UNIR Revista
La ética política resulta vital para cualquier sociedad, ya que según defienden los expertos, no puede existir un buen trabajo de servicio público sin una base ética que persiga el bien común.
La ética política se refiere al comportamiento de los servidores públicos y su puesta en práctica en los asuntos de gobierno. Se trata de una disciplina de la filosofía y de la filosofía política que se refiere a la conducta humana y su relación con las nociones del bien y el mal, aplicado a las personas que trabajan para los demás.
En una sociedad en la que los casos de corrupción en cargos públicos están a la orden del día, parece más necesaria que nunca la formación en ética política porque, según la consideración de los expertos, la práctica de la política sin ética pierde totalmente su función de servicio público.
El origen del término ética política se remonta a la antigua Grecia, puesto que son los filósofos clásicos Platón y Aristóteles quienes relacionan estos dos conceptos: ethos y polis. Es en ese momento cuando la política es considerada el arte del bien común y la ética, la acción que persigue el bien y las relaciones con la moral de las personas.
Muchos filósofos defienden que la política debe ser ética, pero también debe velar para que la ciudadanía posea herramientas que faciliten su propia reflexión moral, en el caso de que aspire a conseguir una sociedad sana y una convivencia pacífica. De ahí que se defienda la necesidad de impartir asignaturas de ética en las aulas.
Principios básicos de la ética política
La política, como función pública que es, debe regirse por ciertos principios básicos de conducta. El catedrático de Filosofía Moral, Enrique Bonete Perales, destaca los principios más relevantes y a la vez reiteradamente vulnerados:
Principio de la receptividad
Defiende que todo político debe estar abierto a las críticas y quejas de los ciudadanos. Rechazar esos argumentos sobre el comportamiento político significa no ser receptivo.
Principio de la transparencia
Los servidores públicos tienen que actuar explicando claramente los motivos por los que adoptan sus decisiones y sin que existan dobles intenciones.
Principio de la dignidad
Quienes deseen dedicarse a la vida pública deberán proceder considerando a las personas implicadas en sus decisiones como fines en sí y no como meros medios. En este punto, Enrique Bonete Perales destaca que la más grave inmoralidad en la que puede incurrir un político consiste en usar a las personas como simples instrumentos con los cuales obtener otros fines.
Principio de los fines universales
Los políticos necesitan obrar diferenciando claramente lo que son sus intereses personales o partidistas, de los que realmente conforman los bienes universales de una sociedad o comunidad.
Principio de servicialidad
Un buen político vivirá para la política en lugar de vivir de la política. Quienes ejercen noblemente esta profesión se entregan a la vida política como servidores de una causa y ven en el acceso al poder un medio.
Principio de responsabilidad
La responsabilidad política contempla al menos tres aspectos: responder a los ciudadanos sobre sus solicitudes, asumir como propios los comportamientos ilegales de otros cargos de confianza y tomar decisiones calculando sus consecuencias.
Para el profesor Bonete Perales, la ética política debería centrarse en la búsqueda teórica de principios éticos desde los que se ofrezca una visión dignificadora de la persona, una nueva visión de los derechos humanos y otra catalogación moral de las democracias actuales.
La ética y su relación con la política debe estar presente en cualquier plan de estudios de ciencias políticas, puesto que no es posible llegar a ser un buen gestor público sin contar con unos sólidos principios deontológicos de conducta. Así se contempla en el Grado en Ciencias Políticas online de UNIR, con asignaturas específicas como Ética y Gobernanza.