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En la actualidad, la desinformación es una de las grandes preocupaciones para los Estados, las instituciones, los medios y los ciudadanos por su capacidad para erosionar la estabilidad social y manipular la opinión pública.
Bulos, informaciones falsas o medio falsas, noticias engañosas… El término fake news se utiliza para referirse a la difusión de noticias falsas con el objetivo de crear un estado de opinión particular, confundir y desinformar a la audiencia. Este tipo de contenidos, que se componen de textos, fotografías y vídeos, se crean con el objetivo de engañar a la audiencia, confundirle con datos manipulados o falsos para generar una respuesta colectiva determinada.
La Comisión Europea define las fake news como “información demostrablemente falsa o incorrecta que es elaborada, presentada y difundida para obtener una ganancia económica, para engañar de forma maliciosa al público o para causar un daño”, ya sea reputacional o económico, a una persona o a una institución. Otra definición de fake news la da la Red de Periodismo Ético (EJN): “Toda aquella información fabricada y publicada deliberadamente para engañar e inducir a terceros a creer falsedades o poner en duda hechos verificables”.
Pese a que la desinformación no es un fenómeno nuevo ni reciente, para los expertos, la adopción masiva de los medios digitales (redes sociales, aplicaciones de mensajería y demás canales de comunicación) como vía para informarse y comunicarse ha facilitado su auge y su impacto en la calidad de la información, en el debate político y en el clima social.
En la actualidad, la desinformación es una de las grandes preocupaciones para los Estados, las instituciones, los medios y los ciudadanos por su capacidad para erosionar la estabilidad social y para manipular la opinión pública. Por eso, se han impulsado plataformas en distintos ámbitos para concienciar sobre la importancia de combatir las informaciones falsas y reportar casos y campañas de desinformación.
¿Quién crea las fake news y cómo se propagan?
Internet ha facilitado que la difusión de información sea inmediata, simple y global, unas características de la que se benefician también aquellos que tienen interés en contaminar la conversación con información manipulada o falsa. Entre los canales habituales para propagar fake news están:
- Las aplicaciones de mensajería instantánea.
- Las redes sociales masivas y abiertas al público en general.
- Los foros, blogs y medios dirigidos a impulsar informaciones falsas con el objetivo de dañar la reputación de gobiernos, organismos, empresas o personas.
No hay un único creador ni propagador de informaciones falsas. En los últimos años, el ámbito de la política ha mostrado la capacidad para generar bulos, manipular información o apalancarse en mentiras para movilizar a los votantes. Para los analistas y politólogos, la campaña a favor del Brexit es uno de los ejemplos más claros, con una mayoría de ciudadanos votando a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea por creer en una serie de beneficios que después se ha demostrado que no eran reales.
Los bulos no son una exclusividad política. Están en cualquier otro ámbito de la sociedad. Sin embargo, la velocidad a la que se propaga la información y el volumen de impactos que recibe una persona cada día dificultan su constante verificación. Y cuando se comprueba que una información era falsa, o bien, no recibe la misma atención que la noticia falsa original o no genera ninguna consecuencia para sus responsables, que mantienen su legitimidad a ojos del público.
Con frecuencia, basta que una persona o institución con legitimidad afirme o comparta una información para que se le atribuya una veracidad que no siempre es real. Este fenómeno se ha observado especialmente durante los primeros compases de la pandemia de la COVID-19. Para los investigadores, la incertidumbre, los prejuicios y el miedo a las circunstancias excepcionales que se vivieron condicionaron la aceptación de información sobre la evolución de la pandemia, llevando incluso a algunas personas a negar la existencia de la enfermedad.
¿Cómo detectar una noticia falsa?
En la era de la posverdad, diferenciar la información veraz de la manipulada no siempre es fácil. En los últimos años han surgido varios medios o colectivos que, con el objetivo de combatir la desinformación, dedican su labor periodística a la verificación de la información. Esta técnica se conoce como fact check y se apoya en la consulta a fuentes primarias, como la documentación pública de instituciones, organismos y empresas, para ratificar información que pueda ser dudosa o manipulada y desmentir bulos e información falsa.
Desde organismos públicos como la Comisión Europea se han impulsado guías y recomendaciones para que los ciudadanos detecten informaciones falsas y no contribuyan a su difusión. Entre las recomendaciones más habituales para detectar fake news destacan:
- Consultar más de un medio para contrastar la información.
- Informarse en medios con reputación, evitar blogs y páginas de autores desconocidos.
- Evitar el clickbait o titulares llamativos que solo persiguen la visita del usuario, sin que la información luego se corresponda.
- No difundir una información si se duda de su veracidad, ya que incrementa la desinformación.
- Si el contenido refleja la opinión del autor, se recomienda desconfiar de la información y contrastarla.
- Comprobar también las imágenes y los vídeos, ya que con las herramientas actuales son recursos fácilmente manipulables.
- Ante la sospecha o detección de una noticia o información falsa en una red social, se invita a reportar el contenido marcándolo como spam.
Combatir la desinformación es un trabajo que requiere de profesionales capaces de comprender las dificultades del contexto político y social actual. El Grado en Ciencias Políticas online de UNIR proporciona las herramientas clave para tomar decisiones estratégicas con calado político, económico, organizacional y ético, y prepara para iniciar una carrera profesional que lleve a asumir puestos de liderazgo en la Administración.