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¿Quieres manejar con más soltura el lenguaje jurídico? En este post de UNIR analizamos a qué se refiere el concepto “dura lex, sed lex” y de dónde proviene.
La raíz romana del derecho que hoy en día sigue vigente se aprecia aún en el uso frecuente de distintas locuciones latinas y aforismos. ¿Quieres manejar con más soltura el lenguaje jurídico? En este post de UNIR analizamos a qué se refiere el concepto “dura lex, sed lex” y de dónde proviene.
Conocer y comprender el significado de las distintas fórmulas latinas que todavía se utilizan —como “dura lex, sed lex”, “ex lege”, “pacta sunt servanda” o “in dubio pro reo”— ayudará a que el abogado desempeñe su labor diaria con mayor facilidad. El aforismo “dura lex, sed lex” se traduce como: “La ley es dura, pero es ley”. Los aforismos son sentencias breves que configuran reglas generales del derecho. En este caso, “dura lex, sed lex” estructura un principio general del derecho y una de las bases del ordenamiento jurídico: es obligatorio respetar y aplicar la ley.
Además, supone el paso previo a configurar un ordenamiento en el que todas las normas promulgadas protejan y afecten a todos los ciudadanos por igual. Este principio parte de la idea de que para vivir en sociedad es necesario ordenar las relaciones entre privados, los ciudadanos y de entre estos y la Administración. La ley, por tanto, aunque dura, persigue un beneficio social.
De la oralidad a la ley escrita
Aunque hay cierta controversia sobre el origen del aforismo “dura lex, sed lex”, los expertos romanistas ven indicios de que comenzó a utilizarse en el momento en que se empezó a positivizar la ley en la Antigua Roma. Es decir, en los primeros intentos de codificación en los que las leyes comenzaron a recogerse de forma escrita y compilada.
Hasta ese momento, la tradición oral de las normas daba lugar a cierta arbitrariedad a la hora de aplicarlas, debido a las alteraciones o interpretaciones personales que realizaban los jueces, una situación que inevitablemente derivaba en muchos casos en el beneficio o perjuicio de un ciudadano sin motivo.
La redacción de los primeros códigos legales trajo consigo la aceptación social de que la norma escrita era la que debía aplicarse, por muy dura que pudiera considerarse, y que tanto los ciudadanos como aquellos con potestad para juzgar debían atenerse a ella. Así, el aforismo “dura lex, sed lex” sirve para expresar la prevalencia y el deber de respeto de la ley por parte de un ciudadano aunque pueda ser lesiva en un determinado momento. Se convierte así en una vía para garantizar que la ley es la misma para todos y, por tanto, beneficiosa para la sociedad.
Este avance en los principios de aplicación de la ley ha llegado a nuestros días con la forma de los principios de legalidad y legitimidad, principios generales del derecho que sustentan la configuración jurídica de nuestro Estado. En su actuar, los poderes públicos están sujetos a la ley y actúan con la legitimación de estar constituidos conforme a las normas jurídicas que emanan del Parlamento, es decir, como órgano de representación popular que se constituye en el Congreso y el Senado.
La fórmula latina “dura lex, sed lex” y su variación “dura lex sed servanda” son similares a otra máxima: “Durum est, sed ita lex scripta est”. Esta última se traduciría como “Es duro, pero así fue redactada la ley” y conserva el mismo espíritu de prevalencia de la ley escrita como forma de comprometer a los ciudadanos a su cumplimiento y que esa será la norma la que los poderes públicos aplicarán por encima de su criterio personal.
La importancia de manejar bien el lenguaje jurídico
Como abogado, el manejo fluido de máximas jurídicas y aforismos como “dura lex, sed lex”, “res nullius” o “iuria en re aliena” agilizará su trabajo tanto en el despacho como en tribunales. El lenguaje jurídico requiere estudio y un esfuerzo para integrarlo en el vocabulario profesional del abogado, pero la práctica hace al maestro.
Esta habilidad con el lenguaje jurídico fortalecerá la oratoria del abogado, una herramienta fundamental a la hora de enfrentar con éxito un proceso judicial en un tribunal. Aquellos abogados que quieran mejorar sus habilidades para la práctica jurídica pueden hacerlo con la especialización de Técnicas de Litigación en Juicio. Un programa de postgrado que permite fortalecer la técnica oral para realizar intervenciones efectivas como litigante ante jueces de cualquier jurisdicción, pero que también sirve para mejorar la capacidad de negociación y la técnica del interrogatorio de los testigos.