Lorena Varela
Ética en los negocios, ética empresarial, ética del funcionario público, ética profesional, ética en el deporte, ética del ciudadano... Esta especie de neo-etización de la vida moderna actual se debe en gran parte a la necesidad de hacer frente a una serie de efectos negativos que derivan de nuevas dinámicas sociales.
Dinámicas como el incremento de la diversidad de patrones de conducta en un mundo altamente globalizado que conducen a perder ciertas reglas comunes, al crecimiento acrítico del consumo, a la materialización de la existencia personal que incentiva la codicia y, sobre todo, a la confrontación irracional con viejos ideales, que marcaban el norte al comportamiento individual y social (la pérdida de valores en común).
El crecimiento de los Estados en su estructura burocrática, hecho necesario para hacer frente al progreso social posindustrial y a la creciente tecnologización de la vida, ha volcado a los Estados a necesitar del comportamiento proactivo de los ciudadanos en el cuidado y tutela de los valores colectivos. Tómese de ejemplo de esto último, la serie de medidas de diligencia que la legislación ha incorporado al rol de determinadas profesiones y oficios en materia antiblanqueo.
En el Máster en Análisis y Prevención de la Corrupción analizamos el fenómeno de la corrupción como delito penal tanto en el sector público (Administración Pública) como en el sector privado (empresas, fundaciones, sindicatos, partidos políticos, etcétera). Asimismo, en el Máster en Análisis y Prevención de la Corrupción de UNIR estudiamos los mecanismos y medidas que en el sector público y privado se contemplan no solo para prevenir la corrupción y los delitos conexos, sino también para prevenir la corrupción por medio de los códigos éticos de conducta como primer eslabón en la neutralización de prácticas deshonestas.
Apuntes breves sobre la ética
La ética, entendida como modelo de vida adecuado a valores y principios generales, puede ser desarrollada en la práctica desde la regla del jurisconsulto romano Ulpiano “vivir como se debe [honradamente], no hacer daño a otro y dar a cada uno lo que es suyo” (honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere, AA.VV., Digesto, Libro 1.º, Título 1.º, Punto 10.º, Parágrafo 1.º, p. 33) y como tal resulta ser la medida de prevención más eficaz contra la corrupción.
Cuando se la practica de forma espontánea sin necesidad de normas jurídicas que así lo impongan, la ética suele surtir efectos positivos muy notorios y perdurables, porque, si bien es verdad que en toda sociedad y en todo grupo de individuos las leyes son importantes como mecanismo de regulación de conductas y resolución de conflictos, no es menos verdad que sin ética la efectividad de las leyes disminuye y los malos comportamientos aumentan. En todo caso, hablar de ética no es hablar solo de valores o principios a secas.
Hablar de ética es hablar también de cómo esos valores y principios se concretan en las diferentes etapas y contextos de la vida del individuo y de la sociedad, y de cómo aquellos se conducen durante toda su existencia según los valores. De hecho, el Diccionario de la Real Academia Española define la ética como el “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida”, esto es: tanto en su vida personal como en su vida social y profesional a lo largo del tiempo vital.
Códigos éticos de conducta y corrupción
Los códigos éticos de conducta son documentos que contienen directrices para regir y orientar el comportamiento individual dentro de una institución desde valores y principios morales. La observancia de estos códigos resulta normalmente de carácter obligatorio y se relaciona con la ejecución de las funciones propias del cargo o puesto de trabajo. En todo caso, estos códigos no son solo códigos éticos (es decir, un conjunto de valores), sino códigos éticos de comportamiento (de comportamiento ético) que, por eso, mismo describen de forma más o menos específica (no casuística) la conducta esperada.
En este sentido, los códigos éticos de conducta, junto a los códigos deontológicos de algunas profesiones, pueden complementar normativamente, de forma más concreta y sectorial, los espacios libres que las normas jurídicas (como la ley penal) suelen presentar de manera natural. Como mecanismo de prevención de la corrupción, los códigos éticos de conducta ya son parte de un tiempo aquí de la mayoría de las organizaciones privadas (empresas, fundaciones) y públicas (Ayuntamientos, Ministerios) por medio de la implementación de programas de cumplimiento normativo (los compliance program del sector privado y los public compliance program del sector público).
