Yaisa Córdoba Zabala
Cada 5 de junio, desde 1973, la ONU celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Este año se centra la restauración de la tierra, el freno a la desertificación y el fortalecimiento de la resiliencia ante la sequía.
Los cambios medioambientales y en los recursos naturales se están produciendo a mayor velocidad de lo esperado como respuesta al crecimiento de la población, la rápida urbanización, el aumento en el nivel de consumo, la desertificación, la degradación de la tierra y la escasa preparación de los territorios para enfrentarse a los impactos generados.
La información que tenemos es específica: la salud y el desarrollo tienen una relación directa con el medio ambiente. Entonces surge la pregunta: ¿continuamos por el sendero actual que parece llevarnos a un futuro sombrío, o elegimos el camino de un desarrollo sostenible procurando acciones que nos lleven hacia el cuidado de la naturaleza?
El panorama actual nos obliga a un replanteamiento de las respuestas ante los efectos de las situaciones que podemos clasificar como desastrosas o catastróficas, que deben orientarse tanto a la rehabilitación y reconstrucción como a la prevención y mitigación, como una forma de reducir la vulnerabilidad y los impactos ante futuros eventos.
Es evidente que la Tierra afronta una emergencia importante y que se agrava con el paso del tiempo. Actualmente, utilizamos recursos equivalentes a 1,6 tierras para sustentar el modo de vida de la población en general. Esta forma de vivir impacta en la degradación de los suelos y de los ecosistemas.
Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, hasta el 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas, lo que impacta de forma directa en la mitad de la población mundial. Resulta preocupante que el número y duración de los períodos de sequía van en aumento, incrementándose en un 29% desde el año 2000. Si como sociedad y como responsables del medioambiente no tomamos medidas urgentes, las sequías podrían afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial en 2050.
Por esta razón, el Día Mundial del Medio Ambiente 2024 se ha enfocado en la restauración de las tierras, detener la desertificación y fortalecer la resiliencia a la sequía bajo el lema “Nuestras tierras. Nuestro futuro. Somos la #GeneraciónRestauración”. Esta problemática requiere de esfuerzos conjuntos que permitan un crecimiento de los bosques, la restauración de los suelos y la revitalización de las fuentes de agua. Está en nuestras manos hacer la paz con la Tierra.
La restauración del suelo es uno de los pilares centrales del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), que constituye un llamado a la protección y la revitalización de los ecosistemas en todo el mundo, un aspecto fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
España y la desertificación
Las sequías y la desertificación afectan gravemente a España, donde el 74% del territorio es susceptible de ser afectado por la desertificación. El clima más árido, como el del sureste de la Península y Canarias oriental y, con menor intensidad, el del valle del Ebro y zonas de la meseta sur podrían extenderse a otras regiones. Zonas naturales como la ribera de Navarra, los parajes del Parque Regional del sureste de la Comunidad de Madrid, la isla de Menorca, la Zona de Especial Conservación de El Piélago, o el clima de la microrreserva del Salar de Agramón, en Albacete, notarán una subida del 1,5ºC de media y descenso en las precipitaciones de hasta el 14%, de aquí a 2065.
Por ello es imprescindible restaurar la naturaleza y de ahí el valor tan relevante que tienen acciones políticas la futura Ley de Restauración de la Naturaleza, que es un pilar clave del acuerdo verde de la Unión Europea y cuyo objetivo principal es recuperar el 20% de ecosistemas terrestres y marinos dañados de la UE para 2030, y para 2050 cubrir todos los ecosistemas que necesitan restauración.
¿Cómo evitar el problema y recuperar nuestras tierras?
El ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres), tiene como objetivo proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, detener e invertir la degradación de las tierras, combatir la desertificación y frenar la pérdida de biodiversidad.
Una de las soluciones desde el ámbito local para poner freno a esta afectación de nuestros ecosistemas es la gestión sostenible de los recursos naturales, en particular la conservación de los suelos fértiles y recursos hídricos:
- Planificar de manera coordinada los usos del suelo, incluyendo la gestión de recursos hídricos y actividades ganaderas y agrícolas.
- Preservar la cubierta vegetal y resaltar el importante papel que tienen en la protección del suelo ante la erosión del viento y el agua, construyendo barreras y estabilizando dunas.
- Impulsar la formación relacionada con el cambio climático de manera que se pueda concienciar sobre sus consecuencias en la desertificación.
- Promover la reforestación para regenerar la cubierta vegetal, reactivar la circulación de humedad y generar biodiversidad.
Entre todos tenemos la responsabilidad de proteger y restaurar los ecosistemas naturales, proporcionando un sustento vital para todas las especies y esto sólo es posible cuidando el lugar que todos habitamos, nuestras tierras.
Medio ambiente, educación y empleo
En el contexto actual de amenaza constante de los ecosistemas naturales, de la explotación indiscriminada de sus recursos y sus consecuencias para la salud de todos, la educación de las nuevas generaciones ha de ser uno de los ejes fundamentales en #GeneraciónRestauración.
Al ser una situación que depende de todos los sectores de la sociedad, su solución implica el surgimiento de nuevos espacios. En el marco laboral, se necesitan perfiles que conozcan y trabajen la realidad que se plantea para el futuro de la protección del medioambiente desde un punto de vista profesional.
En el Máster Universitario en Derecho Ambiental de UNIR nos preocupamos porque se profundice en todas las herramientas que permitan alcanzar un desarrollo sostenible y afrontar los desafíos ambientales globales. Nuestros estudiantes conocen el contexto normativo y político internacional, europeo y español y aprenden a solucionar problemas reales sobre la protección del medioambiente y su biodiversidad.
También serán capaces de diseñar proyectos ambientales y políticas públicas que promuevan la conservación de la Tierra como elemento esencial para nuestro futuro.
(*) Yaisa Córdoba Zabala es docente de UNIR, abogada y consultora en gobernanza climática, con más de 10 años de experiencia académica y profesional. Investigadora en derecho ambiental, gobierno y desarrollo local sostenible.