Francisco Oleo
La directora del Máster en Mediación de UNIR analiza esta figura jurídica, que no para de crecer ante el aumento de los conflictos en una sociedad cada vez más compleja y que se mueve a gran velocidad. Una tendencia que revela la necesidad de contar con más profesionales que pongan paz antes de llegar a los tribunales.
Rocío Sampere Meneses es una profesional del derecho con una amplia trayectoria, algo que no le ha impedido siempre sacar tiempo para dedicárselo a la docencia. Es parte de su vocación transmitir el conocimiento que ha atesorado en todos estos años y, sobre todo, contribuir con su experiencia a ayudar a mejorar a las nuevas generaciones.
Presidenta de la Asociación Madrileña de Mediadores y directora del Máster de Formación Permanente en Mediación y Gestión de Conflictos de UNIR, ejerce como procuradora en los tribunales desde 1982 y es mediadora registrada en el Ministerio de Justicia desde 2010, labores que también compagina con la dirección del Instituto de Mediación Social de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Sampere, que además de en mediación, es también experta en coordinación de parentalidad y diplomada en Sedes Neurológicas del Comportamiento, explica en esta entrevista por qué está creciendo la mediación en nuestro país y en el ámbito internacional, lo que está provocando un aumento de la demanda de estos profesionales, y profundiza en las ventajas que ofrece esta forma de resolver conflictos frente a otras.
Pregunta: ¿En qué consiste la mediación y qué papel desempeña en el ordenamiento jurídico? ¿Qué diferencia la mediación de posibles alternativas jurídicas?
Respuesta: La mediación es un sistema autocompositivo de resolución de conflictos. Responde a la necesidad de devolver al ciudadano su protagonismo en la resolución de conflictos, reconociéndole como suficiente, responsable, que puede aportar más datos y visualizar más opciones, sobre todo más ejecutables que en otros sistemas donde la solución se deja a un agente externo.
Esta reconocida por el legislador en una ley estatal, la Ley 5/2012, y en varias leyes comunitarias, respondiendo a una Directiva Europea (52/2008) que pedía a los estados miembros de la UE introdujeran el sistema en sus legislaciones, dado que los estudios previos plasmaban la insatisfacción del ciudadano con la justicia y la existencia de barreras entre los Estados miembros.
Los ámbitos de la mediación son tantos como conflictos haya: familiares, laborales, administrativos… las ley prevé sólo excepciones que obligan a abstenerse, cuando exista desequilibrio, violencia, o sean cuestiones de orden público vetadas a los tribunales.
La mayor diferencia con los otros métodos es que es el único autocompositivo, el protagonismo de las partes es total, deben estar y decidir con quién, cuándo y cómo, y la solución -de buena fé- es de ellos, por lo que no hay un ganador y sí un acuerdo responsable.
En una sociedad como la nuestra, rápida y tecnológica, la mediación -que puede realizarse de forma online– es un sistema más flexible. Las soluciones se encuentran en un tiempo mucho menor, porque con ayuda del mediador, la comunicación es real y dinámica, y creo que sobre todo conlleva una pacificación que permite la convivencia y estimula al consenso en conflictos que se provoquen después, sobre todo en el ámbito de mediación familiar. Es un método educativo, propugna la empatía y la asertividad.
P: ¿Cuándo se activa y qué resultados concretos y efectivos tienen los acuerdos que se alcanzan de esta forma?
R: Los mediados solicitan la mediación, o a petición de uno de ellos se convoca al resto, se celebra una sesión informativa donde se explica lo que es la mediación, quién es el mediador, qué principios hay que respetar -confidencialidad, buena fé, respeto mutuo…-, el proceso a seguir y el coste. Es lo que llamamos fase de conquista.
Aceptada la mediación, comienza con sesiones conjuntas o privadas, según consideren los mediados o el mediador de acuerdo con ellos, y una vez encuadrado el tema se establece una agenda, unos objetivos para llegar a la fase de acuerdo, donde se ponen sobre la mesa de mediación las opciones para que finalmente puedan decidir los mediados la mejor alternativa.
La efectividad de los acuerdos de mediación es casi total, porque lo han decidido los protagonistas, atendiendo a sus posibilidades y necesidades.
Siempre hay un seguimiento y una flexibilidad, que nace del dialogo previo, y si se precisa, se cambian los acuerdos con el consenso de todos. El espíritu ya no es ganar, sino colaborar.
P: ¿Cuál es el papel del mediador y qué perfil debe tener? ¿Hay que ser un especialista en alguna materia concreta, además de tener una formación para ejercer como tal?
R: El mediador es un especialista en comunicación. Aporta un reconocimiento a todos los ciudadanos a los que considera capacitados para resolver sus conflictos sin tener que ceder el protagonismo a un tercero. Les asiste, sus herramientas son la palabra, saber escuchar y un proceso flexible pero estructurado que concede todas las garantías. Las actas recogen todos los compromisos y el acuerdo final tiene fuerza de contrato privado, y puede ser elevado a conocimiento público.
P: ¿La saturación de la justicia disparará las mediaciones? ¿Cuál ha sido la evolución en estos años?
R: La evolución es muy positiva, en materia de familia es esencial y obligada. El propio ciudadano, cuando la conoce, acude a ella y encuentra satisfacción por el tiempo, el coste y la resolución pacifica que supone. La mayoría de los mediados encuentran un espacio no hostil, donde no se lucha, se coopera y se consiguen unos objetivos comunes.
Los ámbitos en los que se recurre a la mediación siguen creciendo: penal, menores, laboral, personas con discapacidad, administrativo. Cada vez se oye hablar más de mediación y eso se nota en la demanda de estos servicios y de profesionales especializados.
La saturación de los juzgados puede y debe tener una solución en la mediación, donde agentes externos a las partes y sus defensores, puedan acercar a los interesados a conocer sus necesidades y resolver sus problemas.
P: ¿Cómo está la mediación en España respecto a los países de nuestro entorno?
R: Estamos avanzando más o menos al unisonó. Algunos países de la UE han adaptado ya a sus legislaciones la mediación como sistema previo preceptivo a la vía judicial, con incentivos o castigos, como el pago de costas a quien no acepte un acuerdo.
El primer informe de trasposición de la Directiva 52/2008 llamó la atención sobre la falta de resultados, aunque entendemos que se deben a los intereses de otros agentes más a que a que la mediación no sea un medio idóneo. En los próximos meses el avance es seguro.
P: ¿Qué ejemplos concretos de mediación destacaría a lo largo de estos años dada su experiencia?
R: En mediación empresarial, por el riesgo reputacional y la necesidad de confidencialidad, la mediación es muy requerida. Por ejemplo, recuerdo como una separación de socios en mediación se realizó con un pacto de no competencia mientras duraba esta. Se hizo un sorteo de las posibles soluciones e incluso de los bienes que tenían en común los socios. Todo visualizado por ellos, ya que conocían mejor que nadie la esencia de la empresa.
Al final, la separación de estos socios fue efectiva en el plazo de tres semanas. La empresa no sufrió daños. Los pactos de no competencia fueron cumplidos y los clientes de la empresa recibieron una noticia de consenso entre los socios. En el seguimiento pudimos ver que todo se cumplía sin problemas. Los mediadores que intervinimos éramos un jurista y un fiscalista.
En mediación familiar, por ejemplo, es muy útil en los casos de visitas de abuelos, donde litigar es dilatar tanto el resultado que decae en imposible. Y los intereses de los menores han de prevalecer. Un mediador psicólogo-jurista, con conocimientos de la escuela transformativa, es clave en estos casos donde lo importante es que se reconozcan y cambien las relaciones. El resultado fue un acuerdo a medida de todos, con unos menores atendidos, con la sensación de que nadie gana porque todos han cooperado y se han escuchado.
La mediación comunitaria, cada vez más requerida, interviene como consecuencia de los impagos de cuotas, problemas de convivencia por ruidos, malos olores, mascotas… unos problemas con los que tienes que cruzarte a diario. Las soluciones son de lo más flexibles si los mediadores tienen habilidades psicosociales.
P: ¿Qué aporta UNIR con esta formación al crecimiento y revalorización de esta profesión?
R: UNIR pretende formar al mediador como un profesional multidisciplinar que atiende al ciudadano y que conoce todas las posibilidades que puede tener a su alcance para lograr sus fines, es decir, resolver el conflicto.
Nuestro claustro de profesores es un lujo, formado por profesionales que viven la mediación, que median y progresan con distintos proyectos actuales. Su visión es la real de cada momento y así se lo transmiten a sus estudiantes. En el máster se analizan casos reales comentados por sus mediadores.
P: ¿Cuáles son las principales fortalezas de este máster de UNIR, lo que le diferencia de otras universidades y centros que formen también en mediación?
R: UNIR imparte una formación de calidad que supera la que solicita el propio legislador. Apostamos por dar herramientas que refuercen el conocimiento de la teoría, del marco normativo, de la ética, de la deontología y del proceso. Y también ahondar en las técnicas de mano de los mejores.
En esencia, formamos a personas que van a dedicarse a entrar en la vida de los ciudadanos para ayudarles, y formamos equipos de estudiantes implicados en el conocimiento de los valores. Es algo que nos obliga a un dialogo constante con los formadores. Las clases se imparten en directo, aunque pueden verse en diferido, y la interacción las hace muy interesantes y comprometidas.
Una plataforma intuitiva, un mentor que impulsa y escucha, foros actualizados, ayuda técnica. UNIR es una universidad especializada, con unos cánones altos de calidad. Y detrás contamos con un claustro atento a observar, aprender, modificar, dinamizar siempre teniendo en cuenta lo que los alumnos necesitan.
- Facultad de Derecho