléctrica de Kajovka.
La destrucción de la presa ha anegado una cantidad ingente de terreno y ha causado efectos devastadores en la región; el río Dniéper ha inundado la vida y la historia de miles de familias cuyo delito es tratar de vivir en paz.
Será necesario, por parte de la Comunidad Internacional, determinar la autoría de los hechos y encausar ante las cortes internacionales al autor de tremenda barbarie que, a todas luces, es un crimen de guerra.
Estos delitos y otros en este conflicto son objeto de estudio en la asignatura de Derecho Internacional Humanitario del Máster Universitario en Estudios de Seguridad Internacional de la UNIR.