El concepto de cultura corporativa relacionada con la práctica de los principios del buen hacer y del buen gobierno (integridad, honestidad, responsabilidad, rendición de cuentas, transparencia, eficiencia) son los dos pilares esenciales sobre los que se asienta toda la política anticorrupción internacional desde hace décadas (vgr. Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción de 2003, las evaluaciones y recomendaciones del GRECO, etc.).
No obstante, a pesar de la teórica eficacia de los códigos éticos de conducta como herramienta de prevención de la corrupción, no se puede desconocer que el campo de alcance de esta eficacia en la práctica suele estar anclada a la zona gris (gray zone) de comportamientos dudosos o ambiguos, fronterizos entre lo permitido y lo prohibido, entre lo honesto y deshonesto, ayudando a decantarse por el comportamiento adecuado, pero no, en cambio, a la zona negra (black zone) donde se alojan los comportamientos evidentemente irregulares y de envergadura mayor.
Para esta zona, cuando los códigos éticos de conducta no han logrado fomentar por sí solos un clima ético dentro de la organización (mediante cursos de formación o mediante la conducta ejemplar del líder), no suelen presentar real fuerza preventiva, teniendo en cuenta que quien se corrompe la mayoría de veces sabe lo que hace y lo hace de modo palmariamente consciente. Por esta razón, los códigos éticos de conducta como mecanismos de prevención para resultar verdaderamente eficaces deben ir secundados por un mecanismo de fiscalización de la conducta de los miembros de la organización (control y rendición de cuentas, canales de denuncia y alertas, sistema de premios a la información), y, eventualmente, por un mecanismo de represión, que permita corregir desde la sanción interna los efectos de la práctica corrupta y su propagación y, en los casos más graves (ilícitos administrativos, delitos penales), que abra paso a la intervención de la autoridad pública competente.
Lo que queda por hacer y lo que estamos haciendo desde el MAPC
Según el tiempo y el espacio, la ética no nos obliga a nada, pero nos aconseja acerca de lo bueno y su observancia, no para mantenernos atados, sino para elevarnos y mejorarnos como individuos. La ética persigue el bien moral, y “el bien es aquello que debe ser, así como “el mal es aquello que no debe ser” (Prisco, 1886, p. 8), y lo que debe ser es todo aquello que nos marcan los valores y principios generales y que las mismas leyes recogen en sus textos normativos la mayoría de veces.
Para nuestro Máster Universitario en Análisis y Prevención de la Corrupción, la enseñanza de la importancia de la ética en las políticas de prevención de la corrupción y en nuestro rol de ciudadanos se ha convertido en todo un desafío a ejecutar. La novedosa y original puesta en marcha de nuestra oferta académica se orienta a la formación de los futuros gestores de las políticas anticorrupción desde la función que desempeñan en el sector público y en el sector privado. Los Estados y el mercado global necesitan y demandan, cada vez con mayor prioridad, especialistas comprometidos con la lucha contra la corrupción.
*Lorena Varela es directora ejecutiva del Máster en Análisis y Prevención de la Corrupción de UNIR.
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Esta es la quinta entrega de Abecedario de la Corrupción, una serie de artículos en los que la directora ejecutiva del Máster en Análisis y Prevención de la Corrupción de UNIR, Lorena Varela, publicará cada mes en torno a temas de actualidad política mundial y corrupción. Cada titular comienza por una letra del abecedario: enero por la a, febrero por la b, marzo por la c… Así hasta completar las 27 letras del alfabeto.
- Enero: Agenda 2030: la UNIR fortalece su compromiso con la ONU desde la lucha contra la corrupción.
- Febrero: Botar prácticas corruptas del poder electoral.
- Marzo: Canales de denuncia de la corrupción.
- Abril: Del cabildeo y las puertas giratorias como prácticas de corrupción.
Fuentes
Diccionario de la Real Academia Española, formato virtual.
Gómez Marín, Manuel y Gil y Gómez, Pascual, Cuerpo del Derecho Civil: Digesto, Código, Novelas e Institutas de Justiniano en castellano y latín, tomo I (Digesto traducido por Rodríguez de Fonseca), Ramón Vicente (imprenta), Madrid, 1872.
Prisco, Giuseppe, Filosofía del Derecho fundada en la ética, versión traducida del italiano al español por J. B. de Hinojosa, 2da. edición, Miguel Guijarro (editor), Madrid, 1886.
- Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales