UNIR Revista
En el objetivo de la transformación del sistema energético, la UE afronta grandes retos y la profunda renovación del marco normativo del clima y la energía.
Desde hace algunos años, la Unión Europea ha venido desarrollando una estrategia integral para el clima y la energía. Las actividades relacionadas con la energía -generación de electricidad, transporte e industrias intensivas en consumo energético-, son responsables de casi el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero y, por ello, la política climática de la Unión tiene como una de sus líneas de acción clave la transformación de la forma en que se genera y se consume la energía.
El Acuerdo de París -que establece el objetivo de mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales- está obligando a los países a acelerar la adaptación hacia una Economía neutra en emisiones de carbono, de la mano de la transformación del sistema energético global.
Transición energética
Esta transición energética, liderada por las energías renovables, está entregando a la electricidad un papel principal como la fuente energética de la neutralidad climática, acompañada del desarrollo de nuevas tecnologías, como el hidrógeno verde o el almacenamiento de electricidad. Asimismo, la eficiencia energética, los biocombustibles o la economía circular, parecen mostrar el camino de la neutralidad climática, que la Unión Europea ha propuesto en el horizonte de 2050.
No obstante, este modelo energético presenta algunos problemas que la tecnología actual no logra resolver. La intermitencia de las energías renovables persiste como un problema sistémico de esta tecnología, obligando a los países a tomar posición sobre el rol del gas natural y la energía nuclear, como energías de respaldo que permiten dar flexibilidad al sistema.
Asimismo, el reemplazo de las fuentes convencionales por renovables está causando también oposición en el territorio. El conflicto social, derivado de la contaminación producida por la generación de electricidad con combustible fósiles, ha dado paso a nuevas controversias con la comunidad por el uso del suelo. El nivel de consumo energético obliga a que los parques renovables sean cada vez de mayor tamaño, y se ubiquen en grandes extensiones del territorio, compitiendo con otras actividades como la ganadería, la agricultura o el turismo.
Ello ha obligado, por ejemplo, a mirar a los océanos para implementar nuevas energías marinas, como la eólica marina, que se ha impulsado desde el Mar del Norte y comienza a tener protagonismo en el mix energético mundial. Sin embargo, los conflictos por la protección de la biodiversidad marina vuelven a plantearse como un problema que debe ser resuelto por las nuevas estrategias de crecimiento azul.
Reformular el marco jurídico
También el mercado eléctrico está siendo objeto de transformaciones con la transición energética. La aparición de nuevos actores, como ocurre con el autoconsumo o los agregadores de demanda, que promueven la descentralización del sistema, ha dado lugar a nuevos esquemas que obligan a reformular el marco jurídico de estos mercados.
Los contratos bilaterales o PPA están impulsando la convivencia de un mercado dual –spot y forward-, que permita la convivencia de los diversos esquemas contractuales de un modelo energético neutro en emisiones de carbono, en el que presentan una creciente importancia mecanismos tales como el Sistema de Certificados de Energía Europeo (EECS) o las Reducciones Certificadas de Emisión (RCEs).
Se introduce una profunda reforma al marco jurídico para la energía y el clima, así como nuevas reglas de gobernanza.
En el ámbito de la UE, la Comisión Europea ha abordado estas problemáticas en la estrategia denominada Unión de la Energía, presentada en 2015. En ella se promueven nuevas reglas de gobernanza para conciliar la actividad energética con la acción por el clima, que deben implementar los estados miembros, principalmente a través de los Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIEC). Esta estrategia, acompaña al Pacto Verde Europeo, para dirigir a la UE a la neutralidad climática en el año 2050.
Un reto para la Unión Europea
La Unión de la Energía ha dado lugar al Clean Energy Package, publicado en noviembre de 2016, y que ha introducido una profunda reforma al marco jurídico para la energía y el clima en la Unión Europea, a través de ocho actos legislativos (reglamentos y directivas) que tienen como objetivo principal la transición hacia una economía baja en carbono.
Para lograrlo, este paquete legislativo -conocido también como paquete de invierno- introduce una nueva gobernanza de la Unión de la Energía, así como nuevos desafíos en los ámbitos de las energías renovables, la eficiencia energética y el mercado de la electricidad.
Entre los objetivos del paquete de invierno destacan la implantación del 32% de energías renovables en el mix energético de la UE, el objetivo de eficiencia energética de 32,5% para 2030 o el impulso a papel de los ya citados agregadores como intermediarios entre grupos de consumidores y el mercado.
No obstante, las exigencias de la lucha contra el cambio climático han obligado a la Comisión Europea a ser más ambiciosa. En julio de 2021, ha propuesto un nuevo paquete de clima y energía –Fit for 55-, que hace ajustes al plan de la UE para una transición ecológica para lograr un nuevo y ambicioso objetivo: el ahorro del 55% de emisiones de gases de efecto invernadero en 2030, con respecto a 1990.
Se inicia el proceso legislativo para una profunda transformación del marco normativo del clima y la energía en la UE, que contempla trece iniciativas legislativas a través de las cuales se busca reformular el comercio de derechos de emisión, crear nuevos impuestos ecológicos en las fronteras externas de la UE, impulsar profundos cambios en la industria automovilística, desarrollar combustibles verdes para el transporte aéreo y marítimo, promover la construcción de edificios y casas neutrales para el clima, proteger los ecosistemas que funcionan como sumideros de carbono e intensificar el avance de la economía circular.
Oportunidades para lograr un modelo neutro
Como vemos, la actividad energética, en sus diversas dimensiones, está en el centro de una estrategia por el clima, que pretende dirigir a Europa a ser el primer continente climáticamente neutro. Ello abre un conjunto de desafíos para los diversos sectores energéticos e industriales, que deben adaptarse a las nuevas exigencias derivadas de la transición climática. Y, también, un marco de oportunidades de nuevos negocios que surgen de la necesidad de transformar el sistema energético europeo hacia un nuevo modelo climáticamente neutro, que impulse una nueva relación de la sociedad con el planeta y su biodiversidad.
De la transformación de la industria energética depende, en gran parte, el éxito de esta verdadera revolución climática que se impulsa desde la Unión Europea, con el paquete de propuestas denominada Fit for 55, y que la Comisión Europea identifica como “el cambio transformador necesario en toda nuestra economía, nuestra sociedad y nuestra industria”.
En este contexto, España tiene el importante desafío de acompañar este impulso europeo sin perder el rumbo, a través de reformas propias que buscan solucionar las contingencias derivadas de los precios actuales de electricidad. Fortalecer la estrategia de energía y clima de la Unión Europea, sin innovaciones locales, parece ser la solución lógica que dirija a buen puerto el proceso de transformación que ha iniciado también el sector energético español.
Por ello, opciones formativas como el Máster en Derecho de la Energía y Transición Energética de UNIR responden a la demanda de perfiles que dominen la regulación y sean capaces de afrontar los retos en materia de estrategias y mecanismos de transición energética.
Autores:
Dr. José Manuel Sala. Catedrático en Derecho Administrativo. Decano de la Facultad de Derecho, UNIR.
Dr. Alberto Olivares. Profesor de la Facultad de Derecho, UNIR.