Sandro García
El debate sobre el ejercicio de la abogacía y el uso de la inteligencia artificial sube en intensidad, porque las herramientas 'legaltech' y la formación que conlleva la digitalización son imprescindibles para seguir siendo competitivo en el mundo del derecho.
En primer lugar, quiero informarte de que este artículo no lo ha escrito ninguna inteligencia artificial y que si lo hubiese hecho probablemente no te hubieses dado cuenta.
El que avisa no es traidor. Ya nos advirtió Bill Gates hace ya 24 años en su libro ‘Negocios a la velocidad del pensamiento’ (1999): “En el siglo XXI habrá dos tipos de empresas, las que se digitalicen y las que no existan”.
El pasado mes de enero el director ejecutivo de DoNotPay, Joshua Browder, hizo una propuesta “descabellada”: pagar un millón de dólares a cualquier abogado que tenga un caso próximo ante la Corte Suprema de Estados Unidos, siempre y cuando deje que la inteligencia artificial que utiliza su empresa, basada en la API viral GPT-3 de OpenAI, presente el caso ante el tribunal. Todo lo que el abogado humano tendría que hacer es usar unos airpods para repetir ante el tribunal lo que argumente el ‘abogado robot’ de DoNotPay.
Pese a haber decidido finalmente desistir, amenaza mediante de cárcel por parte del Colegio de Abogados del Estado, su plan ha sido un éxito.
Yo, robot abogado
Joshua Browder ha conseguido que el debate ‘abogacía vs inteligencia artificial’ este en boca de todos y que su compañía sea conocida a nivel mundial. Un retorno en términos de publicidad que supera con creces el millón de dólares que estaba dispuesto a pagar con objeto de ser el primero en conseguir que un ‘robot’ gane un juicio.
Ese momento histórico tendrá que esperar, “¡tengo que mantenerme fuera de la cárcel si quiero conseguirlo!”, dice Browder convencido de que ese día llegará.
La aparición de proveedores de servicios legales alternativos como nuevos participantes del mercado legal genera grandes interrogantes acerca de su impacto en la Abogacía.
A pesar de resistencia que ya es estereotípica del sector legal, son varias las tecnología que ya han logrado penetrar y transformar la profesión de abogado.
A pesar de la resistencia que ya es estereotípica del sector legal, son varias las tecnologías que han logrado penetrar y transformar la profesión, como explicamos en el Máster en Legaltech de UNIR.
Desde internet hasta la inteligencia artificial, la abogacía ha visto a su industria adaptarse (en realidad, reaccionar) a los nuevos contextos facilitados por la era digital.
El universo legaltech ha crecido tanto y se ha vuelto tan extenso que ha dado lugar a que no siempre sepamos de qué se habla cuando nos referimos a legaltech.
Abreviatura anglosajona de legal technology (tecnología legal), cuando hablamos de legaltech nos referimos al uso de tecnología para proporcionar servicios legales, ni más ni menos.
Aunque la irrupción de tecnologías disruptivas (internet a la cabeza) esté al frente de su desarrollo, las sucesivas crisis económicas que la han acompañado han impulsado el emprendimiento y nuevos modelos de negocio enfocados a satisfacer las necesidades de una profesión que sufre una gran presión por tiempo y honorarios, como de un consumidor de servicios jurídicos cada vez más digital, proactivo, exigente y sobre todo impaciente.
En este contexto, el concepto legaltech ya no sirve únicamente para hablar de herramientas tecnológicas que utilizan los abogados con objeto de mejorar en eficiencia y rentabilidad, sino también de herramientas que sustituyen a ciertas tareas propias de la abogacía incorporando un alto componente de inteligencia artificial y otras técnicas punteras.
En plena era cognitiva, un abogado que funciona como en el siglo XX es como una cabina de teléfono que todavía no sabe que lo es.
Los datos son ya el oxígeno del siglo XXI. El comportamiento del consumidor de servicios jurídicos ha cambiado. Lo llamativo y hasta cierto punto preocupante es que, a estas alturas de la historia, la abogacía todavía se pregunte cómo hemos llegado hasta aquí, cuando la respuesta es tan obvia como concisa: ¡porque llevamos más de 40 años cebando a la criatura!
Si el big data, que es cómo llamamos a la criatura, le sumamos la irrupción de una inteligencia artificial y la computación cuántica, y especialmente una sociedad y una economía que piden cada vez más nuevos modelos de negocios basados en la tecnología, sería un suicidio para la abogacía pretender mantener un modelo basado en arquetipos más propios del siglo XIX.
La IA es más competente para atender cuestiones jurídicas complejas de manera más rápida, barata y mejor que si lo hace una persona.
En marzo de 2022, en una entrevista realizada por este mismo medio para el que escribo, me preguntaron sobre qué herramientas o tecnologías consideraba más importantes controlar para formar parte de esta revolución y no quedarse atrás. Un año después mi respuesta sigue siendo la misma: “La inteligencia artificial me parece la tecnología más importante”. La razón es que cada año que pasa, la inteligencia artificial es más inteligente y, por lo tanto, más competente para atender cuestiones jurídicas complejas de manera más rápida, barata y mejor que si lo hiciera una persona.
No se trata de hacerse informático o community manager, sino de invertir en herramientas que hagan volar el ejercicio de la profesión, empatizando mejor con la psicología de un consumidor de servicios jurídicos pegado a un robot; perdón, a un smartphone.
Pensar que plataformas como OpenAI no se quedarán con el trabajo de todos aquellos abogad@s que hagan trabajo de robot, es como pensar que un tigre no te va a comer por ser vegetariano.
A una nueva era le corresponde una nueva manera de hacer las cosas, y si estamos en una era digital le corresponde una estrategia digital.
La abogacía necesita como el respirar formarse en herramientas legaltech si quiere seguir siendo competitiva, adquiriendo los conocimientos y las habilidades para enfocar la mentalidad hacia las oportunidades y no las amenazas que nos ofrece la digitalización desde el saber y la responsabilidad.
El abogado o abogada capaz de abrazar este cambio de era, provocando en él o ella un cambio cultural que le permita, además de ser un excelente vendedor de servicios jurídicos, ser un magnífico e implacable comprador de tecnología, tendrá una clara ventaja competitiva en términos de reputación, crecimiento profesional y lo más importante, una mayor cartera de clientes en los años venideros.
Programas de Máster en Legaltech como el de UNIR, que provee una visión 360o, permiten adquirir las habilidades y competencias necesarias para liderar con solvencia este ámbito laboral.
Sandro García es profesor del Máster en Legaltech de UNIR y fundador de UNAES Abogados Especialistas.
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